mía || malagón

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Ya me dolía la panza, y juraba que si Emilio me contaba un chiste más me haría pipí ahí mismo. No podía evitarlo, cada cosa que salía de la boca de mi altísimo amigo me provocaba demasiada risa, no sabía si era su voz, la manera en la que lo decía, su acento, su cara intentando aguantarse la risa o simplemente era que todo el me daba risa.

—Yaaaa Emilio, ya no aguanto.—sostuve mi panza mientras me retorcía.

—¿Queeeee?.—se rió.—Si yo solo te estaba contando como se murió mi hámster.

Y una vez más estalle en carcajadas al escucharlo, claro que no estaba hablando de eso, el ni si quiera ha tenido un hámster.

Luego de ese ataque de risa en donde se me salieron unas cuantas lágrimas nos quedamos serios de nuevo, sentados en la banca mientras mirábamos el entrenamiento de los porteros en donde mi novio Luis Ángel Malagon se encontraba entrenando, con su rostro serio como siempre y la vista directa al balón atajaba cada una de los tiros que pateaban,

—Es muy bueno.—dijo Emilio.

—Es el mejor.—sonreí como tonta enamorada al verlo.

Llevábamos ya un año de novios, un largo años con altas y bajas, desde que vino de aguascalientes a la Ciudad de México lo conocí, gracias a que vivía en unos departamentos frente a la cafetería en donde trabajaba, por ende me tocaba verlo diario cuando llegaba a pedir su café matutino y así poco a poco nos fuimos conociendo.

Me invito a salir al mes que llegó, tuvimos una maravillosa cita seguida de otra y otra hasta que un mes después me pidió ser su novia, y claro que yo encantada acepté.

Comenzamos nuestra relación, luego me presento a sus compañeros de trabajo y me entró al mundo del fútbol, pues a pesar de haber vivido toda mi vida en esta ciudad, yo no era una aficionada del deporte para serles honesta, ni del America, ni del Pumas, ni del Cruz Azul.

Así que poco a poco fui entrando a ese mundo, todos sus compañeros me recibieron muy bien, todos eran muy amables al igual que sus parejas.

Hice rápidamente muchos vínculos con ellos, todos me caían muy bien pero con Emilio Lara y Alejandro Zendejas fueron con quienes más conecte, tal vez porque eran como los mejores amigos de mi novio.

Alex poco a poco comenzó a alejarse del grupo cuando comenzó su relación con su actual novia Sabrina Enciso, pero Emilio acababa de terminar la suya con la también futbolista de Pumas Selene Valera, una relación un cuanto toxica por la diferencia de edades que había entre ellos, y honestamente ella no era de mi total agrado, tenía algo que...no lo sé. Me parecía demasiado loca y que manipulaba a su antojo a mi amigo, así que una parte de mi se sentía aliviada de que esa relación se hubiera terminado, y de que Emilio se encontrara bien, relativamente.

Obviamente no lo dejé solo en ningún momento, si antes éramos unidos ahora era muchísimo más, se podía decir que no nos separábamos para nada, pero quería asegurarme que el realmente se encontrara bien, y mi novio también quería lo mismo.

O al menos eso pesaba yo.

(...)

Ahora veníamos mi novio y yo en el auto rumbo a mi departamento, pero extrañamente el venía demasiado callado. En general era una persona no tan habladora pero ahora era demasiada, ni si quiera me había preguntado como estaba su día, ni me había respondido cuando le pregunté yo por el suyo, simplemente manejaba con la vista en el frente y a mi me ignoraba.

Yo no quise decir nada aquí, tal vez estaba pasando por algo mal, o estresante y hablarlo en el auto enmedio del horrible tráfico de la Ciudad de México no era el mejor lugar.

Así que me mantuve en total silencio hasta que veinte minutos después llegamos por fin a mi edificio, ambos subimos todavía en silencio por el elevador hasta que llegamos al piso 8 en donde se encontraba mi depa.

Camine hasta mi puerta por delante de él, tome mi bolso crossbody y la abrí para sacar mis llaves, pero en ese momento cayó también el chocolate que Emilio me había comprado en la mañana, mi chocolate favorito.

De inmediato me agaché a recogerlo para después abrir la puerta entrando y dejándolo entrar también a él.

Deje mi bolsa y mi chamarra en la entrada para después darme la vuelta esperando que por fin Ángel se dignara a hablarme.

Pero cuando mi mirada llegó a su cara me di cuenta que eso no sucedería, pues su cara estaba roja, su mandíbula estaba tensa y sus ojos se habían oscurecido, algo estaba pasando.

—Ángel, ¿que tienes?.—pregunté extrañada.

El portero me miró y elevó sus cejas.

—¿En serio me estabas preguntando eso?.—masculló con su voz enojada.

—Lo acabo de hacer.—respondí tajante.

—¿Te divertiste? ¿te divertiste en tu tarde con Lara?.—poco a poco se fue acercando a mi con sus ojos cada vez más negros.

Ahora lo entendía, estaba celoso.

Y si fuera cualquier otra situación me hubiera soltado riendo, pero sabía que no era el momento.

—¿De que hablas?

—De ti, con Emilio encima de ti, riéndose como dos tontos enamorados.

—No mames amor, estás hablando de Emilio, nuestro amigo Emilio.—rodee los ojos con molestia.

¿Como podía pensar eso?

—Pues eso no parecía. ¿Acaso te gusta el? ¿Te gusta Emilio?—estiró sus manos hasta tomarme con fuerza de las caderas.

—Tu eres mía, solo mía Evelyn.—bajo su cabeza a la mía para intentar besarme.

—Estás actuando como un loco.—lo intente alejar pero solo apretó su agarre.

—Tu eres mía y de nadie más, y te lo voy a demostrar.—y sin dejarme analizar lo que había dicho me tomo con una mano de la nunca y pegó su rostro al mío en un beso desesperado.

Mi novio estaba loco, totalmente loco y celoso pero así lo amaba.

Pedido por: EvelynPVal Espero que te guste 🫶🏻

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