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—Gracias mamá, ¡nos vemos en la tarde! —Exclamó Blossom antes de cerrar la puerta de su casa, emprendiendo su camino a la escuela.
Por alguna extraña razón, la pelirroja tenía una especie de manía con la puntualidad; odiaba llegar tarde a cualquier sitio y más aún, odiaba que los demás llegaran tarde.
Ante la duda, sacó su celular del bolsillo de su pantalón y revisó la hora; faltaban 30 minutos para que su primera clase comenzara. Suspiró antes de volver a guardarlo, sabiendo que aún contaba con tiempo de sobra.
Si bien Blossom estaba lejos de ser una adulta, en estos tres años posteriores a la derrota de Him había cambiado varios aspectos tanto físicos como de su personalidad; sus facciones eran aún más femeninas que antes, su estilo de vestir era algo más maduro y muy recientemente había comenzado a usar maquillaje. Además, desde que entró en la preparatoria, empezó a tomarle más importancia a sus estudios, llegando incluso a estar entre los mejores promedios de su generación.
Aunque eso sí, su actitud mandona, su pasión por los cómics, su gusto por los dulces y el gran moño rojo en su cabello eran definitivamente las cosas de las cuales jamás se desharía.
La joven se encontraba contemplando las calles de New Townsville cuando, de pronto, una palpitante melodía interrumpió sus pensamientos, haciéndola reaccionar casi al instante. Volteó a ver su cinturón y notó que dicha melodía provenía de su comunicador, por lo que, con mucha discreción lo tomó y lo abrió; era el profesor Utonium. Su segundo padre.
—¿Qué ocurre, profesor? —Susurró, manteniendo el dispositivo cerca de ella y tratando de llamar la atención lo menos posible.
—¡Hola, Blossom!
Era extraño pero, a la mencionada le pareció ver una cierta felicidad en el rostro del mayor, como si le alegrara el volver a verla. Esto cobraba sentido tomando en cuenta que desde hacía ya tres años, New Townsville era una de las ciudades más seguras del mundo, por lo que eran pocas las veces que el profesor se comunicaba con las chicas.
