La reconciliación

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El amanecer empezaba a surgir, ese amanecer otorgaba y daba paso a un nuevo día el cual sería una completa aventura para nuestro protagonista.

Fácilmente se despertaría con dolores en la espalda por dormir en aquella banca y una fría noche la cual no olvidaría por una única razón en específica...

Los rayos solares comenzaba a dispararse en varias direcciones hasta topar la cara de Fang. La piel blanca que tenía el chico por ser de descendencia asiática lograba resaltar en todo aspecto, vaya que era una lámpara andante.

Mientras el chico seguía dormido alguien caminaba por su alrededor, cada vez la persona se acercaba más y más hasta tal punto de que sentía la respiración del joven. Se sentó a su lado y decidió esperar a que el chico se despertara tarde o temprano, solo fue cuestión de unos minutos para que se despertara y así empezará su día sin mas remedios.

Cuando se despertó logro sentir la presencia de otra persona cerca suya, que conveniente que la persona era nada más y nada menos que Shelly; la famosa bandida. Fang parecía confuso mientras que Shelly solo le daba una cálida sonrisa.

Shelly empezó a hablar con el azabache.

—𝚂𝚑𝚎𝚕𝚕𝚢: ¿Y tú qué haces aquí?

—𝙵𝚊𝚗𝚐: Eh... Prefiero no contar...

—𝚂𝚑𝚎𝚕𝚕𝚢: ¿Sabes que todo el mundo ya se enteró verdad? Ya sabemos que tuviste una pelea con Colette.

—𝙵𝚊𝚗𝚐: Me tienen que estar haciendo una broma de mal gusto... Ahg...

—𝚂𝚑𝚎𝚕𝚕𝚢: Oye tranquilo, me siento mal al saber lo que te paso. —dijo mientras agarra un mechón del pelo de Fang y empezaba a jugar con el—.

—𝙵𝚊𝚗𝚐: Yo sé que debo de estar tranquilo... Pero es bastante difícil Shell. —hablaba mientras ponía una mano en su frente en forma de negación—.

—𝚂𝚑𝚎𝚕𝚕𝚢: Mejor deberíamos ir a tu casa, pase por ahí y ya no estaba nadie. Tu tranquilo, Fang.

El chico asintió con la cabeza y se levantó de la banca para empezar a caminar con Shelly en dirección a su casa. Mientras caminaban hacían una pequeña plática para revivir esos viejos tiempos en los que ambos salían a dar un paseo para perder el tiempo.
Mientras más hablaban más encendía esa chispa que se sentía en aquellos tiempos.

Después de varios minutos de charla y muchas carcajadas llegaron a la dichosa casa. La incomodidad y nervios se apoderaron del cuerpo y mente de Fang.

Shelly logro apreciar el comportamiento que tenía Fang, así que decidió agarrar la mano del antes mencionado.

—𝚂𝚑𝚎𝚕𝚕𝚢: Yo estoy contigo, Fang...

Esas palabras eran suficientes para darle más confianza al asiático. Ingresaron a la casa y lo primero que lograron observar fue un ambiente muy silencioso a la vez que estaba completamente a oscuras.

Esto también incomodaba un poco a Shelly, pues el saber lo que había pasado en aquel lugar lograba ponerse en el puesto de Fang. Ella también lograba sentir un poco del dolor del azabache. Mientras que ella estaba observando toda la decoración, Fang solo miraba el suelo. En aquel suelo aun estaban marcadas las lágrimas de la albina.

Si tan solo pudiera decírtelo... (temporada 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora