Baños en el espacio

942 56 13
                                    


Neptuno lo había visto un par de veces.

¿Qué es eso que flota en el espacio? Se preguntaba, pero no había nadie que pudiera responder a ello.

Lo había visto estático en tantos lugares como si se clonara, era grande y desde su posición, lejos de todos los planetas -por ser el último de ellos- lo veía todo.

Desde las grandes proporciones de Júpiter y Saturno hasta la pequeña silueta turquesa, opaca por el vapor que empaña la puerta de cristal. Era una regadera, lo entendió después y tenía puertas de cristal a diferencia de las puertas metálicas del baño más pequeño ubicado cerca del cinturón de asteroides porque se habían olvidado de la existencia de Neptuno. Creían que Urano era el último de ellos.

Y aún así, el azulado pasaba por alto a los gigantes gaseosos, su interés solo impuesto cuando la silueta borrosa mostraba el intenso turquesa, y es que la imagen poco visible resaltaba un bonito trasero, voluminoso y redondo que botaba suavemente con cada paso que se diera. No era exageradamente grande, pero sí el más grande que había visto y eso era lindo.

-•-

Pero Neptuno es despistado, demasiado despistado, tanto así que no reconoció el turquesa del otro planeta cuando lo saludo —No te había visto por aquí— aquellas palabras que no encajaban en él las obligo a hacerlo —Yo tampoco. ¿Eres nuevo?— giro la cabeza mientras sus ojos dispararon a varios lados y la voz infantil se volvió icónica.

Urano rio, era la risa más bonita que había escuchado y estaba ansioso por presumirla a Guillermo, un pequeño asteroide que es su único amigo -el único que le hace compañía al solitario planeta- aunque nunca está solo, Neptuno es así, se pierde demasiado de su entorno que no se da cuenta que sus lunas comandadas por Tritón siempre están con él.

Una bonita amistad que iba y venía, pero siempre se mantenía surgía entre ellos, Neptuno disfrutaba tanto de asustar a su nuevo amigo e incomodarlo acercándose demasiado a él, surgiendo de ello pequeñas bromas y peleas, todo marchaba aunque había algo, un olor podrido que brotaba suavemente del otro, nunca dijo nada porque realmente no le molestaba.

Después comprendería que se trata del sulfuro de hidrógeno que se encuentra en su atmósfera.

-•-

De eso hacía siglos, hoy finalmente estan dentro del baño, es una regadera lo suficientemente grande para cubrir a los gigantes gaseosos por lo que hay espacio de sobra entre los dos planetas helados, y toca el primer baño de Neptuno desde su existencia.

Urano explica la funcionalidad de todo al mismo tiempo que dice que todo es obra de Tierra y le esta agradecido.

—Cada uno tiene sus propias cosas y cuando se acaban le decimos a Tierra que rellene los recipientes, pero si quieres yo le puedo decir a Tierra que me dé uno extra para tí— su sonrisa complaciente hace que el azulado ladee la cabeza, pero antes de poder decir algo, el turquesa continúa.

—Hay otro baño para las lunas, ya que hay muchas por aquí consideramos un espacio propio para ellas— la mano enguantada del anillado sostiene a sus lunas superficialmente y sus lunas guiaron a las lunas de Neptuno -que desconocía estaban con él- al lugar señalado, dejando solos a los planetas.

Talvez sea por descuido, quizá la curiosidad, a lo mejor y lo sabía, pero Neptuno abre la llave de la regadera justo cuando el turquesa toma un jabón líquido corporal en manos para hablar sobre él.

—Este es mío, tiene un fuerte aroma a miel, te lo prestaré hoy, pero solo por hoy, no puedes usarlo después.— el discurso se corta cuando el agua fría moja su ropa alejándose al instante con un grito.

Baños en el espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora