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Pedri González

Destrozado.

Era la única palabra que podía definir al joven canario, hacia apenas 3 días que había terminado con su novio y sentía que no podía más.

No dormía, apenas comía, no salía, no reía y después de mucho sus lágrimas parecían haberse agotado.

Su hermano ni si quiera preguntaba nada, porque apenas se mencionaba el nombre de Pablo el se ponía a llorar y no querían eso.

Los entrenamientos empezaban esa misma mañana aunque no tenía ánimos de nada se levantó arrastrando los pies hasta la ducha, solo podía pensar en Pablo, solo en el.

Termino en unos pocos minutos, no querían ni poner esfuerzo en su imagen física así que salió de su cuarto.

—buenos días ¿cómo sigues?— Pedri se encogió de hombros no sabía ni que contestar.

—buenos días— evadió la pregunta de su hermano quien continuamente le cuestionaba y el no quería hablar con nadie.

—¿quieres que te lleve a entrenar?— el canario negó.

—no Fer, pero gracias— su hermano asintió y Fer salió a la cocina y este aprovechó para huir, tomó su mochila con sus cosas y salió hasta su coche.

Cuando llegó sintió nostalgia, ahora estaría yendo a la casa de Pablo para recogerlo y luego se irían a entrenar juntos.

Suspiro y bajo un poco su ventanilla, era demasiado temprano para llorar así que prendió su coche y abrió Spotify, la primera playlist que aparecía era la de Pablo y la de el y aunque no era lo correcto para su paz mental, la puso.

Disfruto todas y cada una de las canciones, recordando pocos de los mucho momentos que había vivido con su novio.

Lo recordó a él, su sonrisa, sus labios, sus mejillas, su nariz, su cuello, todo.

Y cuando llego al camp nou bajó deprisa con sus cosas ya que se le hacía un poco tarde y una chica lo interrumpió en el camino.

—hola, disculpa que te moleste ¿sabes donde queda el campo?— una chica con el cabello marrón le miraba.

—si, voy para allá, podemos ir juntos— la chica asintió mientras colocaba un mechón de pelo detrás de su oreja y caminaba junto a Pedri quien divagaba.

—¿y trabajas aquí?— la miro y está presumía una brillante sonrisa.

—si, soy jugador de este equipo— abrió la boca sorprendida.

—¿enserio?— el canario asintió levemente. —no lo sabía, yo vengo a tomarles algunas fotos— la chica le contó y el solo sonrió.

—me alegro— se quedaron en un silencio un poco cómodo. —yo me quedo en los vestidores, camina derecho y después giras a la izquierda— le indico y la chica sonrió agradecida.

—muchas gracias— el canario asintio y entró al vestidor, encontrándose a Ferran y a Ansu conversando.

—Pedri, ¿cómo estás?— pregunto su amigo Ferran mirándolo.

—bien Ferri— mintió y el guineano lo miró con una mueca, estaba enterado de todo gracias a Pablo.

—lo sentimos mucho enserio, una lástima que vuestra relación haya acabado gracias a ese gilipollas— dijo Ansu rodando los ojos y el canario sonrió.

—gracias Ansu— el de piel oscura asintio y siguió en su tarea de cambiarse.

—¿estás seguro que estás bien?— el canario asintio con lentitud sin estar seguro. —Sira esta muy preocupada, dijo que verá si puede hacer algo— el canario rio y sonrió agradecido.

EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora