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VALENTINA

La princesa baila muy bien, aunque es un reino que me cae mal, debo admitir que la princesa Alana de Elf Valley es muy guapa, y ya ese nombre sera reemplazado por la emperatriz Alana de Blue Harbour, mi esposa, y futura madre de mis hijos, ya tengo a la indica y será ella, y va hacer mía en todos los sentidos.

Ya se que tengo una mala reputación, puede ser que sea una mujeriega de mierda, pero y eso que, yo podría seguir siéndolo nadie cambiara eso de mi, solo me casare con la princesa para no llegar a tener grandes problemas y que pueda darme un heredero/a, se puede decir que yo e cambiado las reglas, del juego de la nobleza, se supone que era un hombre que debería de estar en el trono, por que segundos los reyes eran más fuertes y valientes, y ahora los tengo comiendo de mis mano a cada uno de ellos, y yo soy la primera emperadora en gobernar un gran pueblo.

Ya se estaba haciendo tarde así que me tenía que ir a dormir pero esta noche tenía mucho deseo de alguna mujer y es que con tal solo pensar en la princesa Alana, se me entra un escalofrío y un gran calor en todo mi cuerpo.

La mayoría de los emperadores como reyes se iban a quedar a dormir en el salón de visita, ya que ellos viven más lejos, y en esa agradable visita esta Alana en una de esas habitaciones, me gustaría ir a ver la ahora.

— Katherine – llame a una de mis damas — ¿sabes en cuál habitación está la princesa Alana?.

— se que quedando en la última habitación con su padre su majestad – asenti entendiendo.

— te puedes ir.

Camine afuera del salón y fui directo aquella habitación, mientras pasaba me encontraba a reinas y más, que me saludaban y entre algunas princesas que intentaban llamar mi atención pero claramente solo una la tenía.

Al llegue a la habitación toque dos veces, espere unos segundo y la puerta fue abierta por el rey Leonardo el padre de la princesa Alana.

— oh, su majestad – me saludo – ¿a que debo su honor por aquí?.

— buenas noche rey Leonardo, sera que me podría dar unos minutos con si hija afuera – le dije firme.

— su majestad ya se que esta buscando una esposa pero es mi hija menor a penas tiene los 17 en unos meses cumple los 18 – eso es cierto ya que la mayor tenia algunos 20 creo — le puedo enseñar a la mayor si desea – negue.

— quiero a esta a la princesa Alana, podría esperar a que cumpla sus 18, no me molestaría en nada esperar pero la quiero a ella, ahora, ¿me podría usted otorgar el permiso de llevarmela unos minutos afuera? – el se veía insatisfecho pero aún así asintió.

Espere unos minutos hasta que la veo salir de la habitación ella se inclina un poco en forma de saludo, se ve que es agradable y amable, todo a diferentes de mi, que soy algo ruda, fría y despiadada con las personas.

— ¿puedo saber esta repentina caminata conmigo a esta hora? – la mire con una expresión algo fría pero suave.

— nada, solo quería caminar un rato contigo y conocerte más a fondo – duelo de caminar nos paramos en un balcón que daba al jardín trasero.

—bueno, ya de que no era de mi incumbencia pero acabe de escuchar la conversación que tuviste con mi padre.

Ni siquiera me sorprende no se por que de veía nerviosa.

LA EMPERATRIZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora