La ex reina Yvonne sólo podía estremecerse ante su situación mientras se arrastraba por las calles de escombros de su otrora gloriosa capital, con sus pechos colgantes balanceándose desnudos debajo de ella mientras escuchaba las burlas de los que alguna vez fueron sus propios súbditos. Aunque estaba cegada a sus rostros por la tela de sus bragas, estiradas más allá de lo que creía posible cuando dividieron sus majestuosas nalgas en dos.
Todo había comenzado semanas atrás, con informes de rebelión que fueron ridiculizados por su consejo como simples campesinos haciendo un berrinche. Esta rabieta, como la llamaron, pronto se convirtió en una guerra total, una guerra para la que los caballeros del reino no estaban preparados.
Yvonne todavía recordaba la noche de hace una semana, cuando la capital fue invadida, los muros de su castillo fueron traspasados y sus habitaciones personales profanadas por las asquerosas botas de estos usurpadores. Era obvio que la regla anterior había llegado a su fin y la reina estaba lista para que su vida también terminara.
Pero eso no iba a ser. Estos revolucionarios la mantuvieron con vida, la despojaron de sus elegantes títulos, ropa y dignidad, la encerraron en las celdas de su propio castillo mientras la sometían a todas las humillaciones que pudieran imaginar; azotes, calzoncillos, lamiendo orinales, siendo conducida por los pasillos del castillo con una correa, sus abundantes pechos abofeteados y pellizcados. Y todo ello para prepararla para este día.
Ella fue consciente de lo que iba a pasar, pero no pudo resistirse. No cuando la obligaron a arrodillarse. No cuando le estiraron el último par de ropa interior intacta sobre su cabeza. Ni cuando le colocaron la corona que usó durante todo su mandato en su cabeza cubierta de tela.
Al principio, pensó que era un método para aplastar a los leales a la realeza y mostrarles hasta qué punto había caído su orgulloso monarca. Pero cuando el látigo arremetió, haciéndola gritar mientras se formaba otro verdugón en su trasero tembloroso, se dio cuenta de la verdad; esto fue para mostrarles a todos, y a ella misma, su nueva posición en el nuevo orden. Un juguete para las masas.
Pero ella estaba de acuerdo con eso. La humillación. La degradación. Aguantaría que la colgaran de cada par de bragas que alguna vez había tenido por el resto de su vida y la obligarían a cumplir todos los caprichos malvados de sus nuevos amos. Sólo esperaba que sus hijas hubieran escapado del mismo destino.
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El reino caído de la reina (tradición)
Historical FictionAutor:Sir-Bandersnatch Original:https://www.deviantart.com/sir-bandersnatch/gallery/all