Capitulo uno

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La habitación parecía girar a su alrededor, y su mente se aferraba a la confusión. Fragmentos de imágenes desenfocadas flotaban ante sus ojos: rostros desconocidos, luces parpadeantes, palabras incomprensibles. Una sensación extraña se apoderaba de ella, como si hubiera despertado en un mundo que no reconocía, un espacio entre la realidad y la ensoñación.

Con esfuerzo, parpadeó, tratando de aclarar su visión. El dolor persistente en su cabeza se intensificó, como una sinfonía discordante que la envolvía en un abrazo doloroso. Trató de recordar, pero las piezas de su memoria parecían dispersas, como hojas arrastradas por el viento.

Solo vio blanco opaco, y un poco de luz atravesando ese vacío. Agradecía que una luz más potente no estuviera encendida si no de verdad sería un dolor de cabeza, más del que ya estaba aguantando. Sintió algo en sus brazos y sabia lo que era, una sonda en su piel y al otro lado envuelto en un yeso. Grandioso.

Un gran sensación de cansancio la recorrió con el cuerpo

Se sentía extraña, al observar un poco su entorno, reconoció inmediatamente el ambiente: una cama de hospital. La frialdad de las sábanas y el olor familiar de la desinfección confirmaron su ubicación.

"Pero desde un inicio yo estaba..."

Un destello de confusión y miedo cruzó por sus ojos, como si diferentes luces parpadeantes ante sus ojos la estuvieras mareando. Su mente, por alguna razón, no podía conectar los puntos de su memoria. Intentó recordar el momento anterior a despertar en esa cama blanca y estéril, pero todo estaba en total negro, su cerebro no parecía colaborar como si estuviera esquivando algo.

Se sintió ligeramente asustada, un temor que nacía de la incapacidad de su mente para ubicar la última vez que estuvo consciente. Trató de evocar imágenes familiares: su habitación, la escuela, la cafetería, un parque. Sin embargo, ninguna de esas imágenes resonaba en su memoria.

"¿Porque no hay nada...?

Con algo de esfuerzo aun sintiendo su brazo sano dormido, trato de frotarse un poco los ojos.

—Veo que al fin estas despertado, —una voz, desconocida pero suave, rompió el silencio. —¿No sabes el tremendo susto que nos diste a todos Jeongyeon?

Fue entonces cuando notó la presencia tranquila a su lado. 

Una chica pelinegra estaba allí sentada, una figura etérea en la penumbra. Su rostro, iluminado por la luz lunar, expresaba preocupación y cuidado. Jeongyeon, confundida y aturdida, se esforzó por articular palabras, pero su voz apenas era un susurro que se perdía en el silencio.

—Yo... ¿Por qué estoy acá? —murmuró, con una voz temblorosa y débil.

La contraria, dio un fuerte suspiro —Realmente has pasado por algo difícil, Jeongyeon. Así que es mejor que no te esfuerces demasiado, —vio como apretaba un pequeño control al lado de su cama —espera un momento que ahora vendrá una enfermera.

La respuesta resonó en el aire, trato de observarla mejor. Aunque inicialmente se sintió extraña ante su presencia, no pudo evitar notar la belleza de la pelinegra y sus tan delicadas fracciones, podía parecer perfectamente una hermosa muñeca de porcelana. Y por la expresión algo confusa de la pelinegra al notar como la estaba observando por un largo rato, sabia que de seguro se había dado cuenta que la estaba mirando mas de lo normal, aparto rápidamente su mirada de ella.

Eso realmente la hizo sentir un algo tímida, seguro ahora mismo estaba sonrojándose.

Siempre intentaba ocultar su nerviosismo frente a chicas así, su lado mas gay no debería salir en un momento tan tenso, demonios seguro ahora lucia como un perro callejero ante ella.

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⏰ Última actualización: Apr 02 ⏰

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