Capitulo 21: Yo Puedo Ayudarte.

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Abigail se levantó como todos los días, se dio una ducha y bajó a desayunar. Faltaban solo dos días para la exposición y luego se iría para siempre. Sin embargo, tenía mucho miedo; no sabía qué haría Lucca una vez que ella ya no estuviera en la casa.

A pesar de todo, estaba contenta porque hoy llegaban sus padres para estar presentes en la exposición, y podría disfrutarlos unos días.

En el comedor, encontró a Philip terminando de desayunar, listo para irse a la empresa. Cuando él notó su presencia en el salón, la saludó con cariño. Philip era su único amigo en la casa.

—Buenos días, Abi. ¿Cómo estás?

—Buenos días, Philip. Aquí, esperando la exposición. No veo la hora de que llegue el día —respondió. Estaba tan ansiosa que apenas dormía, apenas comía...

—¿Concesionarias Moreno estará presente, verdad? —preguntó.

—¡Sí! Y seguro que en un rato llegarán mis padres.

—Qué bueno por ti. Hace tiempo que no los visitas.

—Casi dos meses, que fueron interminables para mí. Nunca estuve tanto tiempo lejos de ellos.

—¿Quieres desayunar conmigo, Abi? Lucca ya se fue a la empresa y no volverá hasta la noche.

—¿Él trabaja siempre así o es por la exposición?

—Mi primo es un adicto al trabajo, tanto que no se ha dado cuenta de que va a ser padre.

Abi no sabía qué hacer ni qué decir. Hasta Philip se había dado cuenta de su embarazo. ¿Cuánto tiempo podría seguir ocultándoselo a Lucca?

—Philip... ¿Cómo lo sabes? —preguntó desconcertada.

—Porque estás hermosa, Abi. Tienes una pequeña barriga, pero se nota porque eres muy delgada. Lo que no entiendo es cómo mi primo no se ha dado cuenta todavía.

—Es que... Lucca y yo no dormimos juntos —confesó sin pensarlo y se arrepintió en el momento, pero ya no había vuelta atrás—. Olvida lo que dije, por favor.

—Abi, tú... ¿Te casaste con mi primo por la herencia?

—¡No! Juro que no fue por eso —exclamó desesperada—. Amo a Lucca y sé que él también me ama, pero el dinero es más importante que nuestro matrimonio.

—Abi, Lucca es así, en su vida lo más importante es el dinero. Sin embargo, pensé que contigo era diferente.

—Eso quisiera, pero no es así —ella estaba muy sensible y comenzó a llorar.

—Por favor, no llores. ¿Qué sucede? —preguntó, preocupado. Le dolían las lágrimas de Abi.

—Quiero divorciarme de Lucca. Quiero irme con mis hijos, lejos de aquí. No quiero que ellos sean los herederos, quiero que sean niños normales.

—Abi...

—Pero Lucca me tiene atada a un contrato —no sabía por qué le estaba contando todo al primo de su marido. Quizás porque en él podía ver a una persona que sería capaz de ayudarla a escapar.

—¿A un contrato? Explícame, por favor.

—Mi padre le pidió dinero a Lucca y lo perdió todo. Concesionarias Moreno y mi patrimonio ahora pertenecen a él.

—Dios mío, no puedo creer lo que me estás contando. Ahora recuerdo el día que estabas de vacaciones y fueron a hacer paracaidismo al complejo. Él no quería que tú supieras que era Lucca Chiaraviglio.

—Me engañó diciendo que era Francesco Capelli y me enamoré perdidamente de él. Me obligó a casarme y tener un hijo a cambio de devolverme todo lo que perdí.

—Maldito miserable, todo para quedarse con la herencia del abuelo.

—Sí, me usó. Sin embargo, yo no quiero que mis hijos vivan de esta manera. Me quiero ir, pero tengo miedo de lo que pueda ser capaz.

—No te hará daño, Abi. Lucca no es así.

—Ya lo sé, pero desprestigiará a Empresas Moreno y no podremos salir adelante. Además, no quiero que sepa que estoy embarazada.

—Mira, si de verdad quieres irte, yo puedo ayudarte...

—Hay algo más que debes saber. Lucca tiene una amante y ella también está embarazada.

—¿Cómo? ¿Juliet está embarazada? —preguntó desconcertado.

—¿La conoces?

—Sí, ella trabajaba para las Empresas Chiaraviglio, era secretaria de Lucca.

—Juliet está de más tiempo que yo, así que su hijo tiene más derechos que los míos. Me pidió que me vaya de la casa después de la exposición.

—Abi, te ayudaré a escapar. No puedo permitir que tus hijos y tú sufran al lado del descorazonado de mi primo.

Philip se retiró a la empresa y Abi se fue a nadar un rato. El agua siempre la tranquilizaba y lo único que necesitaba era estar en paz. No sabía si contarle, pero ahora sabía que hizo lo correcto. Él podía ayudarla a irse si Lucca no la dejaba. No soportaba más esta situación y tenía miedo de hacerle daño a sus bebés.

Estaba leyendo un libro en la alberca cuando dos personas se acercaron a ella por detrás y comenzó a llorar al notar que eran sus padres. Ellos estaban allí; sabía que nunca la iban a dejar sola.

—¡Mamá, papá! —Abi los abrazó con mucha fuerza. Necesitaba tanto la contención de ellos en este momento.

—Mi vida, mi niña —exclamó Analia abrazando y tocando el vientre de su hija—. Hola, amores de la abuela —los saludó con la dulzura que la caracterizaba.

—Hola, hija mía —Pedro también la abrazó con mucho cariño.

—No saben lo feliz que estoy de que estén acá, no saben la falta que me hacen.

—Aquí estamos para ti, hija. Siempre estaremos contigo.

Abi y sus padres se sentaron en la alberca a tomar unos tragos frescos traídos por la muchacha de servicio, y ella aprovechó para contarles la charla que tuvo con Lucca y Philip.

—Me quiero ir, mamá, pero tengo tanto miedo por lo que pueda hacer Lucca. Prometió que sería implacable conmigo, que nos haría la vida imposible.

—Hija, nos iremos a Estados Unidos y empezaremos de nuevo. No podrá encontrarnos, o por lo menos le llevará más tiempo hacerlo.

—Philip me dijo que me ayudaría a escapar si Lucca no me deja ir.

—Hola, queridos suegros —saludó Lucca, apareciendo en la alberca y sorprendiendo a todos.

—Hola, Lucca. ¿Cómo estás? —respondió Pedro, levantándose de su asiento y estrechando la mano de su yerno.

—Muy bien, Pedro, preparando los últimos detalles para la exposición.

—Todo va a salir bien. Empresas Moreno tendrá los mejores autos este año; es nuestro momento para conseguir inversiones —confesó Pedro, esperanzado.

—Espero que así sea.

Durante la noche, Abi salió a cenar con sus padres. Necesitaba disfrutarlos todo lo que más pudiera, y Lucca desapareció. Seguro se fue con Juliet. Ahora que sabe que está embarazada, la debe llenar de mimos, los mimos que Abi también quisiera para ella.

—Hija, ¿estás bien? —preguntó su madre preocupada porque Abi se puso pálida.

—Sí, mamá, estoy bien, solo pensando en que Lucca estará con su amante en este momento.

—Olvídate de él, Abi. Pronto nos iremos y no volveremos a verlo nunca más.

Lucca estaba tomando unos tragos en un bar. Necesitaba alcohol, necesitaba sacarse de la cabeza a Abi. No sabía qué hacer. Hoy acompañó a Juliet a la ginecóloga y efectivamente estába embarazada. Su hijo era el heredero de todo. Ahora debía divorciarse de su esposa y casarse con su amante. Si tan solo Abi estuviera embarazada, todo sería diferente.

Un Matrimonio Por Conveniencia #PGP2024 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora