Tuyo 3 (Volkacio) FINALIZADA

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Me gustas, ¿Te gustó?

Volkov se quedó sorprendido cuando dijo eso, incluso retrocedió dos pasos, ese Omega era peligroso y lo sabía por qué Conway lo había mantenido al tanto de su situación. Gustabo por su parte, simplemente suspiro y a la vez se sintió victorioso por esa pequeña broma.

—Te voy a matar si vuelves a hacerle daño a Horacio.

—Pero Gustabo, ¿A qué viene eso?

—A que eres un imbécil y tienes que buscar a Horacio antes de que el renuncie a ti para siempre.

Volkov se mantuvo en silencio, estaba confundido o es que simplemente no estaba captando. Tardó un poco en procesar todo y negó, cosa que a Gustabo lo le pareció.

—Gustabo, escuché; Horacio está viviendo su mejor momento, no creo que sea prudente volver a buscarle.

—Pues, en efecto, eres un mierdas, te odio y nunca voy a olvidar lo que le hiciste a mi hermano, pero Horacio te quiere y él no es como yo, aunque yo te guarde rencor, mi hermano te supo perdonar y el opina igual que tú, piensa que estás mejor sin el, pero dime, ¿Tu estás bien sin él?

No fue difícil pensar en una respuesta, claramente no estaba bien sin Horacio, lo necesitaba cada día de su vida, lo extrañaba, necesitaba y es que simplemente ahora no podía vivir sin él. Horacio se había convertido en todo lo que jamás imagino, había vivo muertes de seres queridos y pensar en perder a uno más, es que simplemente no quería. Miro al runio con una expresión lamentable en su rostro y soltó un suspiro largo y pesado.

—Yo necesito a Horacio, haría lo que sea por estar a su lado.

Gustabo sonrió. —Eso quería escuchar. Ahora escucha atento, tienes que ser directo, ¿Bien?

Volkov asintió y una sonrisa apareció en su rostro, pero duro tan solo unos pocos segundos, ya que cada palabra que decía era tan ridícula a su parecer, pero no tenía de otra, si quería que Horacio lo aceptará, necesitaría cada consejo que saliera de su boca. Al terminar aquel sermón, finalmente decidió irse de aquella casa a toda prisa; entro a su auto y se puso en marcha a comisaría, hace tiempo no cometía un acto ilícito y jamás creyó que iría a comisaría para algo como declararse, el corazón le latía con fuerza, tenía bastante miedo de que Horacio no lo aceptará, pero había una esperanza que lo incitaba a no retroceder.

Al llegar, aparco el coche y salió corriendo hasta la recepción, había un caos ahí, por todas partes la gente gritaba, los oficiales salían y entraban, algunos aporreaban a civiles que les insultaban o solo iban allí para burlarse de ellos; busco con la mirada y una señorita oficial se acercó a él.

—¿Necesita algo, señor?

—Ah, si, si. Necesito ver al agente Horacio, ¿Se encuentra aquí?

—Oh, el oficial; me parece que está patrullando, pero si usted gusta, yo puedo atenderle su denuncia.

Volkov frunció el entrecejo, está mujer claramente estaba coqueteando con el, soltando su asqueroso aroma y es que simplemente era molesto. Escucho algunos gritos de una voz conocida y busco rápidamente con la mirada al dueño de esa voz conocida.

—¡Se me van todos de aquí! ¡Payasos!

—Horacio. . .

—Las denuncias, con los oficiales, los demás ha chuparla.

Volkov no perdió más tiempo con esa mujer y rápidamente se acercó a él, Horacio al verlo se paralizó, ¿Qué hacía Volkov allí? Aparto a todos y fue hasta donde el estaba, por un momento creyó que lo habían arrestado, pero al verlo totalmente el libertad, pudo exhalar con alivio.