🔳 潘多拉之谜 ~ Penguins: El Misterio De Pandora [2° Parte]

La Fábrica De Chocolate

—¿Qué tiene en común mi radio vieja con la oficina de atención al asegurado? —habló Manfredi a sus amigos—. Vamos, es fácil. Skipper... Kowalski, ¿cuál es la respuesta?

—Ambos están de adorno —Kowalski contestó de mala gana.

—¡Correcto! Ahora otro, ¿En que se parece la oficina de atención al asegurado con el cerebro del policía que me disparó?

—En que ninguno sirve —Skipper puso los ojos en blanco.

—¡Atinaste! Otro más... Estoy a la vista, algunos creen que ayudo, pero en realidad no soy nada, ¿qué soy?

—¡La oficina de atención al asegurado! —Skipper alzó la voz, llamando la atención de los demás—. Manfredi, ya entendí. El seguro no sirve y no debimos traer a Johnson aquí, pero tuvimos que llevarlo al hospital más cercano después de que se le ocurriera pasar por ese pasadizo lleno de trampas. Kowalski lo dijo varias veces, es muy peligroso y tiene muchas trampas, nadie puede pasarlas, ni siquiera nosotros.

—¿Sigues enojado por lo de tu mamá?

—¡Amenazó al jurado para que nos liberaran a Kowalski y a mí! —exclamó susurrando—. Y me lo confesó como si nada.

—Y tu familia es mafiosa.

—Sí, no me lo recuerdes.

—Skipper debe estar molesto —habló Kowalski—. Él quería ayudar a otros y disminuir el crimen, y no hace mucho se enteró de que su familia trabaja para la mafia, debió cometer crímenes como homicidio, extorsión, entre otros —tuvo una pose pensativa—. Quizá narcotráfico o venta de órgan-...

—No más comentarios, Kowalski —Skipper lo miró serio y volteó hacia Manfredi—. Ve por Johnson, quiero irme cuanto antes de aquí —dijo alejándose.

Savio entró a la casa con dificultad debido a la gran cantidad de cajas de chocolate Wonka que bloqueaba el camino, con la existencia de los boletos dorados las ventas del chocolate Wonka habían aumentado hasta el punto de agotarse en las tiendas. Esa mañana entraba a la casa de una familia adinerada luego de que una mujer fuera a la estación de policía, ella no dejaba de llorar mientras contaba sobre la desaparición de su amado esposo. Savio y los demás policías que se encontraban en aquella casa voltearon hacia el teléfono al escuchar el aparato.