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Me quiero matar.
Me faltan 2 años para que sea yo el nuevo rey de este pueblo y no estoy listo.
Mi padre ya me dijo que si no consigo una novia tendrá que forzarme a casarme con una princesa de reinos vecinos o con una plebeya. Eso es lo peor que me han dicho en toda mi vida. Se que si ese viejo firma ese contrato voy a estar jodido.
Ese contrato se les entrega únicamente a los padres que tienen hijos con matrimonios forzados. Lo que hace ese papel del diablo es que una vez mi padre lo firme ya no podré divoricarme.
Ese papel estúpido lo inventaron porque mucho antes -cuando los matrimonios forzados era lo único que existía- las parejas que no se amaban y ni mucho menos querían aprender a hacerlo simplemente se divorciaba y eso jodia al reino de no tener descendientes.
Hay miles de reglas que nunca me aprendí y tampoco me interesa intentar aprenderlas.
Mi hermana dijo que sería buena idea pasear por el pueblo pero no me gusta la gente así que mejor me fuí al bosque pero tal vez me adentre un poco más de lo deseado.
No se donde estoy y lo único que he hecho es caminar hacia adelante, no es lo más inteligente pero no es tan fácil como dar la vuelta y estoy de vuelta, no, estuve dando mil vueltas porque pensé que sería fácil volver.
Tropecé con una pequeña piedra y caí por una pequeña colina, no muy difícil de escalar pero al menos no tengo rasguños.
Estaba a punto de empezar a subir la colina hasta que me percate de unas rejas o más bien una entrada a lo que parecía ser un parque o algún lugar con bastante vegetación.
Me acerque y me di cuenta de que no había juegos de niños o bancas. Esto no era un parque.
Subí la vista hacia el cartel que estaba arriba de las rejas que indicaba el nombre de lo que esto fuera.
"El jardín de las luciérnagas"
Lo reconocí.
Esto era un cuento famoso que se les decía a los niños para que no fueran al bosque. Si entraban entonces el demonio que vivía en el jardín se los comería.
Nunca creía que fuera algo real, pero decían que era prohibido, que aquí se hacían varios rituales satánicos.
Empuje las rejas que parecían haber sido tragadas por la tierra gracias a los bastantes años que había sido abandonado.
Caí de boca cuando logre abrir las rejas y empecé a ir más adentro del jardín.
Encontré lo que parecía ser un ritual lleno de garabatos. No creo en eso de los malos espíritus o esas estupideces.
Habia sangre seca al rededor. Me daba curiosidad saber que era lo que pasaría si dejaba caer mi sangre sobre ese círculo lleno de pequeñas gotas de sangre que con el tiempo se formaron en un gran charco.
Ví que había una piedra bastante puntiaguda con la punta manchada de sangre. La tome y me corte el dedo. Esto no es higiénico.
Deje caer las gotas de sangre sobre el pequeño círculo.
Evidentemente no pasó nada.
Me di la vuelta hasta de repente todo empezó a temblar.
Sentí como el piso se abría justo detras de mí. Cerré los ojos con fuerza y me di la vuelta poco a poco.
Un chico, no, más bien un demonio con cuernos, cola y volaba, solo éso.
No es sorprendente como pensé.
-¿quien eres? ¿Por que yo no te asustó? ¿Por que no has muerto al verme?-. Me pregunto al verme.
-¿que?
Suspiro
-escucha, antes de evidentemente morir yo fuí un pecador. En el infierno tenía la opción de quemarme en las llamas a demostrar ser amable para poder volver a vivir. Tengo la opción de renacer y la de simplemente convertirme en humano sin necesidad de volver a vivir mi vida. Y todos los anteriores a ti pues murieron al verme y pues ya sabes- Respondió como si no me acabará de contar la cosa más loca de este maldito mundo.
-¿te tengo que ayudar?- me estaba cuestionando muchas cosas.
-Sí.
Me quedé atónito.
Se suponía que iba a hacer un simple recorrido por el bosque, no a despertar a un demonio y ayudarlo a volver a vivir.
-¿y vas a renacer o solo apareceras en el mundo como alguien ya existente pero que absolutamente nadie conoce?-. Lo iba a ayudar porque bueno, es mi problema.
-Volveré a vivir-. Río y por fin me vio a la cara.
Sus ojos eran rojos como el maldito fuego.
Aunque creo que el fuego es naranja.
-Bien, bien, tal vez esto no sea tan malo. ¿Como te llamas?-. Pregunté lo primero que vino a mi mente.
-Darius, ¿y tu?
-Lawrence.
-que nombre de maricón-. Rechisto e hizo una mueca de asco.
No tengo tiempo para pelear con un demonio.
-¿y como te tengo que ayudar?-. Pregunte y se quedó callado.
-tienes que ayudarme a hacer cosas buenas y pedirle perdón a las personas que lastime-. Respondió frío.
-¿como les pediras perdón exactamente?
-Visitaré sus tumbas y les pediré perdón, después tú me ayudaras a hacer casa buenas para poder vivir, eso lo sabes-. Dejó de levitar y apoyo sus pies en suavemente en el piso.
-sus tumbas no estarán muy lejos de todas formas, ¿no es así?-. Si me decía que estaban lejos me iba a poner a llorar.
-están en Belice.
-¡¿que?!
-Si, vivía en Belice antes de morir pero como castigó me mandaron hasta aquí-. Hijo de...
-Darius, estamos en Inglaterra, en la maldita Inglaterra-. Cerré los ojos y me deje caer al piso.
-No seas dramático, no será tan difícil-. ¿Difícil? No, no será difícil, será misión imposible.
-mi padre me va a matar-. Los ojos se me llenaron de lágrimas por un momento.
-Ya calmate, no es como que tu padre fuera el rey-. Su sonrisa juguetona desapareció poco a poco al ver que no decía nada. -¿verdad?-. Su cara se torno preocupada.
-estoy jodido.
-estamos.
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El jardín de las luciérnagas
FantasiaLawrence, un príncipe que pronto tendra que ocupar la labor de su padre como rey decide ir al bosque para despejar su mente de sus futuras responsabilidades y escapar de los problemas, o eso es lo que él creía. Mientras caminaba por el bosque, el p...