Capítulo 34

693 117 8
                                    

La joven que se encontraba realizando algunas cuentas en el restaurante, levantó la mirada al televisor que estaba encendido cuando una noticia resonó en sus oídos y captó toda su atención. 

Hizo un gesto de compasión al ver cómo las personas corrían y eran atacadas, mostrando el caos que toda guerra traía consigo. No entendía cómo podía existir tanto mal en el mundo y que cayeran justos por pecadores, niños inocentes que apenas estaban empezando a vivir y familias enteras que no podían escapar de un infierno que no merecían vivir. La reciente guerra que se había desatado en Siria le daba vuelta al mundo.  

—¿Qué haces? —su amiga la interrumpió.

—Estoy haciendo cuentas ya que Liam no puede hacerse cargo de ellas —Nancy hizo un gesto gracioso que le sacó una sonrisa a su mejor amiga. aun sin apartar la mirada del televisor—. Aun se me dificultan las matemáticas. 

—¿Necesitas ayuda en algo?

—De hecho...

—El gobierno de los Estados Unidos ha dispuesto miles de hombres para apoyar la actual situación de Siria. El país ha sido blanco de un ataque hace dos semanas que dejó cientos de personas heridas y militares muertos —recitaba la reportero mientras mostraba imágenes violentas y cientos de personas saliendo de dicho país—. ¿Acabará algún día esta guerra? Todo indica que no es así, pero el mundo espera que logren darle fin...

—No entiendo cómo puedes ver eso, Nancy. Es atroz lo que está pasando en ese país —se quejó Carla. 

—Debemos estar informados...  

El sonido de su teléfono la obligó a callar y a apartar la mirada de la pantalla. Sus ojos se iluminaron y una sonrisa grande apareció en sus labios en cuanto vio que se trataba de Mason. 

Desde que había vuelto al servicio hacía unas semanas hablaban todos los días y eso la hacía muy feliz porque con ello su corazón se aseguraba que estaba a salvo y no corriendo peligro como muchos otros militares lo estaban en el mundo.

—Hola —respondió con una suavidad y ternura que hizo alterar el corazón del hombre—. ¿Cómo estás, mi amor? 

—Hola, mi diosa. Me encuentro muy bien. Aunque claro, extrañándote como no tienes idea —suspiró—. No sabes cuanta falta me haces. 

—También te extraño mucho. Quisiera que estuvieras aquí. 

Hubo un corto silencio que la hizo fruncir el ceño y ver si se había cortado la llamada, pero no era más que Mason se había quedado pensando en cómo decirle a su novia que debía ir a una guerra incierta y que no sabía cuándo regresaría a casa. 

Entre tanto, el teléfono de Carla también sonó y se alejó un poco de su amiga para hablar con su novio y tener ambas la privacidad necesaria.

—¿Está todo bien? —inquirió la joven, preocupada por ese silencio tan prolongado y poco usual en el hombre—. ¿Mason?

—Sí, todo está bien, mi amor —tomó una gran bocanada de aire y la soltó con pesadez—. Me asignaron una misión y mañana debo partir. 

Nancy cerró los ojos y suspiró. Todo estaba demasiado bien, pero debía empezar a acostumbrarse al trabajo de su novio. Además de que servir al pueblo era lo que él más amaba hacer y ella no podía imponerle sus verdaderos deseos. Debía aceptar y rezar para que regresara con bien de cada misión. 

—Harás un grandioso trabajo, mi amor. Por cierto, no olvides cuidarte mucho y pensarme cada vez que tengas tiempo. 

—Siempre estás en mi mente, mi amor —le aseguró y ella sonrió—. Quiero pedirte una cosa. 

—Todas las que quieras. 

—¿Podrías cuidar de mi madre y de mis hermanas por mí? No tienes que estar con ellas, pero no quiero que estén solas. 

Ahora sí la joven se preocupó, pues él nunca le había pedido algo como eso. 

—Lo haré, pero ¿qué ocurre? ¿Por qué me pides algo como eso?

—No sé por cuánto tiempo estaré de misión y no podré estar al pendiente de ellas como me gustaría porque estaré muy lejos de casa, por eso te pido a ti que las visites o las llames cuando puedas. 

—¿A dónde debes ir de misión? 

—A Siria —aunque vaciló, lo dijo, paralizando el corazón de la joven—. La situación es difícil allí y debemos ir a apoyar.

 La cabeza de Nancy explotó y un agudo vació se implantó en su pecho. Las palabras no salían de su boca por más que quería decirle muchas.  

—La situación está horrible allí —atinó a susurrar.  

—Lo sé, mi amor, pero hace parte de mi trabajo y ayudar es una de mis labores. 

La joven negó con la cabeza, sintiendo que las emociones la sobrepasaban en ese momento. Las lágrimas estaban al borde de sus ojos y ese malestar en su pecho se intensificaba cada segundo más.

—Por favor cuídate mucho —murmuró, haciendo todo lo posible para no quebrarse—. No olvides nuestra promesa, Mason. Recuerda que, cuando vuelvas conmigo, nos uniremos en un solo ser hasta el fin de nuestros días. 

—La promesa que nos hicimos me mantendrá en pie, pero tú y mi familia son mi fortaleza y me harán volver. Te amo, Nancy, pero si, dado el caso...

—Tú volverás, así que no digas más —lo cortó, sabiendo lo que le quería decir—. Te amo y solo tú eres el hombre de mi vida y de mis sueños. No me pidas nada, porque con el único que quiero vivir el resto de mis días y soy feliz es contigo.

El corazón de Mason se oprimió en su pecho, el nudo que se formó en su garganta no le permitía rebatir las palabras de su novia. No quería que Nancy viviera sometida a su recuerdo y a esperarlo. Ella merecía vivir y disfrutar al máximo y él no quería ser un impedimento. Además de que, si no regresaba, no quería que ella se negara a amar una vez más.

—Mantente con vida para que puedas volver y cumplir con tu palabra —le dijo ella, mostrando una entereza que no sentía. 

—Así lo haré, mi amor. Pero no olvides nunca que ya eres mía así como soy todo tuyo. Estás adherida a mi corazón sin importar la distancia y la situación que nos mantenga lejos el uno del otro.

En cuanto se despidió de su novio y colgó la llamada, rompió en un llanto que daba inicio a su sufrimiento y padecer. No quería pensar en nada malo, pero la situación no daba cabida para nada más. Iría a un lugar donde una guerra se llevaba a cabo y destruía todo a su paso, sin importar absolutamente nada.

Carla se acercó a ella con los ojos llorosos y la abrazó con fuerza sin decir palabra alguna, llorando igual de desconsolada al recibir las mismas palabras de su novio.

No sabían lo que iba a suceder, pero en ese momento sentían mucho miedo de perder a los hombres que se habían robado sus corazones y eran dueños de sus más profundos suspiros.

Cuando Vuelvas Conmigo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora