más cerca de la verdad

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Mientras continuábamos con la investigación, el historial de llamadas mostraba una llamada cerca de media hora justo el día del asesinato de Valentina. Y revisando las cámaras de seguridad, se pudo llegar a la conclusión de que era la persona con quién hablaba durante las grabaciones que habíamos visto con calle.

No había nada certero todavía, pero teníamos cosas que lo vinculaban con Suárez y los asesinatos, lo que lo hacía una razón suficiente para tener más sospechas de el.

Sentía que estábamos cerca de algo. No totalmente segura, pero lo presentía. Quizás esta información sobre Villalobos nos llevaría al asesino o asesinos.

Me sentía más aliviada. Sentía que por fin hacíamos algo realmente bien. Ahora debíamos confrontar a Villalobos y hacerlo hablar.

La hora de trabajo había terminado, y aunque no quería, alejo me obligó a acompañarlo por un café antes de ir a nuestras casas

- bien. Cuéntame, ¿de hace cuánto tu y Daniela se están comiendo? - me atraganté con la medialuna que estaba comiendo.

Me miraba con una sonrisa en su rostro, sabiendo que no me esperaba esa pregunta.

- yo.. bueno.. ¡Ay, no sea sapo! - tomé un sorbo de mí café, evitando el tema.

- no me has respondido, Garzón.

- no es así, alejo.. solo.. ¡pasó!

- pero si se estaban comiendo. De aquí puedo ver mordidas en tu labio. - por impulso me mordí el labio inferior, recordando mí encuentro con familia en los baños. - !ves! ¡sabía que te había mordido el labio! - habló más fuerte de lo normal, ganando miradas de la gente al rededor.

- solo.. no sé. - una sonrisa involuntaria empezó a crecer en mí rostro. - no sé cómo sucedió eso. - puse mí cara entre mis manos, pensando.

- pues, se vé que te gustó. - alejo tomó un sorbo de café.

Yo iba a decir algo, pero un mensaje de un número desconocido iluminó la pantalla de mí teléfono. Por un momento, pensé que calle podría haber conseguido mí número y me había mandado algún mensaje. Pero al leer lo que decía, entendí que no era ella quién me había hablado.

- ¿todo bien? - preguntó alejo al ver mí rostro confundido.

- me llegó un mensaje muy extraño.. - le extendí el teléfono a alejo, quién se puso a leer en voz alta.

- ve a la plaza de tu agencia ahora. Necesito contarles algo importante sobre su investigación. Pero no quiero que vayan todos los putitos, solo tu y alguien más. Tienes dos horas para llegar, detective Garzón. - se quedó mirándome igual de confundido que yo.

El corazón me empezó a latir con fuerza. Alguien podía ayudarnos sobre el caso, o podría ser una mentira.

Terminé mí café de un solo sorbo y dejé unos dólares sobre la mesa. Con alejo nos levantamos y fuimos hasta el lugar que nos habían dicho.

Ya era de noche, por lo que todo estaba oscuro, y los grandes árboles solo hacían que fuera más complicado ver mucho a esa hora.

En un banco, frente a los juegos de niños un hombre con capucha, completamente de negro se encontraba sentado. No sé le veía el rostro y tenía sus manos en los bolsillos.

Nos acercamos con mucho cuidado, y aquel hombre alzó su mirada para vernos. No era mucho lo que podríamos ver de su rostro.

- ¿tú me habías pedido que viniera? - asintió en silencio. Se corrió un poco en la banca para dejar un espacio a su lado y palmeó el lugar.

perdóname | cachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora