Mary no está nada contenta con la decisión y, a pesar de que siempre ha callado y aceptado lo que la vida le ha dado, se dirige con tanta seguridad y firmeza hacia al cuarto de Louise que sus pasos hacen un sonido estruendoso en las escaleras.
—¿Y si no funciona? ¿Y si solo es una estafa más? ¿Quién te dice que mañana no se irá y nos dejará a nuestra suerte?
—Mamá, es su padre, tenemos que ser inteligentes, además... —responde Louise bajando el tono de su voz—. Necesitamos que crea que es parte de esto.
—Sabes que al final las terminaré cuidando yo. No estoy cómoda con el plan... No... te quiero perder —Mary batalla para expulsar la última parte de su oración.
—Baja la voz, mamá. Pendemos de un hilo y lo sabes. Es un escenario del que ya habíamos platicado, mamá. No quiero discutir más, estoy cansada y dentro de todos los escenarios desastrosos que imaginaba, este es el mejor. Vamos a adherirnos al plan.
—Solo júrame algo —Mary la toma de los hombros—. Irás allá a mejorar toda esta mierda, y no vas a ceder, no vas a perder la cabeza por él. Ha sido demasiado, dime, ¿siquiera te ha dicho que lo siente por la muerte de tu padre? Ha pasado un maldito mes. No te puedo perder, Louise, ni ellas.
Mary rompe en llanto y abraza a su hija, tenía mucho tiempo que no lo hacía por lo que resulta poco natural.
Christopher entra al cuarto y sabe que su llegada es inoportuna, Mary se quita las lágrimas de los ojos, no quiere ser vulnerable en frente de él.
—Solo espero que sepan lo que hacen, a esas niñas les has fallado mucho Christopher y creo que esta será otra decepción más. Pero al final sé que no puedo decidir en nada —Mary les dice y abandona la habitación.
—¿Desde cuándo tu madre me encuentra tan despreciable?
—Hemos perdido mucho, Christopher, no espero que lo entiendas y no tengo fuerzas para explicártelo.
—Así que solo te irás, sin decirme qué ha pasado, que te tiene tan mal, qué ha pasado con Eric, tu madre, con nuestra familia. No pensé que sería tan pronto.
—Hace algunos minutos me dijiste que entendías mi situación. El que hoy hagamos un recuento de lo que ha pasado los últimos años implicaría que escucharas varias versiones, donde quizás, en palabras de otros, me hagan parecer una villana y no tengo la fuerza para hacerlo.
—¿Eric te ha hecho daño? —dice Christopher tomándola de ambos hombros.
—Innumerables veces, pero supongo que él solo sigue órdenes —contesta Louise quitándole las manos.
—Sí, mis órdenes, Louise; trabaja para nosotros.
Louise se queda en silencio mirando al piso, sabe que eso no es verdad, sabe que su esposo ha estado tanto tiempo lejos que no se ha dado cuenta que ya no es como antes.
El cambio en la actitud de Eric al paso de los años confirma que el poder ya no se encuentra en las manos que su esposo piensa. Quiere decirle la verdad, quiere escuchar que las va a proteger y que no deben tener miedo, pero la última vez que intentó pedir su ayuda, su padre murió al siguiente día.
—Christopher, solo te pido una cosa, en los días siguientes sé que mandarán una camioneta por ti porque no creen que has tomado esta decisión y que esto solo fue un juego, cuando te vayas...
—No me iré, Louise —Christopher la interrumpe.
—Corrijo, si decides irte, por favor deja a las niñas con mi mamá. Ella sabe perfectamente qué hacer, cuando vuelva arreglaremos los detalles. Solo te pido que confíes en mí, por favor, no me pidas más explicaciones y no metas a Eric en esto, por favor. Al final de cuentas, él fue quien arregló todo lo de la clínica.
—¿A dónde irás?
—Esta es la tarjeta de la clínica donde estaré y los datos de contacto, me dejarán marcar a casa una vez cada tres días. Christopher, no quiero volver a hacer una estupidez y no confío en este momento en mí. Son tres meses, ha sido demasiado, necesito lidiar con la muerte de mi padre, no estoy bien —Louise recorre el cierre de su maleta.
Christopher se siente avergonzado de no haberle dado la importancia adecuada a la muerte de su suegro y no está seguro de qué pasará, tiene tantas preguntas pero en este momento no se siente seguro de merecer respuestas. Es algo que en el pasado muchas veces le negó a Louise. Él puede ver en sus ojos que en serio está lastimada, por lo tanto, solo puede abrazarla. Ese abrazo rompe a Louise, se siente una impostora, pero le gusta más sentirse así que insignificante.
Apenas se había asomado el sol, cuando Louise sale de casa, sabe que debe hacerlo antes de que llegue Eric y su gente. La llegada tan repentina de Christopher no estaba en los planes de nadie, le harían muchas preguntas que en su estado la delatarían. Encomienda a sus hijas a todas las fuerzas superiores que existen.
Louise sabe que puede confiar en esta versión de Christopher, pero eso cambiará en cuestión de días cuando comience a sospechar, por eso debe irse inmediatamente. Su estómago le da claras señales de que su cuerpo está siendo invadido por un miedo profundo y tóxico.
Siente que las piernas quieren fallarle y dejarla caer. Siente que el corazón sale de su pecho. Sabe que no habrá vuelta atrás, sabe que ha declarado la guerra y ha decido dar el salto sin tener la certeza de tener probabilidades de ganarla.
A pesar que su corazón le dice que regrese a casa y hable con él, le diga todo, su voz interior le dice que va a fallarle una vez más, o que quizá ya no es capaz de protegerlas. Un par de camionetas pasan por ella a la hora indicada. Quiere romperse en llanto, pero sus ojos parecen ya no tener lágrimas disponibles y aunque está lejos de sentirse bien, tiene un objetivo y hacía tanto que no lo tenía.
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Las mujeres del héroe
Ficción GeneralLouise está segura de dos cosas: ama a su esposo de manera desmedida e infinita, pero debe dejarlo. El sacrifico que implica ser la esposa y madre de las hijas del general Christopher Williams está costándole la cordura. Su decisión será una bomba...