11 de agosto
OLAYA
Hoy el calor no nos ha dado tregua y me pica el brazo, como si un montón de hormigas hubieran decidido habitar en el interior. Llega un momento que me lo planteo en serio y comienzo a ponerme paranoica.
Cayetano está a mi lado, tirado en el sofá, mirando el Instagram pero sin fijarse mucho en las cosas. Pasa los toriles rápidos y se queda en los anuncios. Sé que le pasa algo, me gustaría saber el qué. También me da miedo preguntarle por si no me gusta la respuesta, o por si me monto mis movidas. No quiero montármelas más, quiero ser sincera, sólo que no puedo ser sincera, no del todo, porque eso cambiaria las cosas y no estoy lista para perder a Cayetano, O sea, es mi único amigo de verdad.
—Creo que tengo hormigas en el brazo, haciendo un hormiguero en mi escayola.
Levanta la mirada de la pantalla y me clava sus preciosos ojos. ME he vuelto una cursi.
—¿Qué dices?
—Me pica el brazo. —Asiente con la cabeza, pone los ojos en blanco, vuelve a su móvil—. Caye, ¿tú crees que soy rara?
—Sí.
—¿en el mal sentido?
—Sí.
—Me pones triste.
Vuelve a mirarme.
—¿A qué viene esto? ¿Qué tiene que ver con tu brazo y con las hormigas?
—¡Todo! O sea, he hecho un comentario raro y a ti parece que te da igual.
—Es que estoy acostumbrado a tus rarezas. Siempre dices cosas que no casan con lo demás... Como cuando te preguntas dónde mean los peces, o por dónde nacen las sirenas, o cuál es la flor del cocotero.
—Nunca me he preguntado cuál es la flor del cocotero, pero es muy buena.
—Y te quiero igual.
No me quiere de querer, ¿no? O sea, me quiere de amiga. Como amiga, como a una hermana.
Se da cuenta de lo que ha dicho y se corrige rápido, carraspea, se ha puesto rojo y balbucea como un tonto. Aclara lo que yo estoy pensando, haciendo que mi corazón, que latía como un loco, se decepcione y de un vuelco feo, de esos que te dejan vacía.
—Pero soy rara.
—Sí, y no creo que sea malo en tu caso.
Me tiende la mano y se la cojo, nos quedamos un momento así, en silencio, con el ruido del mar de fondo, nuestros dedos entrelazados. Me acaricia el índice y el corazón con su pulgar y yo me derrito un poquito, con una música hortera sonando en mi cabeza como un eco de violines, hasta que un anuncio de instagram suena en su teléfono y me suelta para volver a prestarle atención.
Suena el mío, alguien me ha mandado un mensaje privado. Nadie me manda nunca DM así que supongo que es publicidad o un bot, pero entro igualmente. Es Damián, corto y directo, como en la vida real: vamos a jugar al blackstories, ¿venís? Estamos en el rompeolas.
Me gustaría decirle que la parte trasera del club no se llama rompeolas, pero me contengo.
—Me ha escrito Damián.
Cayetano me mira extrañado.
—Nos invita, de forma oficial, a ir con ellos.
—Vaya, ¡qué honor!
Sonrío.
—Primero los Alondrinos y ahora los Atlondrados, debemos tener mucho carisma.
—Sí, hemos hecho una tirada de 20 y sacado crítico.
—Tú también eres rarito.
Cayetano me saca la lengua.
—¿Quieres que vayamos? —pregunta—. Si no, podemos quedarnos aquí, no tenemos ninguna obligación.
—Quiero ir —digo con decisión—. Tienen un nuevo blackstories, y voy a averiguarlo más rápido que tú.
Cayetano sonríe y se pone de pie de un salto, guarda el móvil en el bolsillo y se cuelga la guitarra a la espalda. Se acerca al balcón para cerrar el cristal y lo hacemos juntos, porque estos días nos está dando problemas.
—He estudiado.
—¿Cómo se estudian estas cosas?
—Se investiga en internet.
—O sea que los has buscado, eso es hacer trampas.
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Como el sabor a helado de limón
Teen FictionOlaya y Cayetano son amigos desde siempre, y desde siempre Cayetano ha estado enamorado de Sara sin abrir la boca. Es el verano del 2017 y Olaya decide que ya es hora de que su amigo se declare, pero no todo saldrá como esperan.