capitulo 39

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Con molestia se movían un poco los parpados de la persona dormida en esa amplia cama. Aún con somnolencia, busca una almohada para cubrir sus ojos, pero sigue siendo inútil y el ruido se seguía escuchando.

Dando vueltas como un gusano yacía Nikita, trató de dormir un poco más. Sin embargo, el ruido continúo de la habitación de alado lo está e irritado como no tenía idea.

Al parecer las habitaciones de los guardaespaldas o huéspedes, no tenía insonorización. De esa manera, evitarían cuál peligro que estuviera acechando a su jefe, escucharían algún ruido fuera de lo común. Saliendo así, al rescate o, ofrecerle su ayuda a Maximiliano.

Nikita fue instalado por una noche en la habitación junto a la de Constantine. ¿Quién fue el de la idea? El mismo alfa de ojos violeta. Pero, quién le dio esa sugerencia fue Jacinto. Ya qué, él no quería tener a Constantine merodeando por los pasillos intentado disimular lo evidente.

En ningún momento se imaginó que su sueño sería interrumpido de tal manera, es verdad que suele levantarse luego. Pero, lo hace porque quiere no porque lo despiertan.

—¡Maldición pueden callarse!—No quiera pero no me quedo de otra que levantarme.

¿Por qué no hay insonorización? Me gustaría quejarme con el dueño, sin embargo, aprecio mucho mi vida y aun soy joven para morir. Está Hayden, con el puedo quejarme tanto como quiera para que arregle este problema...espera, ¿no es cómo sí vendré a dormir ha esté departamento?

—Señor Jacinto.—Toca la puerta.—¿Puede dejar de hacer ruido?—Sugiere, pero nadie responde—¡Son las 4 de la mañana, por el amor a Dios!—Se quejó.

No rindo bien en el día, si no descanso lo suficiente. Peor cuando, luego salir de la universidad toca ir al trabajar, es el doble de pesado. Por eso, trató dormir tanto como puedo.

—¿Por qué no responde sí todavía puedo escuchar ese ruido?—Vuelve a tocar la puerta.—¿Se encuentra bien?—¿Choco se quedo con Jacinto? Solo eso explicaría los ruidos de perro, ahí adentro.

El joven alfa no sabía que la puerta que se encuentra tocado, es la de Constantine. Después de casi ser estrangulado por Maximiliano, y discutirá por unos minutos con Constantine, por verlo sostenido sin su autorización. Nikita se fue a dormir donde Jacinto, le indicó. Creyendo que el mencionado sería su vecino por una noche, y no, el alfa de ojos violetas.

—¿Señor jacinto...?—Mi cara fue golpeada salvajemente por las salvajes feromonas salientes del interior de la habitación.

Cubrí mi boca y naríz para evitar seguír inhalado ese olor, solo fue por un instante, pero mis fosas nasales fueron impregnadas...tan nauseabundo.

¿Jacinto a entrado en su rut? Juraría que era beta, eso es lo de menos. Necesito ponerle seguro a está puerta, nadie tiene que entrar. Lo único bueno de este departamento, es que aquí no trabaja ningún omega. ¿Creó?

—¿Quiero vomitar?

Nikita que trata de alejarse de ese inminente peligro y desagradó para su olfato, y él que es jalado hacia el interior de la habitación. Impactado su espalda en la puerta que fue cerrada impidiendo así, que se fuera.

—¡¿Usted?!

El cuerpo de joven se estremecio al ver ese color violeta, desorientado, brillante cual luna en el cielo azabache. Era como estar viendo un animal salvaje con sus colmillos queriendo morder el suave y pálido cuello de Nikita.

Nikita se tensan cada vez que, Constantine olfatea a su alrededor. Esa jadeante respiración y aliento era tan caliente al momento de impactar con su piel eriza.

Rosa sangrientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora