Capítulo 3. El trato

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Esa mañana Luz condujo hasta la zona residencial donde vivía Ainhoa con un nudo en el estómago. Había sido incapaz de conciliar el sueño después de todo lo vivido el día anterior. Precisamente por lo que había pasado en la casa de la mujer era incapaz de comprender ese cambio de idea. La había echado a patadas (cosa que la morena no juzgaba), pero después se había puesto en contacto con la guardia civil, aunque no para denunciarla. ¿Qué clase de sentido tenía aquello?

La verdad es que, además de darle vueltas a lo que rondaría por la cabeza de Ainhoa para reunirse de nuevo en su casa, no dejaba de pensar en su vida pasada. En uno de esos momentos de vigilia en los que había cerrado los ojos, había tenido un sueño muy extraño. Luz estaba en un patio, y detrás de ella corría un cachorro que no tendría más de tres meses. Entonces escuchó una voz que la llamaba. El sol le daba justo en la cara, así que no distinguía los rasgos de la persona que se dirigía a ella. Le pedía que posara, así que tomando al perro en brazos puso su mejor sonrisa. "Eres preciosa", le decía la voz, y ella sentía que su estómago se sacudía con aquel piropo. Se mordía el labio y se acercaba a ella, pero antes de poder ver su rostro, Luz despertó, sobresaltada. ¿Había sido un sueño aleatorio? ¿Un recuerdo olvidado?

La cabeza le dolía como hacía tiempo que no le pasaba. La falta de sueño junto al estrés y la confusión eran la ecuación perfecta para formar una orquesta de timbales ensordecedores en su cabeza. En el desayuno había probado a tomar un paracetamol, a ver si con algo de suerte remitía. No creía ser capaz de hacer frente a una situación tan tensa en aquel estado.

A las once y veinte aparcó cerca de la casa. Observó su fachada beige, sobria. Si las paredes hablaran, aquella en ese preciso instante se estaría dirigiendo a ella, aunque Luz no lograba imaginar en qué términos. ¿Le reprocharía no recordarla ella también?

Sacudió la cabeza. Ya estaba pensando en chorradas. Abrió el bolso y sacó el móvil. Tenía mensajes de su novia.

Natalia 💓

Buenos días mi amor

Qué tal has amanecido?

No le había contado a su prometida que la noche anterior un sargento de la guardia civil había contactado con ella. Tampoco le había dicho que su plan de esa mañana era dirigirse de nuevo a la casa de su ¿esposa? para acudir a una citación junto a ese agente con la intención de hablar de no-sé-qué. Ni siquiera le había hablado a lo largo de la madrugada, cuando era incapaz de conciliar el sueño. De alguna forma sentía que debía hacer frente a esa situación ella sola, y que su chica solo entorpecería su trabajo.

Luz.

Buenos días, cariño

He tenido noches mejores

Me haces falta...

Había detectado los celos de Natalia en la llamada. Podía llegar a entender su inseguridad, pero tenía que confiar en ella. La había elegido porque la quería, y ninguna mujer en el planeta sería capaz de hacerla cambiar de opinión. Y sí, esa noche la había echado de menos. Sabía que, aunque no pudiera contarle nada, la habría acogido entre sus brazos y habría descansado mejor, pero lo único que encontró a su lado fue una almohada fría y un hueco vacío en la cama de la habitación del hotel.

Natalia 💓

Estoy contigo, siempre

Junto al mensaje, la rubia le envió una selfie mandándole un beso. "Para que no te olvides de mí", decía. Luz sonrió. Era tan guapa... Tomó el móvil y se sacó ella también una selfie, imitándola. "Para que tú tampoco lo hagas", escribió.

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