21. "El rey loco"

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Su expresión de placer estaba oculta entre esos dos pechos de perfecto tamaño. El aroma de su esposa solo provocaba que acentuara más el agarre en sus caderas. Habían acordado no decir palabras, pero Naruto repetía su nombre como una plegaria, queriendo quizás, buscar una respuesta en ella que le afirmara que no estaba soñando. Ya no tenía dudas de su capacidad, porque la joven muchacha demostraba en más de una manera su satisfacción, siendo la primera unos profundos gemidos, y la segunda largos y dolorosos arañazos en su espalda.

El cabello negro y cedoso, esos ojos oscuros que lo observaban detrás de largas pestañas felinas. No, no lo miraban con condescendencia ni lástima. Se sentía bien, tan bien... Ya el taller no era su refugio del mundo, sinó su preciosa y adorada esposa. Tenía que decirle, pero otra vez el valor menguaba, no soportaría su rechazo.

Abrazó su delgado cuerpo como a un ancla y dejó un camino de besos devotos sobre su hombro, gruñendo después ante la llegada de un orgasmos compartido, el que provocó que las extremidades laxas de la reina apenas lo pudieran sujetar. Sentada en su regazo, rodeados de sábanas deshechas y en la oscura intimidad del lecho, al fin se miraron a los ojos. Saori notó ansiedad, algo de temor, sonrió cuando lo imaginó corriendo a esconderse como un pequeño niño para no enfrentarla; pero en contraste con esos ojos celestes, sus manos cálidas y rasposas no la dejaban ir.

—¿Es cierto que me ama?— preguntó ella, ocultando su nerviosismo con una sonrisa dulce.

—Sí, mi reina...— suspiró entrecortado y huyó de su mirada apoyando la frente en su hombro —Pero du... dudo que tus sentimientos permanezcan si... te enteras de mis aflicciones.

—Eso no lo decide su majestad, aunque sea el rey— respondió Saori, acariciando su espalda ancha y marcada, pero Naruto se tensó más —Yo esperaré, cuando esté listo, voy a escucharlo con atención.

—¿Cómo pu... puedes amar a un hombre si no sabes como es realmente?— gruñó y se separó un poco cuando notó que Saori se demoraba en responder. Sin embargo, en cuanto lo hizo, la chica colocó ambas manos en sus mejillas y lo acarició.

—Mi madre me decía, cuando era niña, que tenía cierta capacidad para meterme siempre en problemas— resopló y luego permitió que Naruto la acomodara de espaldas en el lecho, colocándose él justo a su lado y cubriendo su desnudes con delicadeza —"El que siembra vientos, recoge tempestades, Sasuke"— rió con nostalgia —Casi puedo escucharla.

—¿Sasuke?

—Es mi segundo nombre— se encogió de hombros —Padre lo tenía elegido pensando que sería un niño, pero no ocurrió así. No se burle...— advirtió, fingiendo enojo.

—No, no lo haría. Es lindo— halagó, recibiendo la ceja levantada de la reina —De verdad, me parece hermoso. Sasuke...

—No— advirtió.

—¿Por?

—¡Porque es nombre de varón!

—Será un secreto. Te llamaré de esa manera cuando estemos solos— acordó, no resistiendo la tentación de arrimarse más a ella y acariciar su vientre por sobre la suave sábana.

—¿Por qué?— preguntó Saori. El rey, que miraba el trayecto de su mano, devolvió su atención a sus ojos.

—Porque...— suspiró profundamente —Porque quiero acercarme a tí lo más que pueda, compartir, pasar tiempo contigo. Es la primera vez que me ocurre algo así— esas cosas tan comunes, en la boca de Naruto se escuchaban realmente significativas.

Ella adoraba sus momentos de soledad, no ser molestada y disfrutar de su paz desde que era muy joven; sin embargo, aquél muchacho que al parecer había vivido toda su vida en solitario, rogaba por compañía. Y Saori sabía que él no elegiría a cualquiera, lo intuía; y fué quizás por lo mismo que esa confesión le sobrecogió y para ocultar sus ojos aguados, se lanzó a sus brazos.

Mad KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora