Dmitri, el más estoico de ellos, exhaló un suspiro gélido.
Los dos guardias compartieron su malestar y se acurrucaron, tratando de arrancar un poco de calor corporal.
En ese momento, Dmitri fijó su mirada en Alexei, sus ojos interrogadores escrutando las razones detrás de la desesperación que había llevado a Alexei meterse en esa farmacia.
–Hey... ¿estás bien?
murmuró Dmitri.
–Bueno, parece que no... Estás hecho un iceberg...
Los escalofríos sacudían a Alexei, y aunque el disgusto brillaba en sus ojos, intentó disimularlo.
Dmitri no se dejó engañar.
–¿Por qué entraste en esa farmacia?
Exclamó Dmitri con un tono más severo.
–tengo la impresión de que te llevaste algo... ¿no es así?...
Dmitri se incorporó con una agilidad, y en un abrir y cerrar de ojos, sostuvo a Alexei contra la pared, comprimiendo su cuerpo tembloroso. La respiración de Alexei se agitó, y las palabras apenas pudieron escapar de sus labios helados.
–E-es que... necesitaba urgentement-
Dmitri hizo tronar sus nudillos con un gesto amenazador, sin elevar la voz pero con una seriedad que hacia sentir a Alexei como alguien diminuto.
–¿Qué necesitabas?..
Cuestionó Dmitri, exigiendo respuestas con intensidad.
–¿Dinero?! ¿Medicinas?!...
Alexei tragó con dificultad, sintiendo el peso de los nervios oprimir su garganta.
–Medicinas... las necesito para mi madre. Está enferma...
Murmuró con voz temblorosa.
Dmitri mantuvo la respiración mientras lo observaba, sus ojos penetrantes escrutando la veracidad de las palabras de Alexei. Finalmente, exhaló lentamente, como si estuviera tomando una decisión importante.
–Mmm... está bien...
Acepto Dmitri con una frialdad que hacía eco en el ambiente.
–Pero tendrás que llevarme a ver a tu madre. Si llego a descubrir que mientes... te mataré con tus putas pastillas...
Alexei asintió con desesperación, al borde de las lágrimas por la sensacion que lo aterraba.
Finalmente, Dmitri liberó a Alexei de su férreo agarre, y regresó a su postura erguida. Caminó con calma hacia la pared y se recostó en ella, dejando escapar un suspiro de extraña satisfacción.
Los dos guardias observaban a Alexei, uno de ellos lo analizaba con más detenimiento que el otro, riéndose ante la aparente debilidad de su compañero, aunque en su mente encontraba patética la situación en general.
–Глупый...
Murmuró el guardia para sí mismo, esbozando una sutil sonrisa burlona.
Dmitri, quien se sentía ligeramente hastiado, deambulaba por el pasillo. A pesar de las pocas puertas y ademas de las escaleras que conducían al segundo piso, optó por no indagar más. Para él, la exploración en ese momento carecía de sentido.
Pasó una larga hora, y Alexei se veía visiblemente triste y preocupado. Dmitri, solía chequear de vez en cuando su reloj de mano. Cuando la ventisca lentamente se detuvo, Dmitri agarró del brazo a Alexei, listo para sacarlo. Los pensamientos de Alexei estaban llenos de angustia, preocupado por su madre... temía lo peor.