Tobe: escena más dieciocho

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Estaba en la casa, llorando por mi reciente ruptura con Garu, me dolía el pecho, había sido demasiado doloroso no solamente el escenario, sino el contexto, recordarlo era todavía más doloroso. 

Había sido decisión de ambos, lo amaba, y justamente porque lo amaba era que habíamos decidido que, ¿quién era yo para detenerlo en cumplir su sueño de ser el mejor ninja? Le ofrecieron un vieje para poder mejorar sus técnicas, me lo había ocultado, pero cuando me enteré, lo hice caer en cuenta que nada lo detenía, solamente yo. 

Mío estaba tranquilo, él era inteligente, sabía y entendía que Garu no iba a volver, así que se lo veía tranquilo, estaba deprimido, pero claramente un animal llevaba mejor la ruptura que yo. 

—¡He vuelto! —Pateó la puerta con felicidad, Tobe. —Y he traído fideos mujer.

Rodeé los ojos, secándome las lágrimas. 

—Agrádeceme que te estoy ayudando en el duelo de tu patética relación y no te he dejado sola, no te quiero encontrar muerta por ahí, que pereza lidiar con un muerto en un pequeño pueblo. —Farfulló.—¿Te imaginas que se muera alguien, que yo me muera? Alguien tan guapo como yo no se puede morir, seguramente todos me extrañarían. 

¿He dicho qué ese hombre me ha estado molestando desde que Garu se fue? Es como si hubiera estado esperando entre las sombras, y justo cuando se fue, aprovechó la oportunidad, no, inclusive desde antes, lo primero que le dijo Garu antes de irse fue: 

No te acerques, discutieron como media hora, pisó afuera, y aquí esta. 

—¿Si te digo, ven a mis brazos y quédate, harás lo contrario y te irás? —Exclamé, sentándome en la mesa tomándome la cabeza ya harta de la situación. —Porque si es así, dímelo y lo hago. 

Este se quitó la máscara, dejándola a un lado, eso me hizo levantar la mirada, y me hizo apreciar su rostro, sus tatuajes y todas sus facciones, si no fuera tan molestoso, la verdad es que le daría el punto que sería bastante atractivo. 

—¿Te recuerdo quien fue el que te dio los mejores chocolates en San Valentín? 

Cogió unos palillos y se disponía a comer, me sonrojé por eso mirando a otro lado, me senté a lado de él, tenía pensando comer, pero este tomó el plato, quitándomelo, lo miré enojada. 

—Tienes que pelear por el plato, no te lo daré gratis. 

—No tengo ganas, dámelo y ya. —Dije exasperada, Tobe me sacaba de mis casillas. —¡Tobe!

—Yo no soy como Garu, a mi me gustan que peleen las cosas, no las doy gratis. 

Entrecerré los ojos, mirándolo mal por haberlo mencionado. Estaba harta, así que lo empujé, tomé una de las espadas que estaban en la pared y se la puse en el cuello. 

—Te dije que pares Tobe, ya basta. 

Este sonrió, divertido. 

—Bien. 

Tomó sin dejarme de mirar la espada, y comenzamos a pelear, de un salto se puso de pie, y me tomó del brazo colocándome la espada en la espalda, aprovechando eso, lo pateé tumbándolo colocándome encima de él, colocando mis rodillas en cada lado de su pecho. 

—Te distrajiste. 

Fruncí el ceño, este cambió de posición, ahora él estaba encima, solté la espada de la impresión, solté un suspiro por su cercanía, y una gota de su sudor cayó en mi frente, su cercanía me provocaba nervios. 

—T—Tobe.

Enarqué la espalda cuando me tomó del cuello, mirándome a los ojos, no entendía que estaba pasando, habían pasado ya seis meses desde que Garu se había ido, entonces se me vino a la mente lo que Dada me decía. "Date la oportunidad de conocer gente". ¿esto es oportunidad? Yo siento que no, ¿o si? Estaba confundida, o eso creo, porque estaba nerviosa, estaba sintiendo muchas cosas. Dejé de pensar cuando sentí que sus labios me rozaban, abrí la boca por inercia, cerré los ojos, y sentí su mentolado aliento, me estaba excitando, ya no podía aguantarlo. 

—Me encanta tu cuerpo ____. —Sus manos recorrían mi cuerpo, tocándolo suavemente, llegando a mis piernas, separándolas. —Quiero estar adentro, no aguanto.

Yo fui la que cortó la distancia, besándolo. Este tomó mi cabello jalándolo hacia atrás, solté un suspiro de decepción.

—Abre la boca y dime que eres mi esclava. 

Cuando dijo eso, me tomó del cuello apretándolo levemente ahorcándome, cerré los ojos tirando mi cabeza hacia atrás, la excitación que estaba corriendo en mis venas no tenía precio, relamí mis labios. 

—Soy tu esclava. 

Escuché la risa ronca de Tobe, sentí sus besos en mi cuello, mis manos fueron a sus prendas, quitándoselas. Cuando él me bajó mi ropa interior, lo ayudé abriéndome de piernas, sus dedos fueron a mi entrepierna, fui a su oído a gemir su nombre, este apretó su puño. Tomé su rostro, a los minutos sentí su lengua, abrí la boca y enredé la mía con la de él, cuando sentí su saliva, humedecí mi dedo índice y lo lamí llevándolo a mi boca. 

—Dios..—susurró contra mis labios. —¿Cuántos?

—Dos.—No dejé que termine su pregunta. —Quiero dos dedos dentro mío.

Fue cuestión de segundos cuando los sentí bruscamente en mi interior, apreté su espalda con mis manos enterrando mis uñas, eso pareció gustarle porque recibí un gruñido a modo de respuesta. Cerré los ojos, y cuando escuché como resonaban los fluídos en medio de la habitación me tapé la boca para no gemir, pero él la quitó enseguida. 

—No, yo quiero escucharte como te hago mi mujer. 

Solté un grito cuando sentí el tercer dedo, y cuando sentí como los metía y sacaba, me comencé a retorcer, mis piernas temblaban, él parecía disfrutarlo ya que sentía como su miembro comenzaba a palpitar debajó de mi cuerpo. 

—_____, ¿dónde están los condones?

—En el cajón de allá. —Señalé la habitación principal, un cajón, este asintió y se paró, miré atentamente y vi su miembro. 

Me va a doler.

A los minutos regresó, colocándoselo, se colocó encima mío, estaba claramente nerviosa, pero todo el nerviosismo se me pasó cuando de una sola estocada entró, grité fuerte al punto que lágrimas de dolor me salieron, no se movió, se quedó ahí por unos minutos, pero todo eso desapareció cuando le rogué que se moviera. 

Sus gemidos, Dios mío.

Gruñía cada vez que salía y entraba en mi, los sonidos que provocaban el cuerpo, parece que se cansó, porque salió y me colocó de pie, alzando una pierna colocándome en frente de la ventana, pegando mis pechos en el vidrio.

—T—Tobe, espera, nos pueden ver. 

—Esa es mi idea, cállate mujer, no te he dado permiso de hablar. 

Me callé, haciéndole caso. Una mano agarró mi cadera y la otra mi cabello, estaba en una ola de placer, me había olvidado de absolutamente todo y de todo, no tenía en mente nada, solamente en el hecho que Tobe me había hecho su mujer, quería llorar, la garganta me dolía de tanto gritar su nombre, y eso parecía gustarle porque soltaba risas roncas.

—Me voy a correr. —Exclamó, asentí, se salió, y me hizo arrodillar haciendo que se corriera en mi rostro, estaba sorprendida, porque a los minutos me corrí igual.

Me quedé en shock, estaba literalmente sentada con dolor de glúteos, de vagina, con el semen de mi enemigo en mi cara, y él estaba tranquilo limpiándose el miembro. 

—¿Es la parte donde te arrepientes, o en donde me pides más? Si es donde te arrepientes, dímelo, me la quiero ahorrar.

Ahí es donde caí en cuenta, había tenido sexo con mi enemigo, y me había encantado, me había gustado demasiado. Lo ignoré completamente, y me fui a bañar, sin decirle nada, estaba en shock todavía.

—¿Si sabes que voy a entrar, verdad?

Rodeé los ojos, estaba agradecida que no me viera porque tenía una sonrisa. 

—Ya sé, por lo menos, traéme el shampoo, que está en la lavandería.

—¡Voy!

Un nuevo silencio [SEGUNDO LIBRO] [Garu y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora