10. ¿Dirías que si?

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Edgar estaba muy, muy, muy nervioso... estaba ya afuera del lugar que Noel le había dicho y no paraba de mirarse los zapatos, el lugar, luego su ropa, luego el lugar de nuevo, y a si mismo en el reflejo de la cafetería, se sentía bastante fuera de lugar, pero no podía volver a su casa a cambiarse.

Luego de esperar un tiempo Noel llegó & cuando lo vio vestido bastante casual, Edgar se relajó un poco.

- Hola universitario.

- Hola...

- Todo bien?

- Ajá...

- Qué pasa?

- Es que...

- Es que?

- Bueno... yo... no... no, nada.

- Okay... entramos?

- Sí...

Edgar miraba de un lado a otro, no paraba de pensar que ese lugar era demasiado lujoso, la cosa era, que para él, todo parecía demasiado lujoso desde hace mucho tiempo...

- Te gusta el lugar universitario?

- Eh?... Ah... si...

- No te oyes muy convencido.

- Bueno...

- Oye...

- Si?

- Y... bueno... qué hacemos aquí?

- Qué hacemos aquí?

- Ajá... porque vinimos aquí?

- Ah... bueno... digamos que... estoy... haciendo una prueba.

- Una prueba?

- Sí.

En ese momento el mesero comenzó a atenderlos y después de pedir, Edgar se armó de valor para seguir con la conversación.

- Bueno... y qué prueba?

- Ah... eres muy impaciente universitario.

- Ya te he dicho que me llamo...

- Edgar... ya lo sé, pero... me gusta más decirte universitario.

- Ah.

Edgar estaba completamente rojo, por alguna razón escuchar a Noel decir su nombre lo hacía sonrojar.

- Entonces... de verdad quieres saber?

- Qué?.... ah... si.

- Entonces termina tu comida.

- Pero... bueno.

Una vez que terminaron de comer, Edgar estaba aún más impaciente y en un momento Noel lo notó.

- No sabía que eras tan curioso.

- Es que... bueno...

- Quieres postre?

Ahora Edgar comenzaba a enfadarse, no quería postre, quería respuestas.

- No.

Sonó definitivo.

- Estas molesto por algo universitario?

- No estoy molesto... es solo que, me traes a un restaurante, no sé con qué intenciones, me dices que haces una prueba pero nada más y aparte de todo no me saco de la cabeza lo que dijiste por teléfono.

- Ah... lo de... los... novios.

Noel estaba más cerca de Edgar y había dicho eso en voz más baja y levantaba y bajaba las cejas.

- Ajá. - Edgar miró hacia un lado y sus mejillas se encendieron de nuevo.

- Bueno... si de verdad quieres saber... te lo diré... pero quiero que pidas postre.

- Para qué?

- Para que me dejes decirte todo y no me interrumpas con preguntas.

Edgar puso los ojos en blanco.

- No te haré preguntas, solo dime.

- Estas seguro?

- Ajá.

- Bueno... como te dije esto es una prueba.

- Ajá...

- Porque... me interesa salir con alguien y quiero hacer pruebas de citas.

- Ah...

- Entonces pensé que...

- Que yo seria tu conejillo de indias perfecto?

- Universitario, dije que sin preguntas.

- Descuida no haré más preguntas, es más ni siquiera me quedaré más tiempo.

- Espera... por qué te vas?

- Por qué?

- Sí, qué pasa?

- Escucha, yo no sé qué piensas que soy, pero no quiero que nadie juegue conmigo.

- Jugar?

- Te agradezco que me ayudaras a conseguir el empleo, pero eso no te da derecho a tratarme así.

- Tratarte como?

- ¡Como si fuera un muñeco con el que puedes estar jugando!

- Pero...

- Ten suerte con quien quiera que vayas a salir, pero a mi ya no me busques para tus experimentos.

- Edgar, espera.

- Qué?

- Quiero preguntarte antes algo...

- Ya no quiero más cuestionarios ni pruebas.

- Solo una cosa.

- Qué?

- Saldrías conmigo?

...

- Dirías que si?

Mierda...

Dame tu manoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora