Mejor no dormir

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Ya eran casi las dos y cincuenta de la madrugada de una noche de martes. Una noche en la cual me estaba costando más de la cuenta en conciliar el sueño.  Era una noche tibia, ni frío ni calor, condiciones ideales para dormir plácidamente pero no. Definitivamente no estaba en los brazos del dios Morfeo en esta oportunidad.

Me sentía demasiado inquieto e incómodo y también algo estresado. No paraba de pensar en los problemas cotidianos; obtener el dinero suficiente para llegar a fin de mes, el trabajo, salud, etc. Cada pensamiento que se cruzaba por mi cabeza era una preocupación diferente que no me permitía tener la mente en blanco para entrar, de una vez por todas, al mundo de los sueños.

Naufragaba en la oscuridad de la noche por estas preocupaciones que incrementaban mi sensación de angustia y por ende mi insomnio. Llegué a un punto en el cual estaba casi aturdido por mis pensamientos; en un punto en el cual yo no estaba del todo adormecido pero en el que tampoco me encontraba del todo lúcido. Yacía sumido en un estado intermitente, fluctuando entre estar dormido y despierto. 

Ya habían pasado unos minutos  y mi condición no cambiaba.  No podía distinguir entre el mundo real y el de los sueños. Me sentía abducido y atrapado en  una extraña dimensión muy parecida a la nuestra pero que definitivamente no lo era. Era mi habitación pero al mismo tiempo no. Era un lugar desconocido que, a pesar de las semejanzas con mi mundo, nada calzaba. Todo me resultaba desconcertante, extraño y tenebroso. No me podía sentir tranquilo y seguro en este lugar. Esta no era mi realidad. Este plano no podía ser real. Tenía que pertenecer al mundo onírico y presentía que nada bueno podría encontrar allí.

Me sentía muy tenso y algo no andaba bien en el ambiente. Una energía extraña se percibía en lo que se suponía que era mi habitación. No estaba solo. Sentía que alguien o algo me vigilaba. Presentía que una presencia rondaba en el lugar, pero sobre todo, que algo no estaba del todo bien conmigo mismo y me di cuenta cuando intenté levantarme.

¡No podía moverme! ¡No podía hablar! Estaba paralizado boca arriba en mi cama. Los mensajes que mandaba a las extremidades de mi cuerpo parecían perderse en el vacío. Paralizado y desorientado en esta perturbadora situación lo único que quería era gritar y salir de ese lugar pero simplemente no podía. No tenía forma de reaccionar, solo podía mover lo ojos de manera frenética.

El tiempo pasaba y seguía sin moverme y sin poder hablar. Podía sentir que no estaba solo pero nada se asomaba por la habitación. Algo en mí me decía que no tratase de buscar lo que me estaba vigilando pero por más que traté no pude evitar indagar el lugar con mi mirada. 

Por el rabillo de mi ojo pude vislumbrar que la puerta de mi supuesta habitación se había convertido en un largo pasillo oscuro y que en el fondo un ser se estaba asomando, de manera furtiva, una criatura que parecía abstracta en la penumbra pero que emanaba un aura fantasmal y siniestra que podría inquietar a cualquiera. Al solo notarlo supe que algo malo iba a suceder.

El espectro avanzaba lentamente pero a paso firme. Mi temor se incrementaba con cada paso que daba. Y a medida que este se iba acercando yo lo podía ver con mayor nitidez. Ya no lo veía como una imagen abstracta. Ya podía captar los detalles y podía distinguir claramente que el ente parecía ser "hombre" de una gran envergadura, de una piel muy blanca, un blanco casi fantasmagórico, y de aproximadamente de 1,80 centímetros de estatura. Tenía el aspecto de una persona adulta de unos 35 a 40 años. 

Su cuerpo estaba enfundado en una extraña vestimenta que parecía la de una especie de cyberpunk post apocalíptico en donde resaltaban las tonalidades marrones y negras. Llevaba puesto una especie de casco en la cabeza que en realidad no era un casco propiamente tal sino más bien una especie de bozal compuesto por diversos alambres de grueso grosor que le protegían principalmente la cara de la mitad hacia abajo y parcialmente el cráneo, por lo que sus ojos se podían ver perfectamente además de darle un aspecto atemorizante.

Lo que parecía ser un "hombre" tenía unas facciones que difícilmente podría olvidar: unos rasgos muy duros, realmente toscos, casi grotescos, y con un rostro muy expresivo. Su cara expresaba una rudeza extrema y  sus ojos, de un color negro muy profundo, reflejaban una furia atemorizante, una mirada carente de sentimientos y, por sobre todas las cosas, carente de alma. Por muy humano que pareciese este ser definitivamente no lo era. Era un ser sobrenatural que no pertenecía a este plano y que al mirar a sus ojos podía sentir como mis latidos se iban acelerando más y más sumado a mi impresión de que este ser no era el único que rondaba por la habitación.

 Y no me equivocaba... 

Un animal que parecía ser un perro, o por lo menos a un cuadrúpedo, y de actitud inofensiva de la nada se cruzó sigilosamente por la habitación; no sé de adonde y cómo apareció. El "hombre" al verlo inexplicablemente lo agarró de la cola y lo comenzó a azotar violentamente de un lado al otro en el suelo. Lo hizo un par de veces más, lo arrojó a un lado como si fuese un trapo sucio y siguió avanzando. El pobre animal se levantó como pudo y arrancó despavorido. La secuencia fue perturbadora. La violencia del acto y el desprecio mostrado hacia el pobre animal me impactó y horrorizó sobremanera.

Después de esa irracional demostración de ira el individuo siguió avanzando y se detuvo frente a mi  y yo ahora, no sé cómo y en que instante, me encontraba de pie y de frente a él, cara a cara, tan cerca que podía sentir su respiración y ver su mirada con sus ojos llenos de furia y de un odio visceral.  Pude notar que algo tenía en su mano y que algo iba hacer con ese objeto. A pesar de que ahora me encontraba de pie yo seguía aterido y atemorizado mientras que la tensión en el ambiente se iba incrementando y se volvía opresor; quería gritar pero no podía, la angustia era tal que me sentía asfixiado. Me fijé nuevamente en la mano en la cual sostenía el objeto para ver que realmente era y con espanto me di cuenta de que...

¡EL OBJETO ES UN CUCHILLO! !Y ME QUIERE ATACAR CON ÉL! 

El individuo comenzó a darme puñaladas. Mi corazón latía a mil por hora y yo seguía paralizado y sin poder gritar. No sentía dolor por las punzadas recibidas pero si mucho miedo y desesperación. A pesar de poner toda mi energía no pude exclamar ni una sola palabra de auxilio, solo pude expresar una voz  ahogada casi muda. De repente con mucho esfuerzo logré mover mis brazos, intenté defenderme de los ataques y forcejear con él pero todo acto parecía inútil. El ente  seguía atacando con una violencia inusitada sin importarle lo que yo pudiese o intentase hacer.

Con mi máximo esfuerzo intenté gritar nuevamente. Lo percibí como si fuese un desesperado último intento en el que si fallaba no podría salir de este estado nunca más. Y esta vez ya no fue una voz ahogada la que salió, sino que un fuerte alarido agudo y pueril; acto seguido me desperté de manera abrupta, agitado y tembloroso. Me toqué repetidamente la cara y mi pecho y me di cuenta de que estaba empapado de sudor que había emanado durante mi estado de trance. Al fin había logrado despertar y salir de ese infierno.

Mi habitación permanecía en silencio, ahora todo parecía normal pero yo seguía asustado. ¿Quién era ese extraño ser? No lo sé. ¿Qué era y de adonde apareció ese cuadrúpedo? Ni idea, imposible saberlo. ¿Qué fue lo que realmente sucedió? Todo me pareció tan real pero fue solo una pesadilla, ya lo sé. O mejor dicho fue una parálisis del sueño para ser más preciso. Ese terrible y traumático tipo de pesadillas que son realmente difíciles de olvidar.

Miré el reloj y eran las tres y cuatro de la madrugada. Lo que me había parecido una eternidad en realidad solo habían sido unos cuantos minutos. Traté de relajarme y volver a dormir pero no lo pude lograr. No pude dejar de sentirme observado y amenazado, como si el ente estuviese en este plano rondando en algún lugar de la habitación con un cuchillo en la mano y dispuesto a atacarme. 

Mejor no dormir.

FIN

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