Capítulo 15: Propuesta

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POV NAYADE

Nunca pensé que aceptaría quedarse a mi lado. Creí que sería como todas esas veces en que se comportaba como un completo maniático de doble personalidad con problemas de narcisismo y ataques de supremacía a quien no le importaba mas nadie que no fuera él, pero por alguna razón, en esta ocasión no se comportó como un imbécil... todo lo contrario, me sentí... protegida por la persona que intentó matarme, la persona que me aprisionó en una habitación con tal de que no me fuera de su palacio, se quedó a mi lado mientras tengo un ataque de pánico al despertar de una pesadilla causada por la razón de estar aquí, junto a el Rey de Stralis.

— ¡¿Náyade, estas bien?! —la puerta se abrió de golpe cuando Vernon entró sobresaltándome, sin embargo, Arion seguía como si nada—. Perdón, su majestad. —dijo haciendo una reverencia para luego acercarse hasta nosotros—. ¿Qué fue lo que sucedió?

Con miedo a quitarme la manta que cubría mi golpeado cuerpo, intente moverme con sumo cuidado, pero mis esfuerzos fueron en vano ya que me encontraba más débil de lo que pensaba, al volver a intentar sin éxito, el rey tomó mi cuerpo con suavidad para acomodarme contra la cabecera de la cama, yo solo podía verlo entre confundida y enternecida por su acción, un tanto nerviosa por cómo me miraba, era como si le diera vergüenza verme a la cara, como si estuviera evitando mi mirada por alguna razón y eso era molesto, ya que habíamos estado solos, abrazados durante una media hora sin decir palabra mientras el acariciaba mi cabello con delicadeza y podía sentir su mirada sobre mi rostro buscando mi mirada, para evitarla ahora que puedo verlo...

— Listo... —dijo cuando se apartó—. Vernon, encárgate del resto y mantenme anuente de todo —se dirigió al hechicero para luego decirme: — Todo estará bien, no dudes en llamarme si necesitas alguna cosa. Es una orden —dijo con lo que yo creo fue una minúscula, casi indetectable sonrisa

— Si, majestad —respondo con una sonrisa

Con eso salió del lugar dejando a dos oficiales afuera, según él por si pasaba algo. Vernon no dijo palabra si no hasta que se aseguró de que nadie pudiera oírnos, ya después de revisar su mirada llena de intriga y curiosidad se posó sobre mí, para luego pasar a una mirada triste, angustiada... dolorosa

— Deja de mirarme de esa manera, siento que te doy lastima...

— Jamás te miraría con lástima, eso lo sabes muy bien —dijo acercándose a mí—. ¿Qué fue lo que pasó?... necesito que te quites la manta para revisarte

— ¿No vas a asustarte cuando me veas? —pregunte temerosa por el aspecto de mi cuerpo, pero sobre todo por mi espalda

— Lo último que sentiría yo o cualquier persona al verte sería miedo... muéstrame

Aún dudosa me deshice de la tela que me cubría dejando a la intemperie mi piel llena de moretones, raspones y sangre. La cara del hombre frente a mi era indescriptible, o por lo menos yo no podía descifrar que pensaba o sentía en ese momento, ya que incline mi rostro con cierta vergüenza por cómo me veía, era consciente de que era un completo desastre y sabía que aún no había visto la peor parte...

— ¿Cómo demonios, pasó esto, Náyade? —lo miré de reojo al escuchar su voz quebrarse y tenía los ojos cristalizados—. ¿Por qué son esos golpes? ¿fue Arion? —su expresión que había tenida angustia, ahora demuestra rabia—. Porque si fue el, te juro que lo matare con mis propias manos y-

— ¡No, no fue él! —dije cortándolo de tajo—. Bueno... el corte en la garganta sí, pero lo demás no —el me miro dudoso—. Te lo juro. Aún no has visto todo...

— ¿Qué quieres decir con...? —dejo de hablar en el momento en que me voltee dejándolo ver mi espalda—. ¿Qué mierda?

— Estaba en la habitación del rey inconsciente, cuando algo empezó a quemarme por dentro... me retorcía de dolor al intentar detener el ardor, pero era aún más doloroso moverme. Sentía como mi carne y piel se abría poco a poco, la sangre caía por todos lados. Aún no se como no me desmaye —rebele intentando no tartamudear—, cuando intente levantarme caí al suelo quedando sin aire, mis piernas no respondían asi que empecé a golpearlas para que, no sé, despertaran...

La ElegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora