Mañana nublada

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Un día común pero con aire de tristeza, el sol en lo alto pero a la vez un cielo nublado, podría ser un presagio, no sabría siendo sincera pero me atraía de sobremanera aquel día, la luz solar que apenas se notaba iluminaba mi camino pero las nubes lo hacían a cada paso dado un poco más nublado casi oscuro que me costaba ver por donde iba. Era tan extraño que incluso mi ser se confundía al admirar aquel normal día pero mi corazón se alegraba por tener un poco de luz en el camino, el viento iba y venía, fresco y relajante pero murmurando palabras que no comprendía.

Caminando por aquel sendero, cante para mí y entonando la melodía entonces me hicieron compañía, pero ¿quien sería? Me preguntaba en el fondo, tal vez algún amigo nuevo y con gran euforia comencé a cantar más alto esperando que se uniera por completo al compas que marcaba tal así fue que cuando lo ví parado a mitad del camino, me acerque después de todo era la muerte quien me sonreía mientras me saludaba así que cuando llegue con él, me tendió la mano y yo con gusto la sostuve, con firmeza, sin dudas le pregunte a mi querido amigo ¿cantamos juntos? Naturalmente él comenzó a emitir silbidos acompañándome, caminando a un lado, yendo a la par mía.

Una canción para nadie y a la vez para todos, una melodía para bailar y cantar, suave, lenta, jamás escuche tan dulce sonido como aquel día en donde unida a la muerte tarareaba a su lado y con él sosteniendo mi mano gracias a aquella situación comenzamos una historia que parecía no tener final. Luego de un rato caminando, me detuve y pregunte ¿hacía donde vamos querido amigo? Curiosa fue su respuesta porque simplemente señalo hacía en frente en donde solo había un largo camino por recorrer pero confíe en mi amigo y con una hipnotizante armonía de nuevo comenzamos a caminar por aquella travesía, ¿quien diría que la muerte sería un buen acompañante?.

¿Quien lo diría? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora