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⠀⠀—Satoru Gojo —su tío pronunció aquel nombre, con molestia entretejida en sus palabras. Sin un deseo de aparentar rectitud ni respeto hacía esa persona.
⠀⠀—¡Viejo Hirano! —su sonrisa poseyó su rostro, una tela de un color obscuro cubría la parte de sus ojos, una mano escondida en un bolsillo de su pantalón. El uniforme de la escuela de hechicería sin lugar a dudas ocasionaban una ilusión visual, lo hacía ver más alto—, ¿cómo te han tratado los años?
⠀⠀—Bastante bien hasta la llegada de las imprudencias.
⠀⠀—¿Ah, sí? No imagino cuáles —dijo, manteniendo esa sonrisa y una energía vivaz. Akihiko siguió con lo suyo, ignorando la disputa que mantenía su tío con el portador de los seis ojos. El papeleo después de haber exorcizado a una maldición a las afueras de la prefectura era aún más tedioso de lo usual. Sus dedos acariciaban suavemente las hojas, la punta del lapicero danzaba en el papel con suavidad y sin prisa—. Aunque me es algo útil si me dejas con tu nieto querido un rato. Recordar los viejos tiempos, ya sabes o quizá no.
⠀⠀Una sutil mirada a su nieto fue suficiente para tomar una decisión. Abandonó la habitación, dejando su taza vacía en la bandeja de madera colocada en un lugar donde no fuese a estorbar ni ocasionar infortunios. Su jaqueca se agravaría con aquella presencia tan poco afable, sin preámbulos abandonó el lugar dejando únicamente a su sobrino con Gojo Satoru.
⠀⠀—Shoko me informó que habías regresado. Fue algo sorpresivo.
⠀⠀Su mirada siguió fija en los documentos, el silencio duró unos cortos momentos que entre ellos dos. El silencio tan profundo donde las palabras parecían temer perturbar su calma volátil. Un suspiro selló el desenlace de su silencio.
⠀⠀—No imagino porqué lo sería.
⠀⠀—¿Si? Bueno, te fuiste apresuradamente.
⠀⠀—Es ese el trabajo de un hechicero, ¿o no? —dejó los papeles de lado, los acomodó a la misma altura y los guardó en una carpeta de color paja. Finalmente terminó —, ¿a qué has venido aquí? No a recordar viejos tiempos por supuesto.
⠀⠀—Bueno, no es del todo incorrecto —admitió, recostándose de una forma más cómoda en aquel sofá. Ni siquiera recordaba que él mismo decidió el modelo de ese mismo —, aunque supongo sabes lo de Itadori Yuuji. Dado que tienes relación con Tengen. Necesito un favor.
⠀⠀—¿Un favor?
⠀⠀—Claro —dijo, creía, quizá, Akihiko lo ayudaría. No por él, aunque algo podía pensar que así era, más bien se trataba de alguien en desgracia, un alma implorando clemencia ante la abrumadora soledad que lo encrucijaba. Y él era conocedor de ciertos ideales que mantenía, suficiente para considerarlo.
