CAPÍTULO 38 "EL PRIMER MES Y... ¿CONTANDO?"

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Oliver.

26 de diciembre.

5 días para año nuevo y 7 para regresar a Nueva York.

«Ya me hace falta respirar aire de Queens»

No me faltaba mucho para salir de Nueva Jersey y, aunque los días no eran horribles, sí eran pesados, con Joshua las cosas se pusieron tensas esos días, ya que no nos dirigíamos ni la mirada y era lo mejor, pero eso no quitaba que el ambiente fuera pesado.

Pero aquel 26 de diciembre no era cualquier día, era mi... ¿mesiversario? Sí, creo que es la palabra correcta. El punto era que, cumplía 1 mes de noviazgo con Camile y estaba emocionado, y es que, si me tocaba hablar de Camile en mi vida, posiblemente nunca acabaría, ella era una persona muy especial y la quería mucho, me había llamado la atención desde el principio y estaba dispuesto a todo por ella y aunque una parte de mí tenía miedo, cuando estaba con ella desaparecía, sabía que con ella podía ser yo, no necesitaba esconderme porque confiaba en ella, sabía que no me haría daño.

Me propuse no salir de mi cuarto en todo el día y es que Camile ya tenía algo planeado, entonces solo me alisté y le robé unos plumones a una de mis primas pequeñas, ella tenía muchos y a mi Camile me había mandado unos dibujos para colorearlos.

Ella había planeado nuestro encuentro alrededor de las de las cuatro de la tarde para que nos diera tiempo de ver una película, ella dijo ya tener todo planeado, así que solo me apegué al plan.

Después de desayunar miré la lista que me había mandado.

1.- Colorear los dibujos.

2.- Jugar en línea.

3.- Ver una película.

Me puse a ver "Friends" en mi cuarto mientras esperaba que diera la hora de conectarme en Skype.

No era tan tarde cuando llamaron a mi puerta.

—Hola, mi amor — saludó mi mamá abriendo la puerta.

—Hola, ma ¿qué pasa? — pregunté incorporándome en la cama.

—Bueno, es que tus abuelos no pueden ir a comprar lo que falta para la cena — me informó.

«Ay no»

—Y bueno, te toca ir con tus primos.

—Pero mamá — me quejé levantándome de la cama.

—Ningún, pero Oliver.

—De todas formas, no puedo. A las cuatro voy a hacer llamada con Camile, tengo que estar listo.

—A penas es la una de la tarde, Oliver.

—Pero la puntualidad es algo importante.

—Sí, ahora toma tu chaqueta, porque van a llegar tarde y te están esperando.

—Mamá —me volví a quejar, pero ella me miró con cara de "no empieces", así que solo cerré los ojos, tragué en seco y asentí con la cabeza —de acuerdo, sí, lo haré.

—Gracias.

Dicho eso, salió de mi cuarto y yo tomé mi chaqueta.

Cuando bajé todos estaban en la sala, esperándome, lo cual se me hizo raro, pues ya estaban todos, solo faltaba yo.

«¿De cuándo acá tan esperadores?»

—De acuerdo, ya estoy aquí — dije.

Joshua me miró, pero desvió la mirada en cuanto hicimos contacto visual, entonces fue Luis quien se acercó a mí con una sonrisa burlona.

El chico de la bufanda grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora