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—Hola sunghoon—El nombrado se estremeció al reconocer esa voz, hablar con ese alfa era lo último que quería hacer.

—Hola— respondió sin ganas con la miraba baja. Estaba sentado en la cocina intentando comer algo pero su falta de apetito no cooperaba mucho.

— A veces obtenemos lo que merecemos, Sunghoon.

—¿Eh?— alzó la vista frunciendo el ceño creyendo haber escuchado mal.

—Que, ¿cómo estás?

—Ah bien, muy bien, gracias.

—Puedes hablar conmigo si te sientes mal o necesitas algo, no tengas pena.

—Estoy bien, gracias señor Lee.

Eunwoo lo miró con lástima, lo único que Sunghoon rogaba es que no estuviera enterado de nada de lo que pasó, no merecía preocuparse por él, el alfa ya estaba demasiado enfermo como para todavía darle otra carga.

—¿Quiere que le ayude con algo? — Se levantó sin haber tocado su comida.

—Realmente no, estoy bien, tú deberías descansar.

Sunghoon volvió a su asiento asintiendo, su mirada se volvió a perder sin asimilar o darse cuenta de todo lo que sucedía a su alrededor.

Todo se sentía tan lejano, estaba tan adormecido y disociado. Se sentía como si estuviera fuera de su cuerpo viéndose a sí mismo.

Intentó tomar algo del plato que tenía enfrente y llevarlo a su boca pero cada que lo hacía una sensación repugnante lo recorría.

Ya que se había quedado solo en la cocina, o al menos esa era su percepción, se levantó a tirar toda la comida al bote para después lavar el plato y hacer como si hubiera comido.

Sin percatarse que el dueño de la casa había visto todo, no se había movido siquiera del lugar donde estaba. Exhalando el humo del cigarrillo que sostenían sus falanges y su expresión facial descomponiéndose por el acto que acababa de apreciar.

Subió a su habitación listo para volver a recostarse pero su vista enfocó algo peculiar.

Eran unas flores.

Se acercó con rapidez para poder tomarlas pero éstas se quebraron una vez las sostuvo.

Esas flores que en algún momento fueron rosadas y blancas, hermosas, recién florecidas y llenas de vida ahora estaban secas, marchitas y muertas.

El ceño de Sunghoon se frunció por segunda vez.

Esas eran las flores que le había dado Heeseung; tenían las misma envoltura.

¿Por qué estaban así? Apenas se las había dado hace unos días.

Se recostó intentando hacer memoria de los días que habían pasado desde que había llegado del hospital.

No recordaba nada.

Se reincorporó y su vista enfocó otra cosa en la mesa de noche.

Unos chocolates.

Tal vez pueda comer uno, pensó.

Tomó la caja para llevar uno de esos dulces a su boca.

Sabía asqueroso.

No lo escupió simplemente porque tenía demasiado cansancio como para pararse a escupirlo, tuvo que deglutirlo forzosamente.

Volvió a tomar la caja observándola con atención y algo captó su atención.

La fecha de caducidad que claramente decía: 16 de octubre.

Estaban muy lejos de caducar.

Volvió a recostarse en la cama y sintió su teléfono vibrar.

crucifícame [heehoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora