𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 1: 𝐏𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐨𝐬 𝐏𝐚𝐬𝐨𝐬

239 33 3
                                    

     El olor de los hospitales era la insignia de aquellas instalaciones de blancas paredes, largos pasillos y cualquier cantidad de pitidos y alarmas de distintos aparatos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

     El olor de los hospitales era la insignia de aquellas instalaciones de blancas paredes, largos pasillos y cualquier cantidad de pitidos y alarmas de distintos aparatos. Pocas cosas buenas se le podían asociar a los escenarios que pudieron haber llevado a las personas hasta ahí, pero tratándose de un simple control en el caso de Minami, la fémina no se podía perturbar demasiado por interrumpir su rutina para asistir al chequeo.

     La trabajadora de la salud enrollaba entre sus manos las últimas vendas que portó la mujer. Por fin se acababa el picor del yeso en su pie por el hueso roto que obtuvo de a gratis y el entorpecimiento que significaba no poder caminar bien... Eso, sin mencionar que ese hueso roto era solo una de múltiples heridas que recibió.

     Pero, más allá del dolor que pudo significar las heridas que la dejaron unos meses en camilla y otros en muletas y de reposo, lo peor para aquella fémina había sido el tener que apegarse en una cama durante su completa recuperación.

     No obstante, la incapacidad de la mujer desencadenó toda clase de reacciones desfavorables para ella. Tiempo muerto. Improductividad. Deficiencia en su trabajo. Nada era mayor entre sus pesares que el disgusto de no poder rendir lo suficiente para todo lo que quería y debía hacer. Tener que quedarse postrada e inmóvil mientras que su mente divagaba sin descanso.

     No veía el momento para salir corriendo de una vez para no volver a pisar ese lugar en mucho tiempo.

     Al final, solo se encontraba en el pasillo del hospital por una última revisión. Sin embargo, aún podía recordar que sí que llegó a estar internada por sus infortunios tiempo atrás; razón por la que todavía asistía a sus controles.

—Muy bien, sus heridas han sanado correctamente, Srta. Minami. Todo parece ir bien con su recuperación —comentó la enfermera luego de retirar los parches que protegían las cicatrices de lo que en algún momento fueron heridas significativas—. Es un alivio que no haya tenido complicaciones. Debe ser muy difícil para los civiles como usted lidiar con el día a día dados los tiempos en los que estamos.

     La fémina no le dirigió la mirada a la enfermera en el tiempo que le tomó a ésta realizar su evaluación. No la miró cuando sintió la gran presión en su brazo cuando le estaba tomando la tensión, tampoco cuando tanteó las áreas de su cuerpo en búsqueda de moretones viejos o cuando le arrancó sin previo aviso sus vendajes.

     Sin embargo, aquel comentario hecho con intenciones de armonizar el chequeo, logró captar la atención de Minami para voltear a ver a la enfermera y halar la esquina superior de su ceja con escepticismo y un deje de desafío.

—¿Civiles como yo? Hace aproximadamente un siglo eran las personas con peculiaridades a las que les costaba desenvolverse en la sociedad. Que aún existamos una minoría sin dones no nos hace frágiles hoy en día.

     Pocas veces Minami se permitía tener conversaciones que no le dejaban nada bueno. Ella no tenía una peculiaridad, más allá de ser una maestra a la hora de hilar las palabras exactas que le dejasen comunicar aquello que quería y creía justo. Pero, ciertamente, aquel don adquirido no se comparaba con algún don innato que pudiera tener cualquier otra persona y que le permitiera incluso llegar al tope de la sociedad peculiar: la sociedad de héroes.

𝐑𝐞𝐦𝐚𝐢𝐧𝐬 𝐎𝐟 𝐇𝐞𝐫𝐨𝐢𝐬𝐦 [𝗕𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼̄ 𝗞𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 𝘅 𝗢𝗖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora