Capítulo 1 ― El millón de estrellas.

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No se por cuánto tiempo vague por estos lares, un espacio iluminado por estrellas, constelaciones, galaxias y sistemas solares, parecía que vagaba por lo infinito del universo, sin ningún rumbo definido.

¿era este el final del camino? ¿este era el descanso eterno que le seguía a la muerte? No me quejo.

Pasando a través de una lluvia de meteoros y cometas.

L vista era demasiado hermosa y deslumbrante para que me cansara de ella.

Si, esto podría ser mejor que el cielo, el infierno, o un vacío negro lleno de infinitos misterios y oscuridad.

No sé realmente cuanto tiempo llevo aquí, pero la explosión de un sol millones de veces más voluminoso el de mi sistema solar de la tierra no pareció molestarme en lo más mínimo, y eso que estaba prácticamente a mi lado.

Incluso ignore que toda la energía de la explosión habia sido absorbida por mí.

Igual como habia sucedido hace ya tanto tiempo con aquel colosal agujero negro que absorbí.

De alguna manera sabia donde se encontraban estrellas moribundas, su final, ya sea la creación de una inmensa supernova, el nacimiento de innumerables nuevas estrellas o un agujero negro, toda la energía resultante terminaba dentro de mí, yo mismo parecía un agujero negro, tragando inmensas cantidades de energía sin llenarme en lo más mínimo.

Nada me saciaba, ya habia dejado de contar las estrellas y soles moribundos que habia absorbido.

Sin embargo, este largo viaje que parecía no tener un fin no me aburría, quizás si estuviera más... vivo, me habría vuelto loco la soledad de millones de años vagando.

...

O eso creía... nunca me habia sentido tan lleno en todo este viaje, absorber la energía resultante de la colisión inimaginable en la escala de 3 galaxias realmente habia saciado ese apetito voraz dentro de mí.

De pronto, tome la primera siesta que habia tenido desde mi muerte, o lo más parecido a ella.

Cuando desperté, estaba más... vivaz, me sentía vivo, totalmente vivo, como cuando estaba en la tierra.

Delante mía no se encontraba el vasto universo en su esplendor, delante de mí se encontraba un planeta tan grande, que dejaría en vergüenza el tamaño de gigantescas estrellas que ridiculizaban el sol.

Una fuerza de atracción demencial me atraía hasta ese verde y azul planeta.

No puse resistencia, aunque podría haberlo hecho perfectamente.

Mi vista se nublo cuando colisione contra uno de los tantos continentes de ese planeta.

Lo último que vi, fui un joven de 14 años recostado en una cama, siendo atendido por un anciano con túnicas blancas bordadas en dorado.

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.

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― ¿El joven maestro estará bien? ― una sirvienta hermosa le preguntaba con respeto al anciano en túnicas blancas frente a ella.

―Sí, lo peor ya ha pasado, el efecto de la píldora sanadora dorada de rango 8 ha hecho su trabajo, ahora solo tiene que descansar. ―

Una hermosa mujer estaba sentada en una silla junto a la cama del chico, mirando con tristeza su estado deplorable que sanaba a simple vista.

Aparto su mirada por un momento, levantándose mientras de su anillo de jade verde con un fénix tallado en el sacaba una bolsa de seda roja que tintineaba por el choque de piedras.

El maestro de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora