O8.

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Pequeño cachorrito...

 ¿Cómo alguien tan manipulador podía decir eso con tanta calma?

Aturdido y enojado, Jimin se separó abruptamente del cuerpo cálido de Jungkook. Los latidos de su corazón comenzaron a acelerarse, todo por la estúpida sonrisa que el alfa estaba dándole justo ahora. 

Pero Dios sabe que Park Jimin no se dejaba llevar por la sonrisa de un alfa bonito. El podía pensar perfectamente con la cabeza de arriba, si señor.

De repente, un rayo de luz iluminó sus pensamientos y lo devolvió a sus propios recuerdos, recuerdos que había prometido olvidar, cuando apenas era un puberto de catorce años.

El celo de Jeon, su celo.

Jungkook había sido el primero en presentarse como alfa, justo una semana después habría sido su presentación también. Era exactamente una semana de diferencia, Jeon y el no podían haber tenido su celo al mismo tiempo.

Era imposible.

Él sabia que su celo estaba cerca ¿Pero por qué demonios a Jeon también le llegó?  ¿Por qué terminaron encerrados ellos dos en ese salón? ¿Por qué sus pastillas para el celo mágicamente se habían perdido?

No, en realidad no necesitaba un por qué, necesita un por quién.

¡Por Dios, era tan malditamente obvio que quiso darse un golpe en la cabeza de lo ciego que había sido!

Todas sus interrogantes tenían una sola respuesta. El infumable de Jeon Jungkook.

Claro, el maldito había hecho todo eso propósito ¿Acaso estaba jugando con él desde el principio?

Una ola de ira recorrió sus venas que no pudo evitar gruñirle al alfa. Y su cólera solo aumentaba al ver que ni siquiera se inmutaba ante la clara muestra de amenaza, tan tranquilo y despreocupado.

Como si no pasara nada, como si Park no fuera un endemoniado alfa puro al igual que él, como si no hubiera estado hace rato de rodillas completamente a su merced.

Jungkook no debería demostrar esa actitud tan altanera y relajada, no debería siquiera mirarlo de esa manera ¡Carajo, es que el debería agachar su maldita cabeza y brindarle respeto! 

Su forma de ser tocaba detestablemente el orgullo de sus bolas.

─Tu, maldito...─El castaño estaba a punto de gruñir de nuevo cuando sintió un suave toque en la nuca que lo silenció por completo. Un escalofrío recorrió la columna de Jimin activando sus sentidos animales, su lobo se contrajo instintivamente ¿Qué mierda fue eso?

─No me toques─ se alejó con un gruñido.

Jungkook sonrió, el brillo escarlata apareció en sus ojos ─No necesito tocar─ sus palabras retumbaron en la silenciosa noche. Ladeó su cabeza escaneando el cuerpo de Jimin, desde su suave cuello a sus rojizos labios, aquellos que se encontraban entreabiertos por la inesperada falta de oxígeno. 

Como si le leyera sus pensamientos el alfa volvió hablarle ─¿Asfixiado?─ preguntó con voz ronca acercándose de nuevo pero sin tocar su cuerpo tal y como lo había ordenado. El embriagador aroma a whisky se expandía sofocando todo el aire. Tan pesado. ─Respira─ susurró sobre su oído mandando una corriente a su cuerpo. Jungkook no lo tocaba. Una exasperante necesidad se apoderaba de él, una necesidad que no sabia lo que era ─Hazlo─ ordenó con voz pesada. Jimin obedientemente abrió los labios en busca de aire para sus pulmones, respirando entrecortadamente, miró a Jeon quien lo observaba de manera dura y pupilas dilatadas, le había dado una orden. Y el la había obedecido, malditasea.

hater › kookmin. (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora