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Llevaba horas pensando en si salir o no. No sabía que se iba a encontrar. Seguía sin confiar, ni siquiera un 50%. Y a pesar de que los Alfas no mostraban signos de hostilidad, la inquietud e incertidumbre seguían persistiendo. La lógica chocaba con la intuición, y aunque la razón le decía que no había motivo aparente para temer, su corazón latía al ritmo ansioso de la cautela.

Cada intento de ganarse su confianza se encontraba con un muro invisible, construido con los ladrillos de la desconfianza arraigada en la experiencia de Peter. Era como si la cabaña misma, con sus tablones desgastados y sus sombras danzantes, fuera cómplice de la tensión en el aire.

Pero no se podía permitir vivir en esta habitación. Ni siquiera le pertenecía la estancia. Además, sus necesidades biológicas ya le llamaban a salir. Peter maldijo a la anatomía humana por no aguantar 6 meses sin comer como las serpientes. A las tres horas de haber comido el plato de macarrones que jamás le habían presentando, volvió a tener hambre. Sin contar lo incómodo que se sentía en esta ropa, ya sucia y maloliente después de días sin cambiarla. No tuvo otra. 

Al abrir la puerta, se sintió como un gato callejero, al cual han encerrado en una casa. Pudo ver que ya era de noche fuera, así que calculó que podrían ser las 8 de la tarde. El pasillo no era largo, al final de este, se encontraba la salida de la cabaña. Pero debías de atravesar toda la sala de estar para poder si quiera tocar el pomo de esa puerta. Y escuchando que el televisor estaba puesto, sus pensamientos intrusivos de salir corriendo de ahí, se esfumaron.

Siguió el sonido de la película y llegó al salón. Que para su desgracia, todos los Alfas estaban ahí. Realmente deseó que solo estuviera Peter. Nada más salir del pasillo, los ojos de todos los Alfas se posaron en él. Pudo ver las caras de todos, menos de uno, la de Wade. Que esta vez, no llevaba su máscara, solo un cubrebocas que tapaba su nariz y boca. Además, la capucha de su sudadera tapaba su cabeza por completo.

- ¡Peter! Has salido, que bien.- habló el Peter Alfa.

El Omega estaba algo nervioso, su ira ya se había apaciguado y no quería guerra ahora mismo. Notaba la mirada de todos como puñaladas en su cuerpo. Todas transmitían algo distinto, algo que no podía identificar. De su garganta no salía ningún sonido, solo quería hacerse lo más pequeño posible para desaparecer. Pero al no ser posible, solo se quedó estático, sin hacer ni decir nada.

Todos podían sentir su incomodidad y el primer en quitar la mirada del Omega fue Erik. Seguido de Logan. Wade fue más difícil de convencer, Logan le dio un manotazo  en el muslo y enseguida salió del trance para seguir mirando la televisión.

Peter Alfa se levantó y se acercó al Omega, el cual aceptó el acercamiento. 

- ¿Necesitas algo? 

El Omega asintió. Y antes de que el Alfa hablase, Peter Omega cogió al otro de la mano para guiarlo adentro del pasillo. Fue una acción que el Alfa no entendió y le sorprendió mientras que su vientre se encogía. Su reacción le sorprendió más que la acción del Omega, pero no le dio importancia.

Mientras que Peter suspiraba aliviado después de la tensión que pudo sentir con los Alfas. Miró al Alfa que tenía enfrente.

- Es que... realmente necesito ducharme ya. No aguanto más con esto puesto... ¿Estás escuchándome?

El Alfa agitó su cabeza y lo miró, por fin centrado.

- Sí, ducharte. Ven conmigo.

El Omega siguió al otro, no fue difícil ya que este no le había soltado la mano. Encaminados en el estrecho pasillo, los dos Peter llegaron a una de las puertas finales de la estancia. Al adentrarse en ella, su presión del pecho bajó lentamente. El Omega realmente pensaba que tendría que volver al lugar donde estuvo atado, pero no fue así. Este era menos estrecho que el otro y se veía que le habían puesto empeño en mejorarlo. A pesar de ello, la estancia no perdía la esencia de la cabaña. 

- El agua caliente se enciende con la manija de la derecha y la fría con la izquierda. Intenta regularlo, porque la caliente sale hirviendo casi. Te traeré una toalla.

- Peter...- habló el Omega.

- ¿Sí?

- ¿Puedes soltarme la mano? 

El Alfa enseguida pegó un brinco y se dio cuenta que aún iban de la mano y que era él el que estaba presionando para mantenerse unido al Omega. Cuando este se lo pidió, enseguida lo hizo.

- ¡Ay! ¡Perdón! Bueno, te-te dejo solo. Te traeré la toalla y tómate tu tiempo.

- ¿Te puedo pedir un favor más?- habló el Omega antes de que el otro saliese por la puerta.

- Sí sí, dime. Lo que sea.

Peter Omega se rio suavemente, estaba siendo muy tierno. Había conocido a chicos Alfas de su edad, los cuáles suelen ser unos inmaduros y muy prepotentes. Los Omegas y los Alfas no suelen ser la mayoría de la sociedad, la cual la componen especialmente los Betas. Después hay excepciones muy especiales, como los Enigmas. Pero está en la naturaleza del Alfa ser prepotente y sentirse superior a cualquier ser viviente. Algo que Peter odiaba con su ser, por eso odiaba a los Alfas de su edad. 

Pero el Alfa que tenía frente a él, realmente le parecía tierno. Tenían la misma edad, o se llevaban muy poco de tiempo. Realmente, sentía el deseo de tenerlo para si mismo y de molestarlo hasta que se ponga nervioso. 

- Yo, estoy incómodo con esta ropa. ¿Crees que podrías dejarme algo?

- ¡Sí! No te preocupes, te traeré algo. Ahora vuelvo.

El Alfa sintió un gran alivio de salir de la habitación. Suspiró y solo se encargó de lo que el Omega le había pedido. Se dirigió a su cuarto y aunque no tuviera mucho, solo sacó el pijama de repuesto que tenía para entregárselo a Peter. 

Su equivocación mayor fue entrar al baño mientras su pensamiento estaba en las nubes, así entrando sin llamar. Encontrándose a un Omega ya dispuesto a quitar sus pantalones, por suerte, únicamente su torso se encontraba desnudo. 

El Alfa se puso rígido. No sabía como reaccionar, ni siquiera sabía si era capaz de hacer algún movimiento que no fuese parpadear. El Omega era bellísimo. El contrario sintió la mirada del Alfa como cuchilladas suaves y lentas. No era una mirada lasciva, sino una de adoración.

- ¿La ropa?- habló el Peter Omega.

- Lo siento mucho... debería de haber llamado.- aunque su compostura pareciese nerviosa, la voz del Alfa salió suave como la brisa.

- No te preocupes, si en verdad somos lo mismo.- este se adelantó y cogió la ropa de las manos del otro.

- Yo creo que no...

-¿A no?

- Yo no soy tan lindo.

El Omega sintió una punzada en medio del pecho que lo hizo sonreír. Después de días sin recibir ningún tipo de contacto amistoso o amoroso, le hizo ilusión. Pero el Alfa lo había soltado sin pensar, únicamente porque lo había pensado. Algo muy común en él, hablar sin pensar.

Cuando se dio cuenta de lo que había dicho, su cara aparentemente tranquila comenzó a tornarse poco a poco en una vorágine de desesperación en donde iba a comenzar a excusarse de la forma más rápida y alta posible. Aunque fue el propio Omega quien lo paró al notar su cambio de gestos. Este puso su mano sobre los labios del Alfa haciéndolo callar.

- No hace falta que te excuses, está bien. Gracias por el cumplido. 

La sonrisa del Omega hizo sonrojar aún más al Alfa, reflejando las mariposas que revoloteaban en su estómago.

- No es nada... a veces habló sin pensar.

- Si es para decir este tipo de cosas, es mejor no pensar en las consecuencias que va a tener. Ya se encargará el yo del futuro.

Los dos se rieron suavemente para acabar con la puerta cerrada. Los dos miraban la puerta, cada uno en un lado, sabiendo que el otro está ahí. Si ese pedazo de madera no estuviera frente a ellos, seguirían mirándose.

Peter Alfa suspiró notando su corazón latiendo en la garganta. Aún sin saber que había pasado, se fue al salón sonrojado como un tomate. 

Mi Vida A Tus Pies ~ allxPeterParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora