Quemaré el mundo por ti. [Goyuu-Au] Omegaverse

Yo quemaría en mundo por ti.

[Goyuu- Omegaverse]

El incesante canto de las cigarras  rompía el silencio que se formaba en la estación solitaria.

Allí, con la vista en sus zapatos, pero la mirada perdida en un lugar muy oscuro, se encontraba un joven de cabello negro.

Suguru Geto,  Alfa; estudiante de la escuela de hechicería, quién se encontraba en ese momento en camino a cumplir una misión en un pueblo alejado de todo, posiblemente también de los ojos de Dios.

Exorcizar para el se había convertido en una carga, en un bucle sin fin.

Exorcizar, absorber.

Exorcizar…absorber.

Las maldiciones dejaban un mal sabor de boca, literal y metafóricamente. Estaba exhausto, su mente siempre estaba trabajando por alejar los malos pensamientos. Pero no importaba cuánto se esforzara, aún podía escucharlos.

Ahora mismo el ruido de la cigarras era ensordecedor a su alrededor y aún así, Geto solo podía escuchar los aplausos.

—Vaya mierda de sitio, ¿Eh?. —Súbitamente una voz le sacaba de sus pensamientos. Levantó la mirada lentamente hasta encontrarse con la persona que le habló, aún si había reconocido la voz fue una sorpresa ver allí a su amigo.

—Satoru.— Susurró con asombro.

—Suguru.—Respondió  imitando el tono contrario. —¿Cuánto tiempo te dijeron que tardaría el tren?

—Un par de horas. —Respondió  haciéndose a un lado para dejar sentar al albino, aún si había más lugares donde sentarse. —Pero eso fue hace unas horas. —Agregó al ver la mueca de desagrado que hizo su amigo.

—Que bien, al menos no vamos a morir de aburrimiento.—Gojo se dejó caer al lado de Geto, acomodando su brazo en el respaldo de la banca, tras la espalda del moreno.

Permanecieron en silencio por unos minutos, no era incómodo entre ellos, incluso  si parecía que ambos aún cargaban con algunos demonios que aparecían incluso más mientras permanecían callados.

—¿Y a dónde vas exactamente? —Preguntó Geto, disipando con su voz el sonido del palmoteo fantasmal de su memoria.

—A un pueblito de mierda…—Buscó un mapa a su alrededor, finalmente encontrando uno cerca de Geto, quien seguramente lo estaba utilizando para guiarse.—Más o menos por aquí.

Señaló un punto en el mapa que parecía estar aislado de todo, aún así la información hizo que el menor de los dos arrugara las cejas.

—Es a dónde voy. —Musitó el moreno con seriedad.

—Vaya, que coincidencia. —Comentó volviendo a la pose que tenía antes, con su brazo tras la espalda de Geto.

Permanecieron en silencio unos minutos más hasta que finalmente el tren llegó, aunque más que un tren parecía una tranvía.

Abordaron, a parte del maquinista parecían ser los únicos alli, aún con todo los lugares disponibles se sentaron uno al lado del otro.

Mientras más avanzaban, menos gente veían en su camino y las distancias entre una propiedad y otra se hacían más extensas. Geto observó aún así, que la fuerza de la naturaleza había hecho estragos en algunos pueblos bajo las montañas.

Algo en el debió cambiar lo suficiente para que Satoru se removiera incómodo a su lado.

—Oye… —Empezó a hablar Gojo, pero fue interrumpido por una voz monótona.

—Satoru, eres el más fuerte ahora. ¿No?

—¿A qué viene eso? —Preguntó, normalmente hubiera hecho dotes de su humildad diciendo “Obviamente soy el más fuerte”, pero había algo en el olor de Suguru que le advertía que no era momento para eso. Su amigo se enojaría si supiera que estaba detectando sus emociones a través del olfato, era hipócrita de su parte cuando él había bloqueado todo eso de los sentidos de Suguru con el infinito.