prólogo

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—¿Qué es esto, Yeonjun?

Frente a él, su esposo, con quien llevaba cinco años casado, se limitó a suspirar de forma cansina, sin alejar el sobre que le tendía sobre la mesa. El silencio en la casa, entre ellos, era ensordecedor de alguna irónica forma.

Beomgyu le miraba, confundido y sin tomar el sobre. ¿Acaso Yeonjun se le había adelantado? ¡Si se suponía que el tema de la adopción sería una sorpresa!

—Beomgyu, sólo léelo —dijo Yeonjun con voz suave.

Arrugó el ceño levemente, decepcionado un poco de que Yeonjun lo hubiera llamado por su nombre, y no por los dulces sobrenombres que a veces le decía y no usaba desde hace meses. Beomgyu sabía que las cosas no estaban bien entre ellos, no era idiota, pues llevaban peleando por lo menos desde hace más de seis meses por cualquier estupidez. Además, a eso se sumaba que llevaban sin hacer el amor desde hace dos meses, y eso le estaba asustando demasiado.

Porque, por mucho que peleara con Yeonjun, Beomgyu lo seguía amando, así como sabía que Yeonjun lo amaba. Unas peleas eran normal en una relación de pareja, ¿no es así?

Aunque claro, pelear cada día hasta porque no había papel higiénico en el baño no era normal.

Sus manos picaron mientras sostuvo el sobre.

Sumado al tema de las peleas y de que ya no se tocaban de forma carnal, estaba la frialdad, el vacío, la indiferencia. Como Yeonjun trabajaba en una empresa de construcción y Beomgyu era pediatra, apenas tenían tiempo para verse o salir juntos, para tener un tiempo a solas, para compartir un espacio, por pequeño que fuera.

¿Cuándo fue la última vez que salieron a cenar?

No lo recordaba bien.

¡Pero estaba bien! Ya era hora de solucionarlo, y luego de haberlo pensado tanto, ¡Beomgyu tenía una idea maravillosa!

Se le ocurrió mientras jugaba con él hijo de Soobin, Mark, y él pequeño le dijo que debería darle un primito con el que jugar. Luego, recordó su época universitaria, cuando estaba saliendo con Yeonjun, y ambos dijeron que una vez casados, llegaría el momento de adoptar a un niño que alegrara sus vidas.

Con el paso de los años, esa promesa fue olvidada, sin embargo, Beomgyu quería cumplirla ahora. ¡Un niño podría volver a acercarlos!

Y, al parecer, Yeonjun se le había adelantado.

¡Si él también tenía los papeles de adopción, que la asistente social le entregó para que leyeran y se informaran del proceso!

Tranquilamente, sacó lo que estaba dentro del sobre, pensando en todo el futuro que se les venía por delante.

Sin embargo, arrugó los labios cuando notó que era sólo un papel.

Sus labios temblaron al leer la primera frase, así que levantó la vista.

—¿Qué es esto, Yeonjun? —repitió, con la voz quebrada.

Los ojos de Yeonjun, su marido por cinco años, su novio durante tres años, el único hombre que había amado con tal profundidad, eran fríos, helados e indiferentes.

—Una carta de divorcio. Lo siento, Beomgyu, pero ya no te amo.










cr Hobibuba

𝙖𝙥𝙚𝙜𝙤 | 𝙮𝙚𝙤𝙣𝙜𝙮𝙪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora