Una taza de té muy cara | Parte II |

Cena familiar

Los rumores y la información del espectro, por muy concreta y específica que fuese en algunas partes, esta no hacía justicia a la realidad. Iso había llegado aceptar el mandato de asesinato del controlador, asumió que debía derrotarlo como siempre había derrotado a sus objetivos, pero verlo en persona y tenerlo a menos de dos metros de distancia le hizo dudar de su éxito. Normalmente terminaba el trabajo sin pensárselo mucho, pero esta vez algo dentro de él le rogó que huyese, podría ser su aspecto aterrador para los nuevos o su aura asesina que se aproximaba cada vez más.

"Iso... Tenemos que hablar" la voz de Omen fue grave, más de lo que normalmente era y sumamente amenazante. Tenía a Iso en el punto de mira e iba a usarlo o iba a deshacerse de él. Todo dependería del grado de colaboración que mostrase.

"Omen... Al fin nos vemos en persona. Eres más aterrador de lo que pensaba..." comentó el arquitecto con su rostro impasible, totalmente neutro y sin emoción. Iso sintió como se habían intercambiado los roles. Ahora se sentía la presa.

"¿Sabes quien soy? ¿Sabes de lo que soy capaz?" el agente fue directo al punto de interés, información sobre él mismo. Quería ser rápido, más de lo que nunca fue y poder decirle a Cypher que ya todo había terminado, que podrían preocuparse por una cosa menos.

Iso dio un paso atrás, negando el pensamiento de que retrocedió por miedo y alabando su movimiento prudente y digno de un asesino con años de experiencia a sus espaldas. "Esa es una pregunta muy específica... ¿Se quien eres? Se parte de tu historia...  ¿Quien eras? No podría contestar a eso... ¿De qué eres capaz? Lo sé muy bien" Iso mantuvo su mirada, agudizando más sus ojos esta vez, cambiando de actitud a una más seria. Si quería permanecer en Valorant, debía cooperar.

Las sombras de Omen se movieron en excitación, emocionadas por ese pequeño rayo de luz sobre sus recuerdos perdidos y su antigua identidad. Pero aun con ese florecimiento de sentimientos vivos, se mantuvo distante y amenazador. "Trabajemos juntos Iso... Si quieres mantenerte en esta familia... Te recomiendo que me ayudes..." dijo esta vez con una amenaza totalmente hostil y directa, evitando esta vez camuflarla. Más que una petición, sonó como una orden.

El asesino o más bien el nuevo agente en practicas del protocolo, guardó silencio durante unos largos segundos, barajando las opciones que tenía y dejaría de tener. Prestar sus servicios a Omen no era nada comparado con la idea de pertenecer a un lugar en el que no se viese obligado a matar por una causa ajena. Conocía los propósitos de Valorant, los alababa y los compartía. Iso extendió su mano. "Te ayudaré... Será un trabajo fácil" aceptó la oferta del espectro, esperando inútilmente la mano del otro que jamás llegó a tomar.

"Primero cuéntame todo lo que sabes".

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Las mañanas en aquella sala blanca no dejaban paso a la imaginación, las horas eran monótonas y el trabajo nulo a petición de cierta sanadora. Por lo menos, gracias a sus artes de hurto, Cypher había logrado quedarse con su PDA. No podía trabajar cómodamente en ella ni rellenar el nuevo informe de Iso en su totalidad, pero avanzar ciertos apartados de información y observación era lo único que le hacía matar el tiempo de alguna manera.

Iso y su agencia o organización eran asuntos importantes en los que debería trabajar más en adelante, no solo por el hecho de que era una organización ilegal dedicada en una parte a los asesinatos sino también por su conocimiento sobre Valorant. El centinela había trabajado arduamente en ocultar todo rastro de Valorant en el sistema, la nube y la prensa. Saber por lo tanto que una organización de asesinos sabía de su existencia, era ante todo, peligroso e intrigante. "Su red debe de ser amplia..." murmuró el vigía para sí mismo. Había encontrado un nuevo reto que le haría alejarse del misterio de Omen. Misterio que ahora, nada mas pensarlo, le hacia recordar aquellas palabras hirientes que lo tachaban de inútil e incompetente. "No me necesita... Yo tampoco..." frunció el ceño, dudando incluso de sus propias palabras. Pensamientos interrumpidos por un leve toque en la puerta.