Fase 2: Realice lo inesperado

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Llevan más de quince horas en carretera. Christopher tuvo que hacer algunos movimientos estratégicos para disminuir el riesgo de ser seguido. Entre ellos, intercambiar un auto de lujo y deportivo por uno que no vale ni una décima parte de su precio. El señor que recibió aquel arreglo beneficioso sabía que había algo mal, pero no se negó a recibir el vehículo.

Era una camioneta que apenas lograba llegar a los 100 km/h. Después de muchas quejas por la longitud del viaje y las pocas comodidades de la camioneta, puede escuchar a las olas quebrar. Christopher recuerda esa playa, aquel lugar tiene guardados uno de los momentos más especiales de su vida.

—Hemos llegado. Bajen sus cosas —Christopher abandona la camioneta para poder estirar las piernas y quitarse la playera sudada que llevaba que ya comenzaba a pesar.

Boss corre hacia el mar. Pese a que Christopher trató de convencer a Laysha de dejarlo en casa o de deshacerse de él en el camino, no pudo, finalmente ¿quién era él para quitarle más de lo que ya le ha quitado? Dentro de sus momentos compartidos la semana pasada, Laysha le dijo que lo habían encontrado unos trabajadores en una orilla de la propiedad, fue el único que sobrevivió de sus hermanos. Desde el momento en que vio Laysha a ese cachorro, supo que era el indicado.

—¿No entrarás al agua, Pam? Debes sentir entumecida hasta la uña del pie —le pregunta Christopher.

—No tengo muchas ganas.

—Vamos. Sé que te encanta, desde que eres una bebé.

—No, gracias, Christopher.

—Pam, sé que estás enojada y tienes mucha razón en estarlo. Si tu objetivo es lastimarme, créeme que lo haces y mucho. El que no te refieras a mí como papá vaya que duele. Pero vamos, el agua te encanta, nadar te encanta. Uno no debería dejar de hacer cosas que ama por alguien o por algo que no vale la pena, es darle demasiada importancia. Quizás no merezco el derecho de pedir cosas, ¿pero podríamos tener unos días de tregua? Puedes odiarme en el minuto que termine esto y toda la vida, eso es mucho tiempo —Christopher trata de tranquilizar las cosas, pero no obtiene ninguna respuesta de su hija.

—Bueno, estaré con tu hermana en el agua. Después te buscaré para comer.

—Los dos sabemos que no es momento para venir a la playa.

—Tú no debes preocuparte por lo que va a pasar. Tu trabajo es disfrutar este momento. Tu mamá y yo arreglaremos las cosas después.

Mary los ve a la distancia. Pareciera que el mundo se ha detenido y les ha dado otra oportunidad. Comienza a invadirla un sentimiento de misericordia para ese hombre, pero no deja que siga creciendo. Tantos años fue una fiel seguidora de Christopher. Tantos años le dijo a su hija que debía ser recíproca y apoyar a su marido. Es evidente que Christopher piensa que esto es solo una loca idea repentina de su esposa, pero no cabe duda de que Louise intentó decírselo muchas veces, Mary estuvo ahí.

Estuvo ahí cuando Louise le dijo que no estaba de acuerdo con que Eric tuviera el control del contacto que tenían con él cuando estaba fuera, Christopher le dijo que lo solucionaría y nunca lo hizo.

Estuvo ahí cuando Louise le exigió que le preguntaran antes de hacer algo que impactaría en sus vidas, como lo era cambiar de ciudad, incluso de país. Christopher logró convencerla de que era por el bien de todos y que llegaría un momento en que ya no habría cambios repentinos, nunca llegó.

Estuvo ahí cuando estalló la bomba en el casillero de Pam y Louise le dijo a gritos a Eric que necesitaba hablar con Christopher, y él se negó, diciendo que no era justo. Estuvo ahí cuando Louise tenía que contestar tantas preguntas de las niñas y no podía hacerlo porque ella tampoco tenía la respuesta.

Las mujeres del héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora