31 - Final

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Hannibal cargó a Will con cuidado hasta la cama, depositándolo sobre las sábanas. Se recostaron, compartiendo un beso mientras se acariciaban. Hannibal abrió el cajón de la mesita de noche y sacó una pequeña botella de lubricante, ofreciéndoselo a Will, quien lo rechazó.

-Estaba pensando que... Esta noche podría ser yo quien estuviera abajo -dijo Will con determinación, aunque estaba nervioso

Los ojos de Hannibal brillaron y se dilataron ligeramente. Will pudo percibir el latir acelerado de su corazón.

-¿Has olvidado tus inhibiciones? -preguntó Hannibal, deslizando sus dedos con ternura por la mejilla de Will, como si quisiera calmar cualquier atisbo de inseguridad.

-Quiero intentarlo.

Will se sumergió en sus propios pensamientos. Fue criado en un entorno que siguió los parámetros clásicos de masculinidad. Aunque su padre no había inculcado ninguna forma de homofobia, haber crecido en Luisiana había impreso ciertos patrones en su mentalidad. La idea de la penetración, de cualquier tipo, no encajaba en su concepción tradicional.

-¿Estás seguro?

-Sí, solo... no sé si me gustará -respondió Will, un poco inseguro, sin hacer contacto visual.

Will había intentado explorar por su cuenta un par de veces con sus dedos, pero nunca lograba sentir placer. La escasa excitación que conseguía alcanzar se desvanecía rápidamente, dejándolo frustrado y abrumado

Hannibal lo besó. Con movimientos lentos y deliberados, se despojaron mutuamente de su ropa. Ambos ya estaban duros.

-Me temo que hoy no podremos llevar a cabo la penetración, sería doloroso para ti -informó Hannibal, besando su frente.

Aunque Will estaba acostumbrado a lidiar con ciertos tipos de dolor, ese en particular quería evitarlo, deseando que esta experiencia fuera placentera y libre de molestias innecesarias.

-¿Qué procede?

-¿Confías en mí? -preguntó Hannibal, buscando su aprobación. Will asintió-. ¿Podrías ponerte en tus rodillas y codos sobre la cama? Creo que es la mejor posición por el momento

Will siguió las indicaciones de Hannibal. Cuando estuvo en la posición sugerida, experimentó una sensación de vulnerabilidad que lo hizo sentir expuesto y avergonzado. Tratando de mantener su compostura, ocultó su rostro entre las sábanas, intentando relajarse y controlar sus emociones.

Hannibal, con un tacto suave y medido, deslizó sus manos por la espalda de Will, acariciando sus costados y ascendiendo hasta sus hombros. Se inclinó ligeramente hacia él, susurrando en su oído con una voz serena y apacible:

-Eres magnífico, Will. Tan hermoso para mí -dijo, buscando calmarlo y reconfortarlo con sus palabras.

El calor del cuerpo de Hannibal desapareció momentáneamente de su espalda, y Will dio un respingo al sentir las manos de Hannibal comenzando a masajear su trasero.

-Relájate, amado. Vas a disfrutarlo

Tratando de seguir las indicaciones, Will intentó relajarse aunque su corazón latía con fuerza, lleno de nerviosismo.

Hannibal, con un gesto inesperado, mordió uno de sus glúteos antes de separarlos, exponiendo la zona deseada. Will sintió una oleada de vergüenza que recorrió todo su ser, se encontraba completamente expuesto. Giró la cabeza para ver el rostro de Hannibal, quien parecía estar satisfecho y complacido con la situación.

El aliento cálido de Hannibal golpeó la zona más sensible de Will, provocándole un estremecimiento que recorrió cada fibra de su ser.

-¿Qué estás...?

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