En la sombra opaca de la vida de Do Seo-ri, la pérdida temprana de sus padres arrojó sombras de culpa sobre su corazón, culpando a su hermana menor, Do Do-hee, por la trágica muerte de sus progenitores.
Sin embargo, la oscura trama del destino da u...
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Miau.
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Había regresado a su hogar y, sin percatarse, había descansado con una sonrisa involuntaria en su semblante. Jeong Gu-won sonreía por alguien que no fuera él mismo. Era un motivo de celebración.
El día de Seo-ri, por otro lado, transcurrió de manera exasperantemente lenta. El sueño la consumía; deseaba dormir, pero simplemente no podía. Mantenía sus ojos cerrados durante horas, pero el sueño se le resistía. ¿Era esto lo que significaba el insomnio?
Sus ojos ardían, las ojeras eran notablemente pronunciadas, y el sonido de las notificaciones de su celular erizaba sus cabellos. No podía conciliar el sueño, y esos sonidos eran un constante recordatorio.
Tomó su teléfono y lo encendió. En la pantalla principal, marcaban las doce del mediodía. La lluvia persistía, pero ahora era tranquila, convertida en finas gotas que caían, creando una melodía al impactar con el suelo. A pesar del cielo levemente gris y la neblina, el ambiente resultaba tétrico, pero a la vez extraordinariamente hermoso.
Un suspiro llenó la habitación. No sabía qué expresión poner ni qué decir. Solo observaba ese mensaje una y otra vez. ¿Debería... ir?
Se trataba de Yoon Jin-woo, quien sugería encontrarse nuevamente. Ante su insistencia, Seo-ri no pudo negarse. No obstante, pensaba en cómo explicar que no sentía ningún interés por él, especialmente después de enterarse de lo que hizo para evitar su encuentro.
Esta vez, su atuendo ni siquiera fue planificado. Seleccionó algo al azar de su armario y se vistió. Su camisa y pantalón no combinaban en absoluto, y mucho menos sus zapatillas. Ella, parecía distinta, no como Seo-ri.
Se frotó los ojos y salió de su habitación. Se dirigió con calma hacia el exterior de su casa y suspiró, recordando que su auto había sido remolcado. Entonces, vio una oportunidad.
Le pidió al hombre que lo remolcó que la acompañara. Al parecer, Jin-woo malinterpretó la situación y cuestionó por qué le daba su dirección, quedando como un completo idiota al no leer el mensaje completo.
Un automóvil se estacionó frente a su propiedad. Se levantó del suelo y se acercó, intentando abrir la puerta del auto con una mano. Fue en vano; estaba cerrado por dentro. La mueca en su rostro expresaba claramente su desagrado.
Con dos dedos, golpeó la ventana del auto, esperando oír el sonido del seguro. Y cuando lo escuchó, abrió la puerta del automóvil, encontrándose con ese rostro. Su cuerpo quedó inmóvil, observándolo.
— ¿Tengo algo en la cara? — preguntó burlón al ver su mirada —. Sé que soy atractivo, pero no te emociones tanto —.
— Algo tenía que compensar tu nombre — se burló al entrar al auto —. No me sorprendió tu apariencia — continuó —. Me sorprendió darme cuenta realmente de lo que hiciste —.
