21 de agosto - OLAYA

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21 de agosto

OLAYA


Hoy hay luna nueva así que no se ve un pijo en la nave, además está nublado. Reconozco que no ha sido la mejor idea venir de noche, pero quería estar a solas con Cayetano, los últimos días han sido una locura, tanto salir con los alondrinos, con los atalondrados, con Aiden y sus amigos...

Ayer fue el fin de fiestas, unas que han sido rarísimas y emocionantes, y que recordaré toda mi vida como las que salieron increíblemente bien o increíblemente mal, depende de lo que pase hoy, ahora. Porque no he olvidado lo que me dije a mi misma en la prueba de valor, fue como una promesa conmigo misma, y no puedo defraudarme.

Cayetano está tirado en el sofá haciendo que ve algo en el móvil, sé que me está mirando porque ya lo he pillado varias veces: se le ponen rojas hasta las orejas y se esconde detrás de la pantalla, pero vuelve a asomar al rato. A mí me hace gracia y también me pone nerviosa.

—El otro día nos dejaron un poco tirados.

—¿Qué día? ¿Quiénes?

—Los atalondrados. Cogieron la prueba más fácil y no cumplieron. Son unos gallinas.

Solo tenían que ir a los restaurantes y coger un servilletero de cada uno, luego podíamos haberlos pegado con superglue y dejarlo en el ayuntamiento como una obra de arte, «el comercio unido» o algo así podría ser el lema, o una crítica social al capitalismo y al turismo de playa.

—No puedes esperar que el producto extranjero sea tan bueno como el nacional —me responde él.

—Tú también eres forastero, eh. —Le dedico una sonrisa y un toque con el pie que se clava entre sus costillas, se ríe y acaba cayéndose del sofá.

La verdad es que estoy un poco triste porque se acaba el verano y se van a ir todos, Caye volverá a La Vega y vendrá solo los fines de semana, y los meses más fríos ni eso, aunque como siempre ha dicho que puedo ir yo a la ciudad. Igual este año le tomo la palabra de verdad y voy incluso a pasar las navidades, acoplada total en su casa.

Cayetano se acerca reptando por el suelo y apoya su cabeza cerca de donde yo tengo la mía. La luz de mi móvil sobre mi tripa es todo lo que nos alumbra, he dejado un vídeo resumen de Juego de Sillas en bucle. Igual podríamos verla juntos los días de frío, tapados con una manta, comiendo palomitas. No creo que sea su estilo, pero tampoco creía que fuera el mío y ha acabado gustándome mucho. Como él.

Los ojos de Cayetano me miran y yo me pierdo en su iris castaño, en sus pupilas oscuras, en las pecas de su nariz y en su boca entreabierta. Su aliento es una suave brisa de verano, cálida y salada, que choca como una ola contra mis labios antes de besarme.

Como el sabor a helado de limónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora