Suspiró, parecía que eso era todo lo que hacía últimamente. Suspirar derrotado por su destino, escuchó a lo lejos el cantar de las aves moviéndose y volando en el cielo azul y deseó poder tener esa libertad.
Lastimosamente no podía.
Príncipe, omega. Hermoso. Eso era todo lo que la gente veía de él, no veían su inteligencia. No veían su amor por la aventura o su deseo silencioso de ser libre.
Siempre supo que terminaría así, un matrimonio arreglado no era mal visto en su época mucho menos cuando éste iba a unir dos reinos. Apretó el libro en su regazo, tratando de imaginar su futura vida.
El rey Chisaki se escuchaba como alguien frío y calculador. Él sería su tercer esposo, le daría los hijos y el terreno que quería para seguir siendo uno de los reyes más poderosos.
Eso era todo. Al menos no estaría solo, tendría a sus bebés eso si le permitían el criarlos lo cual dudaba.
—Alteza, ya casi llegamos —le dijo Iida, el conductor de la carroza, destruyendo todas sus esperanzas.
Fue ahí que un fuerte golpe le dio de lleno a la misma, los gritos de dolor de los hombres que lo escoltaban se oyeron afuera. Se puso de pie a como pudo, tomándo valor y sacando la espada tras él.
No moriría sin ayudar. Pero antes de que él mismo abriese la puerta alguien más lo hizo, era un alfa por su fuerte olor. Cabellos rojos y ojos carmesí, lo miro alzando las manos para demostrarle que no era peligroso.
—Solo venimos por tí, por favor no te resistas —tenía un cierto acento, lo que le daba a entender que no hablaba su idioma con naturalidad.
Lo miró mientras la espada temblaba entre sus manos y asintió, dejándola de lado y aguantando la respiración. ¿Lo querían a él? Poso un pie fuera del carruaje, su túnica verde bosque ensuciandose con la nieve en el piso y su tiara plateada adornando sus cabellos.
Lo que vio casi lo hace resbalar, frente a él estaban cuatro hombres, todos vestidos parecido al alfa tras de él. Y todos amenzando con matar a sus guardias reales.
—¡Alteza, corra!
—Cierra la boca —le dijo uno de los hombres, casi hundiendo el cuchillo en el cuello del otro, el gruñido que se hizo presente lo detuvo.
—¿Tu eres el famoso príncipe omega que todos aman? —esa voz era mucho más grave que todas las demás que había escuchado.
Un alfa mucho más imponente que cualquiera que haya visto nunca, se hizo presente, cabellos rubios brillando con el leve sol, iris rubíes. Llevaba una larga capa roja que dejaba al descubierto su trabajado pecho.
Su aroma era potente, se metía en tu nariz y simplemente hacía que no pudieses ignorarlo. Aún así no bajo la mirada, puede que fuese débil pero si moría sería con honor.
El alfa se acercó a él mirándolo de pies a cabeza, haciendo sus mejillas sonrojar por el descaro, se acercó y lamió su mejilla haciendo a los demás reír por su reacción de empujarlo.
—¿¡Qué hace!? —dijo tomándo dos pasos atrás.
El alfa frunció el ceño y se dio la vuelta.
—Nos vamos.
¿Qué? Vio como todos los demás robaban sus valiosas pertenencias y lo que los guardias reales portaban. Lo que más lo hizo casi gritar fue como sus cuerpos brillaron cambiando de forma a lobos.
Eran hombres lobos, se suponía que era un mito.
Hermosos lobos sobre la nieve que pintaba el lugar, el más hermoso de todos, el líder un gran lobo de cabello cenizo y ojos rubíes lo miro directo a sus ojos esperando.
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Manada (KatsuDeku) (Omegaverse)
FanfictionEl príncipe Izuku Midoriya es secuestrado por una manada de seres que se creían extintos de camino a su boda, jamás espero encontrar ahí al amor de su vida. Portada: Dibujo mío.