🌼 RAYO DE SOL 🌼

10 1 0
                                    

¿Sabes por qué el diente de león crece en cualquier lugar? ¿No? Entonces te contaré esta bella leyenda de esta flor tan valiente.

Todo empezó hace muchos años en un bosque a las afueras de un pueblo en Europa. Este bosque era conocido por su enorme variedad de flores, pues estas poseían un gran encanto: eran bellas y de aroma hipnótico para cualquiera. ¿Pero quién se encargaba de todas las flores? De ellas cuidaba una ninfa de apariencia hermosa, sus ojos rosados eran lo más curioso de ella.

La pequeña ninfa llamada Alba jamás salía de aquel bosque, ya que su temor por los humanos era algo demasiado arraigado en ella, pues desde pequeña vio lo desalmados que llegaban a ser. Su vida siempre fue tranquila, uno que otro humano entrando al bosque pero nada fuera de lo normal; hasta que un día, una humana llegó más allá que cualquiera que hubiera entrado el bosque. La humana era de aspecto gentil, su pelo castaño descansaba suavemente en sus hombros y su pequeño morral se mecía suavemente con el viento.

Alba se encontraba escondida detrás de un matorral de rosas, ella veía curiosa a la humana que se había adentrado ese día en su bosque. La mano de la humana tocaba gentilmente los pétalos de las flores, se paseaba de arbusto en arbusto hasta que llegó donde Alba se escondía.

-Oh, hola, ¿de que te estás escondiendo?- la voz de la humana sobresaltó a Alba pues no esperaba ser descubierta.

-De ti...- su voz temblorosa y con miedo respondió a la pregunta de la humana.

-Oh, disculpame, solo vine a ver las hermosas flores de este bosque- la humana mantuvo una una gran sonrisa, pero esto en vez de ayudar asustaba más a Alba, ya que jamás interactuo tan de cerca con un humano.

La humana se desconcertó al ver a la pequeña extraña más asustada que antes, su mente intentaba encontrar una forma de que dejara de tenerle miedo, y una idea cruzó por su mente.

-Creo que debería presentarme, me llamo Sol ¿Cual es tu nombre?- su tono era completamente amigable, mientras ella decía esto extendió su mano hacia Alba en forma de disculpa por asustarla.

-Me llamo Alba- su voz, aunque temblorosa, sonaba con menos miedo que antes, Alba estrechó su mano aceptando esa pequeña disculpa silenciosa.

Sol se sentó junto a Alba para poder conversar, Alba al principio se alejó desconfiada, pero como vio que Sol no se movía hacia ella o hacia algo para tocarla se tranquilizó. Pasaron horas hablando del bosque, de las plantas, de los animales y en especial, lo que llevó a que se conocieran en primer lugar: las flores.
Una vez que el cielo se llenó de bellos tonos naranjas y ultramar, Sol se tuvo que despedir de Alba para regresar a su pueblo. Sol se despidió, prometiendo llegar al día siguiente, justo a la misma hora de hoy.

El estar juntas se convirtió en rutina, casi como un hábito indispensable para las dos; las horas se convirtieron en días, los días en semanas y las semanas en meses; su vínculo crecía más y más, haciendo que entre las dos se instalará un sentimiento más allá de la amistad.

Era un día como cualquiera, Alba se encontraba emocionada y nerviosa por lo que tenía planeado hacer ese día: iba a confesar lo que realmente sentía, sabía que podría ser algo apresurado, pero se sentía totalmente segura.
Alba esperó pacientemente a la hora de que Sol llegara, pero esa hora pasó, y otra, y otra; una tras otra iban pasando las horas haciendo que Alba se sintiera realmente mal, su corazón se apretó al pensar que ella jamás regresaría. Ya había caído la noche y con ella las esperanzas de Alba también; estaba a punto de deshacer todo lo que había preparado cuando escuchó una voz conocida.

-Alba, perdón la tardanza, tuve algunos problemas antes de llegar- su voz y su mirada estaban apagadas, sus brazos y piernas estaban llenos de moretones y raspones, su ropa estaba sucia y rota, todo esto alarmó a Alba por completo.

-¿¡Pero qué te pasó!? No debiste venir si te encontrabas tan mal- Alba se acercó rápidamente con preocupación, su mente no paraba de pensar en lo que pudo haber pasado; ~"esos humanos, de seguro ellos fueron los culpables"~ fue lo que pensó ella con resentimiento.

Sol intentó explicar que pasó, que no era para tanto, pero Alba estaba más preocupada por curarle todas sus heridas. Ella la llevó hasta un pequeño claro en el interior del bosque, hizo que Sol se sentará y procedió a curarle sus heridas con hierbas que Sol desconocía por completo. Alba se veía totalmente destrozada, sus ojos rojos y su respiración cortada delataba el dolor que sentía por ver a Sol así.

Alba terminó de curar las heridas de Sol, y con esto se formó un silencio incómodo donde sólo se escuchaban lo ligero hipidos de Alba.

-Oye, Al, estoy bien si, no me paso nada que no pueda soportar- Sol intentaba tranquilizar a Alba, pues no le gustaba verla triste.

-Fueron ellos, ellos te hicieron esto- su voz estaba cargada de rabia y dolor, para ella los humanos son detestables.

-¿Quienes? ¿De quiénes estás hablando?.

-De los humanos, ellos siempre lastiman lo que más amo- su voz mostraba resentimiento contra esa raza que solo destruía todo a su paso. Sol se sorprendió de la forma en la que se refería a los de su misma especie. Sol se acercó a ella y la abrazó, esperando que con eso se pudiera disipar el odio y dolor que sentía Alba en ese momento.

-Tal vez sí fueron ellos, pero es por culpa de su mente cerrada, todo les parece raro y más cuando dos iguales se aman de verdad- el amor y comprensión estaban presentes en cada palabra que salía de sus labios, Alba se sorprendió por lo que ella estaba diciendo ¿Acaso estaba correspondiendo su indirecta declaración? Esa noche fue realmente especial para ambas,esa noche descubrieron que sus sentimientos no eran únicamente unilaterales; con eso, ambas juraron proteger ese amor de todos aquellos con mente cerrada. Pero no todo fue bello, Sol llegaba al bosque con cada vez más heridas, cada vez más cansada, y algunas veces tardaba hasta 2 días en regresar, hasta que un día no regresó. Pasaron dos días, después tres, cuatro, cinco; hasta que se convirtió en una semana, Alba perdió total esperanza de volverla a ver.

La última noche de aquella semana donde Sol no volvió a regresar, Alba se encontraba en la orilla del lago mientras observaba el cielo estrellado, cuando a lo lejos logró divisar un extraño bulto que se hallaba atorado en una gran raíz. Se acercó cuidadosamente hasta estar frente a este, justo en el momento que vio el rostro del bulto extraño se lanzó a llorar, su pecho se apretó y sus ojos derramaba a mares lágrimas; era ella, era el cuerpo de Sol el que estaba ahí, era ella y no había duda alguna.
Alba decidió llevarse al cuerpo para darle a ella un lugar digno para descansar, fue hasta el claro y cavó un pequeño hueco donde puso con delicadeza el cuerpo de Sol y lo cubrió con la misma tierra que anteriormente había sacado. Alba se quedó frente a la tumba improvisada toda la noche, sin embargo, no pudo permanecer despierta y cayó rendida ante el sueño. Al día siguiente Alba despertó con los primeros rayos de sol en su cara, vio en dirección a donde estaba enterrado Sol y vio ahí una flor, era amarilla como el sol, lo sorprendente fue que esta flor creció en un lugar peculiar del bosque, ya que en aquel claro jamás había crecido vegetación.

Alba observó la flor como si la misma Sol estuviera ahí, su mano tocó aquella flor con gran amor y gentileza; al momento de que sus dedos rozaron los pequeños pétalos estos se convirtieron en en pequeñas pelusas blancas que volaron y se esparcieron por doquier en aquel claro del bosque.

Y tal como Sol lo fue cuando estaba viva, esta flor fue fuerte ante cualquier dificultad, pues creció en cualquier lugar donde ella encontrará camino.

Rayo De Sol ~🌼🌼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora