Mundo Prediluviano

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La muerte de Abel aplastó el corazón de Adán y Eva. Su primogénito, arrebatado por la violencia y el odio, dejó un vacío inmenso en su mundo perfecto. Pero Dios, en su infinita bondad, les regaló otro hijo: Set. Él y su generación no se parecían a Caín y sus seguidores. Adoraban a Dios con fervor y corazón puro, y sus ofrendas eran bendecidas por el Señor. En cambio, Caín y sus descendientes se hundieron en la oscuridad. Dominados por sus deseos carnales, se entregaron a la violencia y la injusticia. Sus ciudades se convirtieron en nidos de corrupción. Eran arrogantes y brutales, creyéndose superiores a todos, sin remordimientos por sus actos. Mataban para obtener lo que querían, robaban y oprimían a los más débiles, desafiando a Dios.

Con el tiempo, la humanidad se multiplicó y nacieron las hijas de los hombres, desendientes de Cain y sus hermanos, estas mujeres eran realmente hermosas y cautivadoras. Los hijos de Dios, descendientes de Set, las vieron y se enamoraron, tomando para sí esposas entre las más bellas. La raza humana se expandió y las ciudades crecieron, cada vez más grandes y sofisticadas. Construían casas con madera, arcilla y huesos de animales, y sus campos de cultivo rodeaban las ciudades, prosperando de la agricultura y la ganadería. La vida en las ciudades era próspera y tranquila. Los hombres se dedicaban a sus trabajos y familias sin preocupaciones. Pero su felicidad era una ilusión. La unión entre los descendientes de Set y el resto de la humanidad cubrio la tierra con un manto de oscuridad, la maldad se expandió por el mundo abriendoles las puertas a los ángeles caídos, expulsados del cielo por su rebelión, quienes observaban a los hombres desde las sombras, decididos a corromperlos y llevarlos a la destrucción.

Un día Heliel se reunió con sus comandantes más allegados y sus ejércitos en la cima de un gran monte desde donde podían observar las ciudades del valle. El diablo que con poderes de magia e ilusión se hace ver como un ser humano bien parecido y esbelto con cabello rubio platinado, su rostro es un contraste entre hombre y mujer, él se dirigió a sus súbditos con un tono de voz tan lujurioso y egocéntrico que su voz y sus expresiones corporales se volvían amaneradas. Sus ojos brillaban con una luz malvada y su boca se curvaba en una sonrisa cruel.

Mmm... ¡Mis queridísimos súbditos! ¿Han visto cómo se multiplican esos ilusos mortales, en medio del caos y la oscuridad? ¡Es algo simplemente divino! Jajaja... Y pensar que yo, con mi encanto seductor, los he apartado del creador asiéndoles comer de aquel fruto prohibido. Ahora seremos los dueños de este mundo, Ya es hora de que Yo, el Príncipe de las Tinieblas, descienda con todos ustedes _ dice el diablo extendiendo su brazo hacia sus súbditos con un suave y delicado movimiento _nos mostraremos ante ellos como sus nuevos dioses y reinaremos sobre ellos. Mi plan es tan perfecto mmm... Los haremos avanzar a pasos agigantados y a cambio construirán para nosotros gloriosas ciudades y monumentos a nuestro honor, que durarán por generaciones. Imagínense mis queridos súbditos, ser venerados con ofrendas de oro y sangre. Les daremos un mundo donde la lujuria y el caos reine. Porque verlos sufrir es mi mayor deleite jajaja...

Heliel dejó escapar una exorbitante risa burlona y diabólica, al mismo tiempo que sus ejércitos alzaron sus puños y vitorearon un grito de batalla. Los ángeles caídos se prepararon para su descenso a la Tierra, estaban ansiosos por cumplir su plan de dominar a la humanidad y llevarla a la perdición.

En un día como cualquier otro en la ciudad de Enoc la cual fundó Caín, los ciudadanos estaban inmersos en sus rutinas diarias cuando, de pronto y sin aviso, una gran nube negra apareció en el cielo. La nube se acercaba cada vez más a la ciudad y las personas comenzaron a alarmarse. Algunos decían que era una señal de los dioses, mientras que otros creían que era una señal de mal augurio, la nube finalmente llegó a la ciudad y una luz brillante surgió de ella, cuando la luz se desvaneció, las personas vieron la gran nave de Heliel, el pánico se apoderó de todos los aldeanos. El humano por naturaleza le teme a lo desconocido y esta aparición era algo extraño a sus ojos, todos corrían de un lado a otro, gritando y buscando refugio. El rey de la ciudad escuchó el alboroto y salió de su habitación hacia el balcón real, observaba con asombro la ciudad convertida en un caos, luego alzó su mirada al cielo y la visión de aquella nave lo paralizó por un instante, sin embargo, logró mantener la cordura y alertó a toda la guardia de la ciudad. En pocos minutos el rey acompañado por sus guerreros, que empuñaban armas hechas de piedra y hueso, vestían armaduras primitivas, salieron a defender la entrada de la ciudad. En ese momento, de la nave descendieron nueve objetos dorados en forma de huevos. Al tocar el suelo cada uno abrió una escotilla de la cual salieron nueve ángeles caídos con Heliel, cinco de ellos se mostraban como animales humanoides, uno como leona con cuerpo femenino, otro como águila masculino, el tersero un toro, el cuarto como un perro del desierto y el ultimo como un tipo de reptil femenino. Los últimos tres eran como esfinges: una leona alada con cabeza de mujer, un león con cabeza de hombre y un toro alado con cabeza de hombre. Todos estaban vestidos con elegantes atuendos dignos de la realeza, entre todos había un sincretismo de todas las grandes culturas como la egipcia, la mesopotámica, Asiatica, Mesoamérica etc.

Guerra De Espiritus/GénesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora