Bailar no era lo suyo, mucho menos bailar en un campo abierto donde todo mundo la puede ver tropezar, ver caer, ver lo humillante que es tenerla a ella como pareja de baile. Pero todo eso parece que a Gabriel no le importa, parece que a él lo único que le rodea la cabeza en ese preciso momento es ella. Nadie más que ella.
Ella y solo ella.
Tal vez son solo alucinaciones de ella, pero el pensamiento sigue atascado ahí, decidido a quedarse hasta que él despegue sus ojos de los de ella. Que despegue su mano de su cintura y que no la haga bailar más. No quiere bailar más, quiere irse a casa y pasar pena ella sola, sin que nadie más la vea. Sin que nadie la juzgue.
Ser la asistente de Gabriel Agreste es un castigo eterno del cual ella estaba y está dispuesta a tomar siempre y cuando él se lo permita, o siempre y cuando ella lo vea correcto. Ella no puede escapar de la mirada intensa de él. No puede, no quiere, no debe. Su corazón no lo permite.
O tal vez sí lo permita pero ella es alguien terca que no quiere despegar la mirada porque la encuentra muy alucinante, muy atenúa, muy linda, muy.. de él.
Ojos azules casi a tirar a grises mirando a un par de ojos de color como el mar, mirando cómo se pierde en estos mientras bailan, mientras que el mundo desaparece y solo están ellos dos. Eso es lo que ella siempre quiere que suceda cuando están solos, cuando hay más gente, cuando son simplemente ellos dos, sin pretender nada, sin tener que ser más que ellos dos. Dos personas que tienen traumas del pasado que no pueden abandonar por el temor de salir más lastimados si dejan el pasado atrás y siguen con el presente y futuro.
Dos almas que están destinadas a estar separadas o juntas, pero que están destinadas a estar cerca el uno al otro.
"Nathalie," un susurro calmante ante ella, un nombre cuyo es de ella, un nombre del cual está acostumbrada a escucharlo en todos los tonos existentes posibles.
Su mano, la cual estaba reposada en el hombro de él, se tensó y apretó con más fuerza el dicho hombro de su acompañante de baile y de fiesta.
"¿Sí?" Ella no pretendía que saliera como un susurro, más bien no pretendía siquiera responderle el llamado pero le ha salido por inercia.
Gabriel no respondió ante eso, simplemente empezó a girarlos de un lado para otro en la pista de baile, perdiéndose aún más en el azul de los ojos de ella.
Llevando el compás del baile, de los movimientos, Nathalie por accidente le pisó el pie a Gabriel, pidiendo disculpas repetidamente desvío su mirada hacía el suelo, esperando que él la perdonase. Al levantar la mirada, nada más vio una sonrisa pequeña en los labios de Gabriel, el mismo sentimiento que llevaba en los ojos desde que empezaron a bailar, los mismos ojos grisáceos viéndola como si ella fuera la única en el baile, la única en su especie, la única mujer viva en el planeta.
Nathalie apartó la mirada de la de él para sucumbirse a los murmullos de las personas, viendo de un lado a otro, esperando ver si todo iba bien, y claramente no iba nada bien. Todos estaban viéndolos, viendo como su postura se cambió a una rígida. Viendo como ella le pisa los pies a Gabriel Agreste, deseando que la tierra la trague.
La música se escuchaba fuerte por un par de momentáneos segundos.
Una mano en su mentón, haciendo que ella volteara a los ojos de aquel hombre, aquel hombre la cual la tiene loca desde que se conocieron, el hombre el cual es inalcanzable para ella.
"No prestes atención a los demás," Nathalie, pérdida una vez más en todo lo que está pasando en los momentos, asintió. "Sólo céntrate en mí, nadie más, querida."
Lo intenta, pero las personas murmurando la traen mal, muy mal. No quiere ser una escoria a los ojos de nadie. Está bailando con el esposo de su mejor amiga, está en una fiesta donde ella no es invitada pero Gabriel la ha traído porque es su asistente y tenía que asistir para apuntar lo que le venía convincente a él, pero Nathalie no pensó que estaría aquí; sus manos alrededor del cuello de él, la manos de él en su cintura, juntos, sin que ni el aire los pueda separar. Esto está mal para todos los ojos exteriores que no sean ellos dos.
Ella lo intenta, de verdad que lo intenta, pero la gravedad de prestarle atención a los murmullos es más grande que estar concentrada en el amor de su vida.
Nathalie desvió la mirada una vez más. Gabriel la atrajo una vez más y, en ese preciso momento ella no sabía lo que acababa de pasar. Gabriel Agreste, el egoísta que todo mundo conoce, el señor que es frío con la demás gente pero cuando están ellos dos solos es como un gatito que necesita recibir atención y cariño cuando se siente mal. Ese Gabriel Agreste, ese mismo del cuál ella está loca perdida enamorada, la acaba de besar.
En ese momento no existía absolutamente nadie, ni siquiera ella misma, solo los labios de él en su piel, los labios de él carnosos estando en ella. Un sueño hecho realidad, pero una pesadilla también.
El momento no duró mucho cuando los labios de él se separaron de la mejilla de ella, haciendo que Nathalie parpadeara miles de veces hasta enfocarse en los ojos de él una vez más. La sonrisa sigue ahí, inquietante, divina, cómo si...
"Y lo haré las veces que haga falta para que dejes de pensar en los demás y solo disfrutes del momento."
Esas fueron las palabras de él, esas mismas palabras las cuales hicieron que Nathalie se sonroje y sienta que sus piernas se convirtieron en gelatina pura.
Volvieron al compás de la música.
La gente empezó a hablar más fuerte, Gabriel se acercó a su oído: "ignoralos, vive el momento, o.. esta vez el beso no será en la mejilla." Nathalie tragó en seco.
Ella cerró los ojos y se dejó llevar por los movimientos de él mismo. Más gente se unió a la pista de baile, empezando a dejarlos a ellos en el centro de entre tanta gente bailando, de alguna manera u otra, Nathalie se relajó y empezó a disfrutar el compás de la música, empezó a disfrutar el baile, el calor que emanaba Gabriel enfrente de ella.
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Un beso fue todo lo que ella quería recibir esa noche, una noche tranquila sin que nadie se entrometiese en la relación que tienen ellos dos, una relación de amigos y amigos trabajadores.
Al finalizar de bailar, Gabriel hizo algo que dejó a todos perplejos, incluso a ella.
Gabriel Agreste la había besado, no en la mejilla, no en la frente, no en la nariz, pero en los labios. Y en ese momento Nathalie sintió que todo su mundo se caía al suelo y a la vez despertaba de un coma... o de un sueño.
Ambos se besaron, esperando que todo aquello fuese real.
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¡Feliz año nuevo! Mejor tarde que nunca. Espero la hayáis pasado súper bien y estéis bien de salud. 🤍
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Solo por diversión. [Gabriel x Nathalie]
RastgeleOne-Shots / mini-series de Gabenath :D. Y esto lo actualizo cada que me acuerdo que tengo wattpad, un poco literal. Espero disfrutéis de este libro cual contiene: escenas sexuales, tiernas, bailes etc. <3.