Últimas Esperanzas

Nuestra primera noche

Ya estaba oscureciendo. Hacía frío y estábamos asustados.

- Qué será de mi familia...

- Adrián: Ya... La verdad es que nadie se lo esperaba

- Nunca pensé que algo así se cumpliría de verdad. Cuando vi a la gente alarmada en internet, pensé que era otro rumor falso...

- Adrián: Mira el lado positivo, al menos nos dio tiempo de venirnos hasta aquí

- ¿De verdad crees que estamos mejor en un bosque frío y plagado de bichos?

- Adrián: Prefiero lidiar con los bichos a que con el virus

- Vanesa: ¿No que era un hongo?

- Adrián: Virus, hongo... Llámalo como quieras...

- Voy a revisar lo que tenemos de comida para racionarla durante estos días

- Vanesa: Nico, por favor, ya has abierto la maleta tres veces

- Ya, bueno...

- Vanesa: Yo también estoy nerviosa, no me estreses más

La luna brilla y el ambiente es húmedo, frío y silencioso. Solo se escucha el movimiento de las hojas y la pinocha ardiendo en la hoguera

- Adrián: Se metió frío, me voy a la cama

Adrián se va y Vanesa no se cansa de llamar a sus padres

- Vanesa: Ya he llamado incontables veces y no responden

- Nadie responde ni responderá, no hay cobertura

- Vanesa: ¿Y por qué vinimos aquí?

- No lo sé, Vanesa, no estoy como para pensar

Apagué la hoguera y me fui al furgón. Teníamos una cama improvisada en el maletero, ya que usamos el furgón de Adrián para salir del pueblo

Adrián ya estaba durmiendo, sinceramente me sorprendió que hubiera podido dormir tan tranquilamente sabiendo todo lo que ha pasado

Me acosté a su lado para no morirme de frío y me quedé mirando al techo, traumatizado

Al rato llegó Vane, que se había quedado un rato por fuera para recoger todo y seguir llamando a sus padres

- Vanesa: Buenas noches

- ...

Vanesa se gira para verme

- Vanesa: Yo estoy igual...

Le di un abrazo fuerte a Vane, mi cuerpo lo pidió en ese momento

A ella se le salieron las lágrimas y me dijo en voz baja que no me quería perder a mí también

Permanecimos abrazados un buen rato hasta que nos dejamos dormir gracias al calor del otro