Cap 47

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Una mujer de cabellos rubios entraba a su hogar muy cansada, dejó acer su chaqueta en el suelo. Su espalda resentida logró quitar algo del peso del estrés al sentir el sofá, habían sido noches largas desde que Eris se marchó. Nunca dejó de buscarla, Minerva estaba muy al pendiente como Albus. Tapó su vista con su brazo, su hermana no le contestaba ninguna de sus cartas, su hija estaba pérdida y no hacia nada.

Sintió un escalofríos que no supo explicar, se levanto lentamente buscando su varita, la luz comenzo a fallar. Camino hasta entrar a la cocina, solo había platos sucios que no limpio por la prisa. Alcanzó a ver que detrás de ella una sombra avanzaba hasta ella, apuntando su varita logró provocar una línea delgada que comenzaba a salir sangre del cuello de la sombra.

-¡Dios mío Eris!- retrocedió cayendo, la había lastimado, se sintió muy por lo que empezó a soltar lágrimas. La nombrada no se inmutó del ardor, como si no hubiera pasado nada extendió su mano hasta su tía, se quedaron observando por largo tiempo.

-Tia tomala- le susurro, Meridia temblando sintió el tacto de su sobrina, sin esperar nada más la atrajo hasta ella en un abrazo. No quería soltarla, aumentó el agarre acariciando su cabello.

-Estas más alta- le tomó el rostro, desapareciendo su alegría al ver aquella marca. Lentamente intento tocarla, Eris la detuvo bruscamente. -Ya no eres una niña-

-Tienes razón, he crecido- miraba todo el lugar menos a su tía, el calor de lo que fue su hogar. -He tomado desiciones y de cierta manera he logrado encontrar mi camino-

-¿De que hablas?-

-¿No estas cansada de ocultar lo que somos?- señalo a su alrededor -Somos superiores a ellos y miramos ocultandonos- sonrió con ironía.

Meridia sintió como el alma abandonaba su cuerpo. Tomó del rostro a su sobrina, espantada no reconoció su mirada gentil, esta era pagada.

-Creciste aquí- acarició su rostro -Entre muggles, sabes bien como es estar con ellos-

-Por eso seré yo quien nos ponga en la cima-

-¡No!- negaba con su cabeza.

-¿Por que proteger a escorias como Tobias?- golpeo su mano en la mesa -¡Sabias como golpeaba a su esposa, él la mató!-

-¡No Eris, ya se te olvido tu tiempo con tu mejor amiga, no jugaste quererla con tu vida!-

-¡Ella me rechazo Meridia, todos los muggles nos odian. Tobias mató a su esposa por darle un hijo mago y Petunia me abandonó cuando se enteró de mi secreto!- reguló su voz extendiendo su mano -Ven conmigo, quédate a mi lado, te daré un mundo nuevo. Él es increíble, su poder y sus conocimientos- la miro fijamente esta vez -¡Estare feliz de que estés a mi lado mamá!- dictó sin evitar que sus ojos comenzarán a lagrimear.

Meridia se trago el dolor, tomó su varita. Eris creyó que la atacaría, una luz blanca comenzo a aparecer hasta tomar la forma de una lechuza, desaparecio entre la pared.

-Vendrán aurores pronto, será mejor que te vayas-

-No sabes cuanto te agradezco esto madre- su voz era rencorosa, se limpio sus lágrimas abriendo la puerta. En la noche corrió hasta unos arbustos, Adhara miraba la escena. -Tengo que dejar el pasados enterrado para poder alcanzar un futuro-

-Yo me haré cargo Eris- espero que su hija desapareciera, entró a la casa viendo a su hermana derrumbada en el suelo de la cocina llorar. -Tenemos un problema- Meridia oculto su rostro entre sus brazos. -Meridia esto es urgente-

-Vas a matarme no es cierto- se levanto quedando frente a frente con su hermana. Dejó caer su varita arrodillandose -Usa la maldición, pronto vendrán aurores, te dije una vez que mi lealtad esta en otra parte-

Adhara se dejó caer tomando bruscamente a su hermana. Quedando iguales la tenía sujeta de las manos.

-No fui su madre- Meridia dejó de llorar al escucharla -Desde que la volvi a ver sentí celos de su relación, como al entiendes y ella se abre ante ti- su expresión era de enojo -Ella te llamo a ti su madre y a mí me ve con odio, no cambiare las cosas Meridia. No seré yo quien pelee por su amor-

-Adhara-

-El Lord siente atracción por ella- Meridia salio de su agonía al escuchar a su hermana, el rostro de ambas quedo en blanco -No soy su madre pero no permitire esto-

-¡No deberias de estar feliz!- le grito empujandola -Ella seguirá tus pasos-

-Meridia yo nunca quise casarme ni quedar embarazada- sonaba cruel -Ahora ella esta aquí, Arzhel y yo llegamos a enamorarnos. No sabes mi reacción de verla matara sangre viva a un muggle- flanqueo demostrando su verdadera emoción

-Le tienes miedo- no fue una pregunta -Él no la ve como un maestro a su alumna-

-Habla con Albus- sonaba desesperada -Arzhel menciono que hiciéramos un arreglo de matrimonio- una gota de sudor resbaló por su frente -Voldemort se interpondrá-
-Hay una solución- Adhara espero, Meridia busco entre las gabetas hasta encontrar una llave, abriendo un puerta pequeña escondida en el suelo saco una caja -He leído que Mereope Gaunt utilizó una porción de amor para mantener a su esposo el mismísimo padre de tu señor- su mente luchaba que no lo hiciera -Los padres de Voldemort no se amaban, bueno el hombre no-

-Una porción de amor pierde su efecto-

-Así es, sin embargo, magos más crueles han hecho rituales para sujetar en cuerpo y alma a su persona amada, uno por amor puede hacer cosas muy terribles-

-¡Quieres decir que la única manera es...!-

-Si- saco una página amarilla, se la extendió a Adhara. -Entrelaza su núcleo con un mago, mientras este Voldemort no podrá romperlo-

-Pero Meridia- su hermana la detuvo

-Se que un joven llamado Snape esta en sus filas- Adhara casi une sus cejas del asco, sabía del mestizo. -Unelos-

-¡Un mestizo-

-¡Si un mestizo, Adhara este ritual es muy delicado- trago nerviosa mete -Conocí a su madre, Eileen era buena, se que hay bondad en el corazón del chico!-

Meridia sintió como sus barreras se activaban, empujó a su hermana elajandola de las ventanas.

-¡Aurores!- la puerta comenzaba a forcejear -Nadie debe saber, ninguno de los bandos, escuchame debes deshacerte de mi-

Adhara levanto su varita, el cuerpo de su hermana cayó. Era mejor borrarle la memoria que asesinarla, busco una ventana abriendola. Salió siendo objetivo de varios hechizos que por poco la alcanzaban, sostuvo la página fuertemente hasta esconderla en su bolsillo. Despegó en una bola de humo, característico de los mortífagos.

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