Recuperando el tiempo perdido

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Christopher se siente como un extraño en su hogar. No encuentra su lugar en aquella grande mansión. Sus hijas, de manera evidente, han tratado de evitarlo a toda costa en la última semana, así como de encontrar la excusa perfecta para retirarse de su compañía lo más pronto posible.

Sincerándose, admite que tampoco disfruta el tiempo compartido con sus descendientes: es agotador, incómodo y forzado. Pero sigue siendo parte elemental para que todo siga su camino y de volver al equilibrio perfecto.

Sabe que para tener el control a veces se debe ceder un poco, pero vaya que le está costando. Mientras toma una bebida en el bar deportivo que tiene su casa, el cual sin mayor problema podría albergar a otras cincuenta personas, analiza la hipocresía y ridiculez del tema de la propiedad privada y la opulencia. Vaya que el ser humano es cruel.

Se dice que pudo haber organizado grandes eventos en aquel lugar para ver algún tipo de deporte, pero termina convenciéndose de que no cuenta con tantas personas por invitar o de las que quiera saber algo más.

Se pregunta también si realmente su afecto por sus hijas es real o simplemente es un constructo social bien arraigado que debe quitar, ya que cómo demonios se puede querer a alguien con la que no compartes vida y espacio, y tan solo les une un lazo de mera información genética.

Se dice a sí mismo que es un exceso lo que está pensado, si de algo está seguro, es que siente afecto por sus hijas, no estaría aquí si no fuera así. Pero de lo que no tiene duda alguna, es del amor y de la devoción que le tiene a su esposa. En un principio se sentía culpable de tener un afecto más grande y profundo por su cónyuge que por sus hijas, pero al final, logró aceptarlo, ya que era una realidad y negarlo solo sería una pérdida de tiempo.

Ha concluido que el mayor pecado que puede realizar el ser humano es moverse por las cadenas de las creencias, de las instituciones, de sufrir por ellas; finalmente, alguien más las estructuró, por lo que si no le sirven a la gente se debería deshacer de ellas, aunque en la realidad, la mayoría muere aferradas a ellas. Ese lema lo ha motivado para salir adelante y para ser la persona que es, pero en este momento, solo le hace dudar de su autocontrol.

Un temor nuevo y fresco acaba de arribar a su mente, quizás Louise ya sabe la historia completa y esto es un cambio de jugada. ¿Será capaz de abandonar a sus hijas e iniciar una nueva vida? Siendo honesto, Christopher acepta que sería un ajuste de cuentas justo. Debe investigar. Debe saber más. Debe saber qué ha hecho su mujer en los últimos meses.

Comienza a estructurar en su cabeza cómo acceder a la información. Desde hace algunos meses ha sospechado que la fidelidad de Eric ha ido despareciendo, pero cuando estaba lejos, no tuvo tiempo ni intención de preocuparse por ello.

—A tus órdenes, Christopher, ¿o debo decirte jefe? —le responde Eric al teléfono.

—Eric, creo que estás malinterpretando la discusión que tuvimos, no vale la pena.

—Fuiste claro, Christopher, así que dime, ¿en qué puedo ayudarte? Sigo gestionando tus deseos, pero debo decirte que no está siendo fácil.

—Quiero saber la razón por la que las niñas no pueden salir de casa.

—Eres famoso, Christopher, para bien y para mal, ¿o no sabías eso?

—Sí, pero dudo que los problemas puedan cruzar fronteras.

—No pasó a mayores, es de lo que debes preocuparte.

Christopher quería interrogar al sujeto sobre lo que había pasado realmente, sobre los hechos reales sin ningún filtro para aminorar las acciones, pero sabe que no obtendrá información que le funcione; por ello, opta por externarle su intención de organizar un viaje a la playa con ellas.

—Ajá —le contesta Eric tratando de esconder la risa que le provoca la petición—. Debo gestionar ciertas cosas, digamos que nada de esto estaba planeado, pero para todo hay una primera vez. Veré qué favor debo pedir.

—No lo entiendo, ¿por qué debes pedir un favor para que pueda salir con mis hijas?

—Es algo complicado trasladarlas, Christopher.

—¡Demonios, estoy harto de que me hablen con trabas sin decir lo que realmente pasa!

—Está bien, yo no tengo problema con eso —Eric hace una pausa para aclarar su garganta—. Tus hijas corren mucho riesgo de ser lastimadas, incluso, ser asesinadas si salen de esa casa. No puedo responsabilizarme de esto, para salir necesitas un maldito ejército, ¿te sirve esa descripción?

—¿En qué momento planeabas hablarme sobre estos riesgos? Somos la maldita fuerza, si pasó algo es por la estupidez de alguien.

—No estoy seguro de si el adjetivo estúpido lo uses para referirte a mí, pero no puede importarme menos. Cuando tú desapareces de la faz de la tierra por meses, además de tener el peso de hacer absolutamente todo para que tu maldito secreto y el del enfermo de Tom sigan en la oscuridad, debo proteger a tu familia, y ahora quieres que sea agente de viajes. ¡Soy un maldito soldado, Christopher! Espero recibir un aumento, "jefe".

Christopher es consciente de la barrera que ha cruzado. Ahora sabe que no cuenta con la sumisión de Eric. No es la decisión más inteligente continuar con la línea de prepotencia.

—Soy consciente de las miles de labores que tienes, Eric. Este es un favor que te pido por los muchos años de amistad. Mañana iré a la oficina, podemos discutir detalles ahí.

—Sus deseos son órdenes, jefe —dice Eric enviando un mensaje a varios destinatarios expresándoles que el cerdo irá mañana—. ¿Has oído de Louise?

—No se ha contactado. Te pediré por correo algunos archivos que necesito mañana.

—¿Sabes que no puede quitarte a tus hijas?

—Lo sé. Honestamente no me interesa hablar del tema. Envíamelos lo más pronto posible.

—Está bien, solo quería que lo supieras. Veré lo de tu viaje a la playa y, con gusto, te veré aquí el día de mañana —Eric destruye el cigarro que estaba consumiendo en su mano, todavía estaba encendido, por lo que le provoca una leve quemadura en la palma. Quiere verificar que sigue siendo capaz de, por lo menos, sentir dolor. La sensación de quemadura interna y mental lo ha acompañado en los últimos años. No lo abandona. Solo se ha transformado. Comenzó como una herida derivada de la traición y de la falta de apreciación que podía ser remendada con un debido tratamiento. Ahora es una llama tratada y conservada en el mismo infierno que está ansiosa por incendiar todo lo que está a su alrededor. 

Las mujeres del héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora