Efímero

Prologo

—¿me odias?— el canario pregunto con cierto temor, y el aludido lo miro y negó rápidamente.

—La verdad no puedo odiarte, como podría odiar a alguien que me hizo feliz en su momento, por eso no puedo odiarte al contrario te agradezco por tantas cosas, talvez no fue nuestro momento, gracias por enseñarme tus miedos, tus metas, la mayor parte de ti, por haberme hecho creer que podía confiar en ti, gracias porque a pesar de que suelo ser una persona muy difícil en su personalidad y actitud te quedaste un gran rato y nunca me dejaste solo, gracias por todo.
No era tu responsabilidad el hacerme feliz, y aún así lo hiciste, con cada caricia, beso y abrazo lo hiciste. Me hiciste feliz, me distraías cuando la pasaba mal, me hacías reír incluso cuando no tenía ganas de hacerlo, me levantabas en mis días más pesados, me hacías sentir en otro mundo, me movías el cielo de verdad. Pero no podías solucionar nuestro problema, nadie podría. Aun asi, te agradezco muchísimo
No te odio, no puedo hacerlo, no quiero hacerlo tampoco ni lo haré. Lo único que puedo sentir por ti, es amor y nada más que eso— le aseguro mientras lo miraba.