Prólogo:

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—¡Suguru! —gritó una voz detrás de él.

Casi inmediatamente después, un brazo se envolvió alrededor de sus hombros y lo acerco al costado de un adolescente alto de cabello blanco. Suguru resopló antes de darle un codazo al individuo y alejarse de él.

—Satoru. —respondió al grito con una voz más suave que la del contrario.

Satoru sonrió inmensamente y pronto volvió a acercarse a él.

—¿Hiciste la tarea de Yaga? —preguntó.

Suguru suspiró y sacó de su mochila la libreta de la materia, la al Satoru tomó con una gran sonrisa en sus labios. Le agradeció con voz cantarina y guardo la libreta de Suguru en su mochila.

Pronto, Ieri se unió a ellos en silencio. Tenía el celular de fuera y también sus cigarrillos. Suguru puso los ojos en blanco al verlos, pero no le dijo nada. Comenzaron a caminar en dirección a su salón de clases, pasando por el umbral de la escuela.

Ieri se la pasó quejándose acerca de las tareas que dejo la vieja castrosa de química. Satoru se la pasó de acuerdo con ella y Suguru se limitó a escuchar. Estaba contento con solo escuchar a los otros dos hablar, al menos hasta que vió a Satoru sacar una paleta de su bolsillo y a Ieri sacar un cigarrillo.

Los tres ya estaban en los terrenos de la escuela y Suguru no quería una visita a la oficina del director tan temprano por la mañana, muchas gracias.

—Satoru... ¿Qué te he dicho acerca de los dulces en la mañana? —dijo, mirando a Satoru con una ceja arqueada.

Satoru movió poco a poco su brazo para volver a guardar la paleta, pero Suguru hizo la vista gorda por ahora.

—¿Ehhhh? —Suguru escuchó a Satoru preguntar, cómo si Suguru no supiera ya lo que estaba pensando.

—Los tres comeremos comida decente antes de comer dulces... —dijo Suguru, arrebatando la paleta de las manos de Satoru. Al mismo tiempo, vio a Ieri tratar de guardar sus cigarrillos, pero logró tomarlos a tiempo—. Y fumar cigarrillos.

Satoru, que tenía la boca abierta y un aura que gritaba 'traición'. Tenía la mano sobre el pecho y aunque llevaba puestos sus lentes, Suguru sabía que sus ojos estaban bien abiertos. Aunque no es la primera vez que Suguru le quita un dulce a Satoru, porque en serio, su mejor amigo siempre come dulces, a Satoru le encanta exagerar. Satoru lo llama su encanto, Ieri y Suguru lo llaman parte de su idiotez.

—¡Pero no es justo! Dile, Ieri, dileee.

Satoru agarró el brazo de Ieri y lo sacudió. Ieri, por otro lado, lo miró con pura traición en sus ojos.

—Creo que debo ponerme del lado de Satoru esta vez. ¿Qué carajo, Suguru?

Suguru se río de ambos mientras guardaba las cosas que les acababa de quitar a sus amigos. —¿Qué? ¿No puedo preocuparme con ustedes? Estamos empezando el día y ya están con sus vicios, malditos adictos.

Se colocó la mochila correctamente y siguió caminando en dirección a su salón de clases, sonriendo al escuchar a Ieri resoplar y a Satoru quejarse de que esa era la única paleta que tenía (aunque eso era mentira y los tres lo sabían).

Muy pronto, los otros dos le siguieron el ritmo y caminaron uno al lado de otro, Ieri miraba su teléfono al no tener un cigarrillo a su izquierda y Satoru estaba a su derecha, caminando tan cerca que sus hombros se rozaban constantemente. No es que a Suguru le moleste, el contacto físico es un tema sensible para Satoru, pero Suguru sabía que Satoru quería el contacto y lo disfruta. Además, bien, Suguru también lo disfruta.

¿Satoru y yo..?  | SATOSUGU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora