(ノ_<。)

3.1K 274 82
                                    




sergio tenía un sueño: ser abogado. el problema es que eso no era posible para él siendo un jodido panadero y, por si fuese poco, estar viviendo en un pueblo tan remoto donde la única educación que podía recibir era la secundaria lo tenía en aprietos. en conclusión, todos sus sueños e ilusiones estaban destruidos desde mucho antes que empezara a tenerlos.

volviendo a su miserable y poco agraciada vida, en ese momento estaba horneando panes cuando charles, su jefe, entró a la cocina. sergio lo envidiaba; en ese pueblo lleno de gente apagada y sin metas estaba aquel tipo de ojos verdes y apariencia angelical regalando sonrisas aquí y allá, era todo un espectáculo de ver y más de una vez se preguntó si no le dolerían las mejillas de tanto sonreír.

─ese pan está delicioso, a todos en la vereda les encanta─. halagó charles, contagiando con algo de su felicidad a sergio quien no pudo evitar sonrojarse.
su jefe hablaba siempre sobre una vereda, la cual él no conocía, pero supuso que allí vivía porque desconocía que tuviera una casa en el pueblo.

luego de unas horas estando en el trabajo ya era momento de irse a casa. sergio juntó todas sus cosas pero por accidente tumbó unos frascos de plástico, rápidamente volvió a acomodar todo hasta que se percató de una extraña luz proveniente de la unión de las maderas del piso. confundido, se agachó bajo la mesa y levantó la tabla de madera, de allí desprendía una luz dorada que le invitaba a sumergirse y, sin pensarlo realmente, así lo hizo.

el lugar en el que estaba era demasiado bonito y tranquilo, con frondosos árboles y a lo lejos grandes montañas, indicando que era un bosque ¿qué mierda estaba pasando? ¿acaso pasó por un portal? confundido, intentó regresar de nuevo pero ni el piso ni en medio de los arbustos de aquel bosquecito surtían efecto ¡estaba perdido en el lugar más extraño! ¿ahora qué haría?

aún muy confundido echó a caminar, buscando alguna señal de vida dentro del bosque. por obvias razones el hombre terminó perdido, muy perdido, tanto que no podía ver casi nada por lo altos que eran los árboles. se empezó a sentir desesperado, aunque todo su cuerpo se calmó al oír un angelical canto que lo llamaba e indicaba un sendero que no vio antes. embelesado, siguió la melodía hasta llegar a un lago cuya agua cristalina brillaba en la noche, dándole un aspecto mágico.

luego de parpadear un par de veces, divisó una figura femenina desnuda en el borde del lago. la mujer le daba la espalda mientras cantaba y, al estar a unos metros de ella, esta volteó un poco dejándole ver aquel hermoso rostro.

─bienvenido, cielo.

la dulce voz tenía hipnotizado a sergio y aquella hermosa dama estaba allí sentada y dispuesta para él, por lo que el panadero no pudo evitar caminar lentamente en su dirección.

al estar a centímetros del lago, sintió un fuerte tirón y pudo ver cómo el rostro de la mujer se transformaba con escamas y sacaba grandes colmillos. también notó otra cosa: no tenía piernas, una gran cola de pez se escondía en el agua ¡una sirena!

─alto ahí carola, este cayó primero en mi territorio así que no lo vas a matar─. advirtió el desconocido, su voz denotaba furia.

la sirena de nombre carola suspiró resignada y se lanzó al lago, salpicando a sergio en el proceso quien aún no entendía qué estaba pasando.

el hombre lo tomó por los hombros y le examinó o más bien, sergio lo examinó a él porque le parecía tan irreal. era un rubio de ojos claros con unas brillantes escamas de color naranja que empezaban en los pómulos y desaparecían en su cuello gracias a la chaqueta que traía. bajando un poco más, sus manos eran de color negro tan oscuro como el mismo carbón, con decoraciones que no pudo detallar pero que nuevamente brillaban en naranja. estaba impresionado, nunca había visto algo igual.

doble ─chestappen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora