Aquel dolorcito en el pecho

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Muchas veces siento ese dolorcito, clavado cual daga en el pecho, pienso y pienso tanto que cada vez se impulsa más dentro pues aquel dolorcito en el pecho viene de cuyo vacío que siento, imploro que pare para que no me mate, imploro que pare para que no se lleve mi alma. Pues así es, aquella daga con diamantes incrustados en su mango, tan hermosa pero filosa, capaz de cortar al más mínimo roce estaba cumpliendo con su objetivo, mientras me desangraba en los brazos de aquel vacío pensaba en una sola pregunta, ¿por qué?.

Querido dolor, amado sufrimiento, tanto es tu odio contra mi corazón de cristal, mis sentimientos fluían a travez de aquella herida sangrante los cuales llamaban a una salvación o alguna pizca esperanza mientras que yo luchaba para sacar de cualquier manera aquella daga y entonces después de tantos intentos, entre en razón, me dí cuenta de que nadie acudiría a mi ayuda y con el sonido del viento, con la luz de la amada luna y el acompañamiento de los gloriosas estrellas, me desvanecía y esa noche en polvo me convertía.

Pero a pesar de volverme polvo y viajar al son del viento, sentía, tan profundo y veía como un tornado se iba formando, llevándome consigo, vueltas daba con tanta fuerza y en ese momento supe que mis sentimientos junto con mis pensamientos se habían desatado. Me pregunto ¿la daga abrió un camino? Es una posibilidad, no lo sé con certeza pero en ese momento en donde era tragada por el ojo de aquel tornado me asombre al ver a todos los males asechando y a todo lo bueno luchando. Tal vez era lo correcto pero dime querido dolorcito ¿era necesario seguir estando conmigo?.

¿Quien lo diría? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora